as heterodoxias de Vicente Rojo empezaron muy pronto. Tomó plena conciencia de ello a los cinco años, cuando en la escuela le ataron la mano izquierda para obligarlo a utilizar la derecha. Y poco más tarde cuando fue señalado, en su natal Barcelona, como rojillo por la militancia comunista de su padre. Fue el tiempo de la República, de los falangistas, del horror por la guerra.
Después, ya establecido en México, continuaron sus heterodoxias: saltó de un incipiente arte figurativo a la abstracción.
Descubrió que las formas puras (el cuadrado, el círculo, el triángulo) le bastaban desde su rigidez para provocar emociones.
Desde entonces sus líneas vibran mientras se difuminan en colores y texturas o cuando marcan, entre un tono y otro, un hasta aquí.
Pero además de provocar emociones, la obra de Rojo en su conjunto que incluye, óleos, collages, esculturas, carteles, parece formar, en su conjunto, un alfabeto.
Un alfabeto con más signos que el utilizado para comunicarnos. Más cerca del universo de los ideogramas chinos donde los signos aún encierran en sus formas abstractas reminiscencias de la imagen que surgieron, que del nuestro.
La exposición Escrito/pintado montada en el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, es una clara muestra de esa escritura heterodoxa creada por Vicente Rojo.
Su amigo Octavio Paz vislumbró que su trabajo era producto de una ingeniería sonámbula. Rigurosa como la geometría que la contiene y sensible como las líneas puras que la atraviesan.
Con sus obras Rojo ha logrado crear una escritura propia; un alfabeto secreto que pese a ello pudiera ser leído por cualquiera. Un alfabeto similar al que encontramos en el mundo de los sueños: lleno de signos que, desde su ambigüedad, cualquiera puede descifrar. Pintar, para Rojo, es escribir.
Como en todo sistema de escritura, Rojo trabaja por series. En su magnífico estudio aparecen montadas varias telas que el artista trabaja casi simultáneamente. Articula su lenguaje con la proximidad de sus figuras. Las formas de sus cuadros hablan o invitan al silencio. Formas que nos invitan a leerlas; colores, texturas que al hacer vibrar las líneas que encierran provocan la necesitad de tocarlas y de buscar en el lienzo contiguo su continuidad.
El artista Vicente Rojo nos dice con el círculo, el triangulo, el cuadrado o con los puntos suspensivos que forman las líneas de estas figuras, que el mundo está lleno de presagios, signos, aproximaciones, negaciones, marcas, escenarios, recuerdos que siendo únicos, individuales –como toda escritura– forman parte de la vida de todos.