Degradación moral y transformación de las elecciones en mercado de votos
Los triunfos de Morena: triunfos de la dignidad y la esperanza
a pobreza degrada y destruye moral, social y biológicamente al más grande milagro cósmico: la vida humana” es el epígrafe de mi tesis doctoral. Conviene citar algunos pasajes relacionados del libro del sicoanalista frommiano Michael Maccoby Why Work?, Simon and Schuster, Nueva York, 1988 (cito extractos):
Debemos valorarnos para sobrevivir. Nuestro sentido de dignidad, autoestima e integridad es esencial para la motivación productiva [Y habría que añadir: y ciudadana]. Nótese la respuesta de vergüenza, dolor e ira cuando un niño es ridiculizado. El impulso a la dignidad parece frágil… Como adultos, las presiones para sobrevivir o acomodarnos a un trabajo nos pueden llevar a tragarnos nuestra humillación. El impulso por la dignidad es un impulso normal, común a todas las sociedades. En los niños sanos la demanda de equidad y de justicia expresa el impulso por la dignidad. Platón y Aristóteles argumentaron que la capacidad de sentir vergüenza es lo que hace posible el desarrollo ético, puesto que las personas sin vergüenza están más allá del alcance de la comunidad moral.
La compra de votos se ha institucionalizado en el país, convirtiendo las elecciones en un mercado naturalizado, despenalizado de facto, dejando de ser en la práctica ilegal e inmoral. Aunque no es algo nuevo en el país, ni en el mundo, la compra de votos (aunada al uso electoral de los programas sociales y algunos mecanismos de coerción) se ha generalizado desde hace unos ocho años de manera grotesca. El gobierno federal regaló más de un millón de pantallas digitales con un lema de Peña Nieto; en mi domicilio recibí, por correo, tres boletos para Cinemex acompañados de propaganda del Partido Verde (PV) y poco después tocaron a mi puerta ofreciéndome dos mochilas del mismo partido. No es sólo el PRI-PV el que compra votos a granel, también el PRD lo hace, de manera absolutamente visible en el DF, particularmente en Iztapalapa, mostrando su verdadera calaña. En carpas o camiones de carga, y en casas de operación cercanas a las casillas el día de la elección, al menos en Iztapalapa se compraba abiertamente el voto entregando dinero (sólo o camuflado con frutas). Ante celulares de militantes de Morena que tomaban fotografías, los compradores de votos cínicamente expresaban (con lenguaje corporal) su sí, y qué
, dando a entender que sí estaban comprando votos y reclamando su derecho a hacerlo. Podría ser una de las nuevas reformas estructurales de Peña Nieto para la segunda mitad de su gobierno: establecer el derecho a la compraventa de votos, la libertad del comercio electoral. Desde las elecciones de 2012, en la Encuesta del Observatorio Universitario Electoral, identificamos que un porcentaje significativo de la población votaría por el partido que siempre nos da regalos
, que resultó ser, sobre todo, el PRI.
La vergüenza, explica Agnes Heller en su libro The Power of Shame (El poder de la vergüenza) es una emoción (o sentimiento moral) que nos lleva a conformarnos con nuestro medio cultural, pues es la emoción que surge en respuesta cuando la persona no actúa conforme a las normas. El ojo del otro desencadena el sentimiento y la expresión de vergüenza. Las personas sin vergüenza (el sentido original del término sinvergüenza) ya no pueden ser reguladas éticamente. La generalización de la compraventa de votos en el país significa que compradores y vendedores de votos han dejado de sentir vergüenza por estos actos y, en las carpas o camiones o casas, actúan abiertamente sin importarles el ojo del otro. Tampoco les importa la posibilidad de ser acusados del delito electoral de compra de votos porque saben que toda la carga de la prueba queda en manos del que denuncia. A diferencia de la venta de otras mercancías ilegales que se entregan al mismo tiempo que se recibe el dinero (drogas, por ejemplo), en la venta del voto la entrega del dinero y el acto de votar (y comprobar el sentido del voto) están separados temporalmente, lo que hace casi imposible comprobar la compraventa del voto excepto con un testimonio directo. Altamente ilustrativos son los videos de una conferencia de prensa, en primer lugar, de Clara Brugada, líder destacada de la izquierda mexicana, candidata derrotada
de Morena a delegada por Iztapalapa, en la que señala que cuentan con pruebas de la compra y coacción del voto, y de otras irregularidades, con base en las cuales van a exigir la anulación de la elección local en Iztapalapa: https://youtu.be/lTTvbSI818. En segundo lugar, el video de lo señalado por Pedro Moctezuma Barragán, conocido luchador social y candidato derrotado
a diputado federal en el distrito 19 de Iztapalapa por Morena, quien hace una descripción excelente de prácticas sucias en su distrito: https://youtu.be/5RA3LpuGbYQ.
A pesar de todo ello, los datos oficiales disponibles (provisionales) dan a Morena en el DF más votos en las elecciones de delegados que los obtenidos por el PRD (696 mil vs. 671 mil) y Morena ganó cinco delegaciones, y es la primera mayoría en la Asamblea Legislativa. Salvo la violación abierta y pública, sinvergüenza, del PV, la venta de votos y las otras prácticas sucias han sido inexistentes para los medios de comunicación, sobre todo para la tv, que transmite una imagen triunfalista del proceso electoral, de la madurez cívica de los mexicanos mostrada en la supuestamente alta participación electoral, lo cual analizaré en próximas entregas. Y, desde luego, transmiten la imagen de que el PRI-PV es el gran ganador. Reconocen el éxito de Morena, pero lo minimizan al ignorar que fue un inusual triunfo para un partido nuevo, a pesar de la compra masiva de votos no sólo por parte del PRI-PV, sino también del PRD.
Los triunfos de Morena son triunfos de la dignidad, de la auténtica ciudadanía. Hubieran sido muchos más de haber prevalecido el juego limpio. En las elecciones de diputados federales, única elección nacional de estas elecciones intermedias, Morena obtuvo, según el PREP, 3.1 millones de votos, correspondientes a 8.38 por ciento de los votos totales y alrededor de 9.09 por ciento de la votación efectiva (suponiendo que el PT conserve su registro y restando votos nulos, para candidatos no registrados e independientes, y para el Partido Humanista que perderá el registro). Expandiendo la votación de Morena para que se refiera a ciento por ciento de las casillas, los 3.1 millones de votos se convertirían en 3.2 millones. Morena sólo obtuvo un triunfo absoluto (en votos para diputados federales) en el DF, donde obtuvo 703 mil votos (23.6 por ciento del total del DF) que serán aproximadamente 754 mil en el universo de casillas, contra 592 mil del PRD. La votación de Morena en el DF representa 22.9 por ciento de su votación nacional en una entidad que tuvo 8.1 por ciento de los votos nacionales y una tasa de participación electoral más baja que el promedio nacional (43.5 por ciento contra 47 por ciento). Ésta es una de las debilidades de Morena, su fuerte dependencia de los votos del DF. En eso se parece a Movimiento Ciudadano, que en esta ocasión obtuvo más de 33 por ciento de sus votos en Jalisco, y al PV, que obtuvo en Chiapas la cuarta parte de sus votos.