Exijo que las autoridades cumplan los acuerdos para liberarme, dice desde Tepepan
Lunes 1º de junio de 2015, p. 10
Recluida en el cuarto 205 de la torre médica del Centro Femenil de Readaptación de Tepepan, Nestora Salgado García trata de recuperar la salud física y emocional que le trastocaron 17 meses de aislamiento en el penal federal de Tepic, Nayarit.
Ataviada con una pijama de franela a cuadros que hace de uniforme para las pacientas internas, la comandanta de la policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, responde a La Jornada sobre la condición de su encierro:
Yo no pido amnistía, todo mundo sabe que soy una presa política, que fui objeto de una detención arbitraria. Saben que han violado todos mis derechos y garantías individuales y constitucionales.
En la puerta del cuarto de recuperación destaca la palabra aislamiento
. Nestora Salgado tiene de compañera, pared de por medio de donde es atendida, a la ex dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo. Allí, la jefa de la policía comunitaria acepta conversar con este diario, por la mediación del diputado perredista Roberto López Suárez.
Cansada, con el daño visible por semanas en huelga de hambre y un día después de haber sido trasladado por la policía federal, desde Tepic a la capital del país, repone fuerzas y recuerda:
“Yo pertenezco a una institución reconocida por el gobierno de Guerrero y por la ley (su caso se explica con la Ley 701 del estado, aprobada en abril de 2011, en la que se resalta el derecho consuetudinario de los pueblos originarios de Guerrero, a fundar la policía comunitaria de Olinalá para proteger a sus habitantes de actividades delictivas derivadas del narcotráfico, la trata de personas y el abigeato o hurto de ganado y bestias).
La policía comunitaria en Olinalá es una organización que se necesitaba y que se sigue necesitando. Sabemos de cómo estaba y está toda la seguridad allá. Por eso el gobernador (Ángel Heladio Aguirre) dio autorización para formar una policía, porque sabía cómo estaba la situación en ese lugar, y lo que la delincuencia estaba haciendo.
El 19 de agosto de 2013 fue librada una orden de aprehensión por la juez segunda de primera instancia del distrito judicial de Los Bravo contra Nestora Salgado por el delito de secuestro agravado, cometido supuestamente contra los menores Dulce Rubí Burgos Pérez, Pedro Gil Apreza Salmerón, Betzabé Rubí Baltazar Sosa, Sofía Navarrete Baltazar, Yesenia Castillo Mesa y Ramiro Santiago Martínez
.
A Nestora Salgado no se le notificó de aquella orden de aprehensión ni se le detuvo bajo el cargo de secuestro de estos jóvenes.
Dos días después elementos del Ejército y la Marina, en 15 vehículos, la aprehendieron sin orden judicial el 21 de agosto de 2013, y la pusieron a disposición del juzgado segundo de primera instancia del ramo penal del distrito judicial de Los Bravo.
El motivo de la detención se dio a conocer siete días después de que se supiera que Nestora había sido internada en un penal de alta seguridad, luego de que sus hijas y su esposo, José Luis Ávila, insistieron ante la embajada de Estados Unidos para que interviniera por derecho que le confiere la ciudadanía estadunidense.
La primera versión del gobierno mexicano por la detención de Nestora Salgado fue por la demanda de supuesto secuestro contra el síndico procurador Armando Patrón Jiménez, quien fue detenido por la policía comunitaria de Olinalá el 15 de agosto de 2013, por robo de una res y estar presuntamente vinculado a un doble asesinato.
Antier, cuando el diputado López Suárez –quien se ocupa de su defensa desde el inicio de la detención de la comandanta de la policía comunitaria– sostuvo que el traslado de la presa a la ciudad de México no es el fin del proceso, sino que la demanda es la liberación definitiva, el drama de Nestora Salgado se exacerba cuando su deseo por unos tamalitos
crece, y le son negados porque su estado de salud no es el mejor para digerir ese alimento.
Demacrada, se sienta sobre la cama de metal y colchón de hule espuma que le fueron asignados, a su costado se levanta una pila de libros que devora en sus largos espacios de soledad, se defiende:
“Yo no infringí las leyes. Yo soy respetuosa de los derechos humanos. A pesar de haber trabajado incansablemente y de que la gente haya confiado en mí, porque seguro algo vio en mí, y ese algo era que yo hago bien las cosas, se ensañaron contra mí, me han castigado así.
Pero quiero denunciar que esa prisión es un campo de concentración, y de ninguna forma se logra la reinserción social, como ellos le llaman. Yo fui muy reprimida, aislada durante 17 meses. Quisieron terminar conmigo. Volverme loca, pero no lo consiguieron. Estuve todos los meses en esa prisión sin haberme peinado. Ni a un cepillo, ni a un peine tuve derecho.
–El gobierno federal retiró los cargos contra usted; no obstante, el gobierno de Guerrero mantiene la acusación en su contra, ¿a qué atribuye usted esa postura?
–En mi caso el gobierno tiene responsabilidad sobre mi salud física y mental, por las presiones a las que estuve a merced en ese lugar donde nos trataban de forma por demás canalla. En México se lucha por los derechos de los animales, de los montes, pero a las mujeres no nos defienden, nos aislan, nos han dejado abandonadas.
Le quiero pedir al pueblo mexicano la unión en mi caso. Exijo al gobierno federal y al gobierno del estado que cumplan los acuerdos para mi liberación. Me atrevo a pedirlo porque soy una mujer con la conciencia limpia, soy inocente.
–¿Usted continua en la cárcel porque representa un peligro para la connivencia entre delincuentes y funcionarios corruptos?
–Yo luché contra el crimen organizado, que en el campo infundía miedo y terror a los campesinos abandonados. Esa gente es mi bandera. Es horrible la desesperación de las madres que piden a gritos justicia por sus hijos despedazados, y eso me dio valor, fuerza y coraje para alzar la voz. Necesitamos que el gobierno preste atención a la gente del campo que vive en un gran rezago.
–¿Su detención significó una lección de la autoridad a las policías comunitarias?
–No quiero que mis compañeros se avergüencen de mí. Quiero que mis compañeros sean liberados, porque son presos políticos. Hoy día tengo confianza, porque siento que estoy en la recta final (de su proceso para alcanzar la libertad). A pesar de estar muriéndome sigo dispuesta a luchar por la libertad de los presos políticos, Arturo Campos, Gonzalo Marín y el señor (Marco Antonio) Suátegui, estamos presos de manera injusta.
Quisiera que se presionara al gobierno federal y al del estado de Guerrero, porque son ellos los que me tienen aquí injustamente, yo no transgredí las leyes, yo cumplí con el mandato de nuestra asamblea (en Olinalá), que es la máxima autoridad, que cumpliéramos con lo que ahí nos dijeran, exponiendo mi vida, y exponiendo a mi propia familia.
–Usted es ciudadana estadunidense, en aquel país hizo su vida, trabajó…
–Antes de todo este horror, estaba bien. Yo viví y trabajé en Estados Unidos, y allí sí tenía seguridad. Y ahora no me van a callar. Estoy aquí pidiendo justicia a gritos, a todos aquellos que nos han olvidado. Pido respuesta a las madres de los estudiantes de Ayotzinapa, a las madres de los 30 desaparecidos de Chilapa. Por todas ellas es mi lucha, no sólo por mí. Y estoy dispuesta a morir si no hay resultados.
Nestora Salgado se encuentra agotada, sus grandes ojos están sumidos, cansados, pero no la abandona la satisfacción por haber salido del aislamiento.
Quiero pedir al gobierno federal, al de Guerrero y al fiscal del estado, que cumplan y que revisen mi caso. Quiero hacer énfasis en que yo no secuestré. Jamás actuamos en la policía comunitaria, reteniendo gente, y lo que hicimos fue avalado por la corporación. Jamás pedí ni 20 mil ni 50 mil pesos, como lo han dicho falsamente muchos medios de comunicación, ¡eso es una vergüenza!
–Ahora se habla de amnistía para usted y sus compañeros –se le recuerda.
–Yo no pido amnistía. No se va a hacer justicia pidiendo amnistía. ¡Tengo tanto coraje, tanta frustración por haber pasado por lo que pasé!
Créame que me estaba traumatizando; todo esto ha sido muy feo para mí. Yo soy muy fuerte y honesta, y si hubiera actuado cometiendo delitos, lo digo y lo acepto. Yo acepto mis errores, les doy la cara, pero no he cometido ningún delito y jamás los voy a cometer.