Un grado abajo de Ebrard
Largo viaje de Marcelo
Portazo a independientes
Aristóteles (pro)pone fiscal
l caso de la línea 12 del Metro ha llegado judicialmente a un grado abajo de Marcelo Ebrard Casaubón. Enrique Horcasitas, quien fue el director general del proyecto ahora sumido en el fracaso, es el principal de los funcionarios de la administración capitalina anterior que ahora son buscados por las policías de la ciudad de México, la federal y la Interpol, bajo la acusación de haber utilizado facultades y atribuciones en contravención de las leyes a la hora de celebrar contratos y tomar decisiones relacionadas con la obra de transporte público que Ebrard consideraba emblemática de su paso por el poder chilango, la línea dorada
.
El máximo responsable político de tal obra está fuera del país desde hace semanas, en una concatenación de viajes por el extranjero que ha coincidido con la extendida versión de que el gobierno peñista estaría gustoso de ponerlo aunque sea provisionalmente tras las rejas. En su ausencia se han producido envites de la administración federal contra familiares y empresarios cercanos a la familia Ebrard, todos con el telón de fondo de presuntos manejos irregulares de cuentas y contratos particulares y de dinero público. Marcelo ha dicho que no está en México porque tiene actividades por desahogar en otras naciones y porque no hay ningún asunto oficial por el cual sea requerido acá, aunque asegura que en cuanto se demande su presencia física habrá de responder. Miguel Ángel Mancera afirma que no hay indagación alguna, en el ámbito del GDF, sobre lavado de dinero o fraudes en la línea 12 que pueda alcanzar a su antecesor. Pero en Los Pinos han elevado la mira y la han colocado justamente abajo de Ebrard. Ya se verá si hasta allí llegan los disparos político-judiciales o van al escalón siguiente, el más elevado.
Las únicas novedades en el pastoso escenario electoral recién pasado correspondieron a las candidaturas independientes y a la participación de ciertos personajes ajenos a la clase política tradicional. Pero, tan cerrado y encerrado es el sistema político vigente que ni siquiera esos atisbos de innovación se regala, así que de inmediato se han comenzado a tender mecanismos de vergonzosa autodefensa institucional
, reduciendo el tiempo disponible para la obtención de las firmas de apoyo para los independientes, aumentando el porcentaje necesario de éstas para obtener el registro e incluso estableciendo limitaciones prácticas para el ejercicio de un poder que así fuera alcanzado (en Tamaulipas, Veracruz y Chihuahua, joyas del priísmo jurásico, y en Sinaloa se han aprobado reformas llamadas antibronco, aunque en realidad van más allá del ejemplo neoleonés que tiene matices peculiares).
El saldo de esas candidaturas formalmente ajenas a los partidos fue favorable sólo en muy contados casos, de entre los cuales destaca el de Pedro Kumamoto, el joven egresado del ITESO que ganó en un distrito electoral local de Zapopan, en Jalisco. Priísta hasta la víspera, Jaime Rodríguez Calderón, conocido como El Bronco, fue un experimento apoyado ampliamente, en términos políticos y económicos, por empresarios y políticos que diseñaron esa vía alterna para pelear con el gobernador Rodrigo Medina sin chocar con Los Pinos. El resultado está a la vista, con un equipo de transición dominado por esos intereses patrocinadores y con los primeros trazos de El Bronco como gobernador electo (que no tiene ningún control del Congreso local) que no coinciden con las bravatas de campaña. En Morelia, por dar otro ejemplo, el independiente
que ganó la presidencia municipal, Alfonso Martínez Alcázar, fue panista durante 22 años y hasta semanas antes de abrazar la ruta ciudadana
. Diputado local e incluso presidente de la mesa directiva del Congreso michoacano, miembro del grupo calderonista, Martínez equilibró, con olor a negociación, el poder en la entidad, con Silvano Aureoles como ganador de la gubernatura en nombre de Los Pinos y el PRD.
Pero, a pesar de los resultados magros para las auténticas candidaturas independientes de los partidos, el sistema prefiere ir cerrando puertas. Cierto es que esas postulaciones no significan por sí mismas ninguna garantía de cambio trascendente y a veces ni siquiera de oficio para cumplir bien los encargos recibidos en las urnas. Ahí está el ejemplo del futbolista Cuauhtémoc Blanco, postulado por un partido regional, el Social Demócrata (con ayuda y operación de grupos priístas e incluso relacionados con Morena), que resultó ganador de manera sorpresiva en Cuernavaca, Morelos, y con quien, por lo visto hasta ahora, no hay lugar para demasiadas esperanzas positivas de su gestión. De cualquier manera, el régimen prefiere prevenir con toda anticipación eventuales problemas con la figura de los independientes y va complicando el funcionamiento de esas mínimas válvulas de escape de la dictadura de los partidos.
Contra lo escrito ayer aquí, el gobernador de Jalisco no se allanó a la intención de poner como nuevo fiscal general del estado a José Martín Godoy Castro, miembro del equipo de Alfredo Castillo, el actual comisionado nacional del deporte, que antes estuvo encargado del manejo político y armado de Michoacán. Aristóteles Sandoval ha propuesto al Congreso de su entidad que sea su secretario del Trabajo, Eduardo Almaguer, el suplente de Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco, quien había controlado la seguridad pública de la entidad con el anterior mandatario, panista, Emilio González Márquez, y con el actual, priísta, que incluso le amplió facultades al crear la poderosa fiscalía general.
Más allá del forcejeo entre las administraciones federal y estatal para imponer sus políticas y uso de recursos en materia de seguridad pública y control de la delincuencia organizada, el nuevo funcionario tendrá, aparte de la delicada relación con el dominante cártel Jalisco Nueva Generación, la obligación de frenar la espiral de violencia que vive el estado, uno de cuyos episodios fue conocido ayer respecto al intento de secuestro del monero Trino, el pasado 11 de junio en la carretera a Chapala. ¡Hasta mañana!
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