sí tituló su libro sobre el rebozo la cronista de Tejupilco Beatriz Velázquez. La idea de la identidad es primordial en la exposición que se inauguró hace unos días en el Museo Franz Mayer El Rebozo: Made in México. El verano pasado se presentó con gran éxito en Londres, Inglaterra.
Muestra rebozos que datan desde el siglo XVIII hasta nuestros días, que pertenecen a los acervos de los museos Franz Mayer y Textil de Oaxaca; muchos de ellos son verdaderas obras de arte. La cantante oaxaqueña Lila Downs prestó tres bellas piezas de las que luce en sus conciertos. También se muestran creaciones contemporáneas y cuatro piezas diseñadas especialmente para la muestra por los artistas Yoko Ono, Francisco Toledo, Demián Flores y Zandra Rhodes. Ésta última es la diseñadora británica que fundó el Fashion and Textile Museum en Londres, sitio que alojó la exposición.
Complementan la exposición fotografías y pinturas, pero sin duda el plato fuerte son los rebozos antiguos, de los que quisiéramos saber más que la parca información que dan las cédulas. Asimismo, el video que transmiten es muy limitado.
Nos anima enterarnos que del 29 de julio al 2 de agosto se va a llevar a cabo la segunda edición del encuentro nacional El arte del jaspe y el rebozo. Incluye un seminario académico, talleres con artesanos y diseñadores, así como una expo-venta de productores de más de 10 estados de la República. Vaya haciendo su cochinito porque va a encontrar maravillas de esa prenda tan mexicana, bella y distintiva. El alma del encuentro, la antropóloga Marta Turok, lleva años asesorando a artesanos para que revivan modelos y técnicas antiguas, y utilicen nuevos colores; como resultado elaboran auténticas joyas textiles. Emocionada con los rebozos me dirigí a la Plaza de Santo Domingo para entrar a su bello templo a solazarme con el Señor del Rebozo y la colección de prendas que lo rodean.
En alguna crónica hablamos de su leyenda, que se inicia con la llegada de las monjas dominicas a la Nueva España, a fines del siglo XVI. En la ciudad de México fundaron el convento de Santa Catalina de Siena; en el templo se veneraba una imagen de tamaño natural de Jesús Nazareno, a la que las religiosas tenían particular devoción. Les había sido donada por el arzobispo en 1666.
Muchos milagros le atribuían, entre otros, haber sanado a las religiosas de una epidemia de calentura maligna, que no cedía con los tratamientos médicos. Muchos avatares padeció el nazareno, que durante un tiempo se trasladó al convento de Santo Domingo y en virtud de un milagro regresó con las monjas.
Se volvió el protector de la salud de la comunidad y en agradecimiento establecieron la costumbre de que cada viernes primero de mes le rezaban 33 credos. Por ello, no fue de extrañar que cuando una de las hermanas más humildes estaba en el lecho de muerte, llamó al nazareno y éste acudió en medio de una tormenta a brindarle consuelo. Antes de fallecer, la monjita le dio su rebozo para que se protegiera de la lluvia. Al día siguiente apareció muerta y el Cristo tenía en los hombros el rebozo.
A partir de entonces se instauró la costumbre de llevarle la prenda cuando hace un milagro y se le bautizó como el Señor del Rebozo. Actualmente se le venera en una capilla del templo de Santo Domingo, rodeado de rebozos que le llevan las fieles.
Hace tiempo platicamos de la Cofradía del Señor del Rebozo, que impulsó el padre Julián Pablo, arquitecto, cineasta y artista, quien ha vivido en ese lugar las últimas décadas y ha restaurado maravillosamente el altar mayor, el coro, la capilla del Santísimo y la sacristía. Diseñó una preciosa medalla que muestra al Señor del Rebozo y el escudo dominico. La portan colgada de un lazo púrpura, cada viernes primero de mes, en la misa de una de la tarde, las mujeres que aman y portan esta prenda tan nuestra y querida. Al terminar la visita caminamos unos pasos a la Hostería de Santo Domingo, a saborear un chile en nogada que ofrecen todo el año.
