Ahora, falsa(s) donación(es)
Otro detalle
inmobiliario
EPN actualizará
sus datos
Bolsa de Valores Electorales
ondescendencia (tal vez compasión sea un término excesivo) debería haber para con un hombre que, así como no recuerda ni tres libros que le hubieran marcado, tampoco supo ni ha sabido registrar de manera técnicamente adecuada sus fluctuantes propiedades. Si alguien es capaz de trastocar con frecuencia el nombre de las instituciones y las entidades federativas, llegando al prodigio de crear nuevas demarcaciones aunque sólo sea al momento de los discursos errados (sin hache), absolutamente perdonable sería que ese mismo personaje se equivocara a la hora de discernir entre lo que le fue donado y lo que él compró con dinero aún por explicar. Lo que natura no da, Los Pinos no presta (bueno, en este caso, no presta la casa presidencial conocimiento al estilo virtuoso de la hispana Universidad de Salamanca, pero sí sirve para préstamos, financiamientos especiales, agradecimientos de contratistas, comisiones subterráneas, retribuciones accionarias anónimas y otras regalías similares).
Errar es humano, se podría argumentar a la hora en que, esta semana, Enrique Peña Nieto actualice
su declaración patrimonial que ha ido cambiando con base en presiones y revelaciones, siempre muy bien dispuesto el mexiquense a poner trampas a los deseosos de saber con precisión a cuánto asciende la acumulación de riqueza, cuando menos inmobiliaria, de un político tan colocado en el ojo de la suspicacia pública como lo es el ex gobernador del estado de México. Pero la frase completa de lo enunciado al principio de este párrafo es errare humanum est, sed perseverare diabolicum, la cual, traducida del latín, significa que siendo de humanos el errar, diabólico es el perseverar en lo mismo.
Y no es sólo un error (humano), sino un rosario incesante, sistemático, ya consustancial al peñismo (pero no sólo a este grupo puntero en la materia, pues la corrupción es practicada en muchos ámbitos y niveles). No hay descanso. Una tras otra aparecen las noticias, locales e internacionales, que dan cuenta de la apasionada opción preferencial por el enriquecimiento que caracteriza a la clase política y, en particular, a sus cúpulas, con epicentro en Los Pinos. El turno de ayer tocó a la agencia informativa Reuters, que dio a conocer que Peña Nieto reportó como donación lo que no fue (la nota completa, en http://bit.ly/1HVkwHp). EPN declaró como verdad oficial que su padre le había regalado un terreno de mil metros cuadrados en Valle de Bravo, estado de México, pero resulta que el olvidadizo político en realidad lo había comprado personalmente, en una operación de por sí sospechosa en cuanto al monto tan reducido del pago en la compraventa.
No es, tal traspié declarativo, una excepción, sino una regla. Peña Nieto ha elaborado declaraciones patrimoniales con la evidente intención de ocultar los datos precisos que permitan el escrutinio público, envolviendo cuanto le ha sido posible en vaguedades e imprecisiones, al extremo de reportar tantas donaciones para explicar algunas de sus propiedades que de inmediato se han producido especulaciones negativas (ahora confirmadas cuando menos en un caso), y escamoteando direcciones exactas y valor de esas propiedades acumuladas, con un modus operandi que han compartido otros de sus compañeros de viaje sexenal, algunos de los cuales olímpicamente se negaron a proporcionar datos de su riqueza.
Irónico es que justamente cuando el gerente nacional en turno se declaraba en éxtasis verbal y por escrito (es decir, por lo escrito a su nombre) a causa de la promulgación de una especie de paraíso de la honestidad en los cargos públicos, le ha estallado una evidencia oscura más, que se suma a una lista de expedientes a los que se ha pretendido dar mediática sepultura, como los de las casas y terrenos del propio Peña Nieto y su esposa (la Casa Blanca, como ejemplo supremo, develado por Carmen Aristegui y su equipo de investigación), de sus secretarios de Gobernación y de Hacienda, y del subsecretario Miranda, además de otros casos de escandaloso abuso de poder, conflicto de intereses y aprovechamiento delictivo de recursos públicos, todo cubierto con el manto del poder que silencia medios, expulsa periodistas que le son molestos, fomenta opiniones y comentarios almibarados o mínimamente críticos y continúa implacable con la saga alemanista, echeverrista, lopezportillista, delamadridista, salinista, foxista, calderonista y ahora peñista (sólo por citar algunos de esos ejemplos notables) de aprovechamiento de los cargos para beneficios familiares, grupales y personales.
Desde luego que Peña Nieto está a salvo de los castigos que a los terrenales imponen las leyes si un paquete de clavos es comprado sin reportarlo a Hacienda para efectos de cobro de impuestos. Según los datos aportados por Reu-ters, el ocupante del Poder Ejecutivo Federal podría haber incurrido en falsedad de declaraciones ante autoridades. Pero sólo es imputable por delitos de traición a la patria, y enriquecerse desde el poder, sin explicar el origen de la fortuna y su expresión inmobiliaria es apenas un detalle menor que será subsanado con alegría y desparpajo cuando el mexiquense simplemente actualice
su declaración. Y ya.
En otro de los escenarios de la carpa de la gran corrupción nacional, la Bolsa Astillada de Valores Electorales reportaba al fin de semana la consolidación de la tendencia apuntada desde el inicio de operaciones del mercado partidista, con el consorcio PRI-Verde apuntalando sus ganancias merced a agresivas campañas propagandísticas, asistenciales y de compra directa de acciones de voto, todo listo para que mantenga el control mayoritario de la firma San Lázaro, SA de CV. En segundo lugar de aprovechamientos se sostenía la compañía panificadora asociada, Acción Nacional, en espera de combinar resultados federales con algunos estatales en plazas por definir. En el tercer lugar de la clasificación se perfilaban los competidores escindidos PRD y Morena, tomando en cuenta que el Verde ya ha sido adjudicado como parte del primer lugar tricolor. ¡Hasta el próximo lunes!
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