Rinden homenaje al escritor y periodista uruguayo y presentan su libro Mujeres
palabras vivas e historias como dardos
El autor de Las venas abiertas de América Latina regresó a la sala Miguel Covarrubias, celebra Elena Poniatowska
Con su partida nos enseñó a morir con dignidad, dice la colaboradora de La Jornada
Centenares de personas abarrotan los tres recintos habilitados para ese acto
Miércoles 10 de junio de 2015, p. 3
El escritor y periodista Eduardo Galeano (1940-2015) regresó este martes a la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
Así lo dijo Elena Poniatowska, colaboradora de La Jornada, al concluir el homenaje que se rindió autor uruguayo fallecido el pasado 13 de abril.
Han transcurrido casi dos meses de su muerte, pero las palabras que escribió en su libro Mujeres resonaron en las bocinas de la sala universitaria. Y el recuerdo de su paso por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) quedó en ese grito final: “Un goya para Galeano! ¡Goya goya cachún cachún ra ra cachún cachún ra ra, Galeano Universidad!
Así se cerraron casi dos horas de tributo, de discursos, de anécdotas, de análisis estilístico de su obra, que sirvieron también para la presentación de su libro Mujeres, el último que se editó mientras su autor aún vivía.
Se publicó en España antes de su muerte, pero por cuestiones técnicas no pudimos publicarlo al mismo tiempo en Argentina y México. Por eso aquí es póstumo
, dijo el poeta Jaime Labastida, director de Siglo XXI Editores.
Será en julio próximo cuando se publique otro libro, este sí póstumo, que lleva como título Cazador de historias.
Enorme discreción
Cientos de personas hicieron fila desde temprano para asistir a este homenaje/presentación del libro. La sala Miguel Covarrubias fue insuficiente y hubo que abrir las puertas de la sala Carlos Chávez, que tampoco fue suficiente. Se abrieron entonces las tres salas de cine. Aun así hubo quien quedó fuera.
Labastida fue el moderador de la mesa en que participaron Poniatowska, Alfredo López Austin, Marta Lamas y Gilberto Prado Galán.
El director del sello Siglo XXI reveló que la UNAM deseaba conceder el título honoris causa al periodista uruguayo. Sin embargo, sin darme motivo para no aceptar esta distinción que le llenaba de orgullo, me dijo que no podía asistir. La razón era la enfermedad, pero con una enorme discreción ni siquiera adujo esa causa para no aceptarlo. Quiero hacerlo saber a todos ustedes porque es otra más de las maneras en que la UNAM quería honrar a Eduardo Galeano, desgraciadamente no hubiera podido recibirlo
.
Poniatowska, Premio Cervantes, fue la última en hablar: recordó encuentros con Galeano, pláticas y entrevistas como aquella en la cual el uruguayo le dijo:
Yo creo en los libros que cambian a la gente. La prueba de que la palabra humana funciona está en quien la recibe, no en quien la da. Un texto es a mi juicio bueno cuando cambia a quien lo lee, cuando lo transfigura. Yo leo eso y dejo de ser lo que era porque me he convertido en otra cosa a partir de la persona que yo era. He multiplicado mi energía que no sabía que tenía, se han encendido en mí fueguitos de la memoria, capacidades de indignación, de asombro, fuentes de belleza que me crecen adentro y que son estimuladas por esas palabras que recibí. Esa es la palabra viva, la que vale la pena, la otra la que te deja como estabas puede sonar muy bien, pero no me sirve.
Eso dijo Galeano a Poniatowska. Esto dijo Elena anoche de Eduardo: “Galeano nos repartió palabras vivas, historias como dardos, cuentos de tres líneas, intuiciones de su espíritu generoso y bello, novelas en miniatura, bofetadas al bienpensante, fábulas y consejas. Finalmente toda su obra después de Las venas abiertas de América Latina es una declaración de amor a la región, y con su partida nos enseñó a morir dignamente. Por eso las mujeres, también las del libro que acaba de salir, lo acunamos en nuestros brazos, le aseguramos como madres a su hijo que vivió la buena vida y que sus historias están aquí y dieron en el blanco”.
Recordó que muchos escritores lo envidiaban y hasta malquerían
, porque les robaba atención.
“Aquí en México, cuando estaba en Bellas Artes, el público se le echaba encima, ¿por qué?
Seguramente los mexicanos sentían que él encarnaba la palabra, que él más que nadie se responsabilizaba de lo que decía y él no quería que muriera la palabra, que él antes que cualquier otro era un dador de palabras, que él cumplía su palabra, que para él la palabra era su honor, y que a él nadie, ningún dictador, ningún verdugo, haría jamás que se tragara sus palabras. Porque su vida entera había sido la de vivir porque escribía, vivir como escribía y vivir para escribir. Por eso hoy mismo, martes 9 de junio de 2015 en esta sala Miguel Covarrubias, regresa Eduardo Galeano, porque así como nunca nos falló, es incapaz de fallarnos ahora.
Como lluvia de estrellas
El historiador Alfredo López Austin hizo una comparación en el estilo de Galeano desde que publicó Las venas... hasta Mujeres, una recopilación de textos escritos en distintos libros y que ahora aparecen unificados.
“De la edición de Las venas abiertas de América Latina a la de Mujeres han transcurrido 44 años, un profundo cambio de estilo distingue los dos polos temporales. ¿Buscó Galeano un estilo más propio o existió en él una transformación personal?”
Galeano, dijo, cambia el estilo firme, contundente, pleno y organizado de Las venas… por uno que parece desvertebrado, como lluvia de estrellas
, cambió también sus fuentes de información: en esa primera obra están bien documentadas, en las últimas llega a la anécdota, pasa a la leyenda, al mito, el cuento, todo lo que nos dice no es real pero es fiel producto y reflejo de lo real.
Terminaron los discursos, se proyectó un video con la lectura que hizo Galeano en la sala Nezahualcóyotl en 2009, y después Labastida dio la palabra a los asistentes. Desde el micrófono algunos fragmentos de Mujeres y de otros de sus libros, por ahí alguien recitó de memoria Los nadies, ese que dice:
“Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los
ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo
la vida, jodidos,
rejodidos.”