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Se publican por primera vez y muestran los entresijos de ese poemario universal

Las pruebas de imprenta de Las flores del mal revelan un puntilloso Baudelaire

Fueron corregidas al margen con anotaciones de puño y letra del célebre autor francés

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Ilustraciones a lápiz y pluma de las 13 que Auguste Rodin (1840-1917) dibujó en su propio ejemplar de Las flores del mal, ahora incluidas en la edición que comienza a circular esta semana en FranciaFoto tomada del sitio en Internet de Editions des Saint Peres
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de junio de 2015, p. 7

París.

Las pruebas de imprenta de Las flores del mal, corregidas por el propio Charles Baudelaire (1821-1867), que publica por primera vez una editorial parisina, revelan los entresijos de uno de los libros de poesía más famosos de la literatura universal.

El manuscrito original jamás ha sido encontrado y estas pruebas corregidas son la única muestra manuscrita del maestro de la poesía.

Antes de aprobar la impresión definitiva de la obra, en 1857, Baudelaire tuvo numerosos encuentros con su editor y amigo Auguste Poulet-Malassis, anotando y corrigiendo al margen las pruebas de imprenta.

Prácticamente ninguno de sus poemas escapó a la crítica del propio Baudelaire, quien tachó y rectificó a mano todo lo que le pareció incorrecto. El poeta retocó comas fuera de lugar, pidió modificar la fuente tipográfica o exigió la modificación ortográfica de una palabra. Cual Sísifo, ese perfeccionista no dejó de trabajar una y otra vez su texto y algunos poemas fueron incluso corregidos varias veces. El resultado es un documento único publicado por Editions des Saints Peres, editorial parisina que pondrá a la venta esta semana una primera edición de sólo mil ejemplares.

Las pruebas corregidas fueron adquiridas en junio de 1998 por la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) en una subasta de la casa Drouot por 3.2 millones de francos (medio millón de euros), cifra astronómica para ese tipo de documentos.

Este libro insólito estaba disponible en línea en Gallica, el catálogo de la BNF, pero su primera edición en papel permite ahora una comodidad de lectura inédita. El libro tiene gran formato (25 por 35 centímetros), se presenta dentro de un cofre y cuenta con 13 ilustraciones a lápiz y a pluma que Auguste Rodin dibujó en su propio ejemplar de Las flores del mal.

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Inscripciones manuscritas que Charles Baudelaire (1821-1867) realizó en las pruebas de imprenta de Las flores del mal. Imagen tomada del sitio web de la Biblioteca Nacional de Francia

Los cambios de Baudelaire antes de aprobar su publicación llegaron a exasperar a su editor. “Mi querido Baudelaire, llevamos dos meses con Las flores del mal y sólo hemos impreso cinco folios”, escribió en la cubierta.

Las anotaciones ponen al descubierto a un Baudelaire puntilloso con la ortografía.

Al margen del poema Bendición, uno de los primeros del libro, Baudelaire escribe sus dudas sobre el acento circunflejo de la palabra blasfemo. ¿Blasphême o blasphème? ¡Cuidado con la ortografía moderna!, advierte.

En Un viaje a Citerea modifica estrofas y el vestido de la musa ya no se abre a las brisas ligeras, sino a las brisas pasajeras. Las dos últimas estrofas de Spleen, uno de sus poemas más conocidos, están prácticamente modificadas en su totalidad.

El libro se publicó finalmente el 25 de junio de 1857 en la editorial Poulet-Malassis y de Broise y supuso una consagración para el poeta que, como atestiguaron sus contemporáneos, terminó la composición de la mayor parte de su obra a principios de los años cincuenta del siglo XIX.

Tras su publicación, Las flores del mal desató la ira de la prensa y la dirección de seguridad pública no tardó en recurrir a la justicia por ofensa contra la moral pública y religiosa y contra las buenas costumbres. El autor sabía, sin embargo, que su obra sobreviviría. En julio de 1857 escribió a su madre diciendo: Me lo rechazan todo, el espíritu de invención e incluso el conocimiento de la lengua francesa. Me dan igual todos esos imbéciles; sé que este volumen, con sus cualidades y sus defectos, permanecerá en la memoria del público ilustrado, junto a las mejores poesías de Victor Hugo, de Théophile Gautier e incluso de Byron.