Opinión
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Balance electoral: Edomex 2015
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as elecciones en el estado de México en este 2015 tienen una factura especial. Marcan el fin del ciclo del carro completo, la violencia electoral, y configuran un nuevo mapa electoral más plural y competitivo. Hay que recordar que el PRI gobierna desde hace más de 80 años y predominan en la cultura política, especialmente en Toluca, su capital política, usos y costumbres jurásicos. Hasta 1999 predominaba el voto mayoritario por el partido en el poder, con un nivel de participación electoral de más de 90 por ciento en la que hasta los muertos votaban por el tricolor. A partir de 2000 se fue operando en el estado de México una alternancia a nivel de ayuntamientos, que consolidó un corredor azul en el poniente del valle de México (de Naucalpan a Cuautitlán), dominado por el PAN, y uno amarillo, del PRD, en el oriente (Chalco, Neza y Texcoco). Dicha alternancia local es arrasada durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y las elecciones de 2009, 2011 y 2012 son el regreso al absoluto predominio priísta con altos índices de abstención. A pesar de que el PRI gana de manera amplia, los comicios de 2015 ponen fin a ese largo ciclo de carro completo, diversificando el mapa electoral mexiquense.

En términos de los ayuntamientos, el PRI obtiene 83 de los 125 municipios, teniendo en Ecatepec y Toluca las alcaldías más importantes. El PAN, por su parte, gana 16 (Naucalpan, Atizapán y Huixquilucan sus principales bastiones); por su parte, el PRD también obtiene 16 (Neza, Valle de Chalco Solidaridad y varios ayuntamientos más, como Luvianos y Tlatlaya, en el sur candente de la entidad). En la legislatura local el PRI alcanzó 34 curules, el PRD alcanza 12 posiciones y el PAN 11; Morena alcanza seis y al Partido Verde, que estuvo a punto de perder su registro porque su cómputo oficial llegaba apenas a 2.94 por ciento, según la legislación local, le aplicaron en el IEEM, Ople mexiquense, una fórmula de representación pura en el que se eliminaron los votos nulos y así alcanzó 3.42 por ciento, manteniendo su registro, y alcanzó dos curules por representación proporcional. La gran sorpresa fue la irrupción de Morena, que consiguió más de 10 por ciento de votos, un importante municipio como Texcoco y se convierte en la cuarta fuerza política en el estado.

Más allá de los números, primó en el estado de México la violencia electoral durante todo el proceso. La razón es simple: las diferencias entre primero y segundo lugar en muchos municipios fue muy estrecha. La autoridad electoral, distrital y municipal, no tuvo autoridad institucional para hacer valer los cómputos. Hubo cerca de 30 municipios con diferentes grados de tensión y desórdenes. Sin embargo, los disturbios y violencia extrema se escenificaron en Naucalpan, Atizapán, Huixquilucan, San Martín de las Piramides, Malinalco, Temascanlcingo, Nopaltepec, Cuautitlán Izcalli, Tezoyuca y Villa Victoria. Hubo enfrentamientos con heridos, quema de paquetería electoral, toma y daños a las instalaciones del IEEM; vehículos del instituto fueron quemados y en Villa Victoria falta el esclarecimiento de un muerto, supuestamente simpatizante del PAN, que provocó la ira de la población contra la policía. Las carreteras México-Tulancingo y Texcoco-Lechería fueron bloqueadas durante horas por militantes quejosos. En muchos casos la paquetería tuvo que resguardarse por fuerzas del orden para poder llevar los cómputos, como en Naucalpan y Almoloya de Juárez. En otros casos, tuvo que trasladarse todo el material electoral a Toluca, a la sede del IEEM, para realizar o concluir el cómputo, como los casos de Malinalco, Temascalcingo, Huixquilucan, San Martín de las Pirámides. En cuatro municipios la paquetería electoral fue destruida parcial o totalmente; por ello llama la atención el caso de Nopaltepec, que se concluye el cómputo en Toluca, de manera polémica, ya que gran parte de las boletas y actas habían sido destruidas. Desagradable, la autocomplacencia tanto del gobierno como de las autoridades electorales al minimizar los hechos de violencia electoral.

El gobernador Eruviel Ávila, declara a cuatro días de la jornada que las elecciones habían sido desarrollas en paz y en términos generales en orden y legalidad. Muchos nos preguntamos de qué entidad estaba hablando, porque el Edomex fue un polvorín. El clima de incertidumbre y violencia prelectoral que privó en la entidad condujo a que 30 por ciento de los funcionarios de casilla renunciaran días antes de la jornada y hubo que realizar sustituciones y las capacitaciones del INE al vapor; cerca de 10 por ciento de los funcionarios de casillas tuvieron que surgir de la fila durante el inicio de la jornada, siendo uno de los porcentajes más altos. En todo caso también el modelo estructural del IEEM se puso a prueba ante un nuevo escenario y con el fin de ciclo del carro completo, ahora las diferencias fueron en muchos casos muy ajustadas entre el primero y segundo lugar. Se tiene que hacer una auditoría del flujo de los paquetes electorales y del Prep, pues no funcionó un fluido traslado y no basta culpar al INE. También los resultados preliminares fueron inciertos. Prueba de ello fueron los datos contrastantes de abstención en la entidad, de cerca de 60 por ciento contra el Prep del INE, que registraba una diferencia de un millón más de votos, registrando una abstención de poco menos de 50 por ciento.

Finalmente, las instituciones electorales están en deuda con la paridad de género. Además del fallo contra el registro de planilla horizontal y vertical en abril, los protagonistas electorales no quisieron transitar tampoco en la designación de diputados de representación proporcional. Con argumentos leguleyos y retóricas de un encendido feminismo simulado, se dejará nuevamente en los tribunales la última palabra. Se abren rutas de alternancia y pluralización de la vida política de la entidad como mandato popular; lamentable, que gran parte de todo este proceso se judicializará, dejando en el tribunal electoral local, tan cuestionado por sus decisiones parciales, la tarea de enderezar un proceso complejo y atropellado. Lo jurásico perdura, pero con esperanza se asoma lo nuevo.