Adversarios naturales en la dispu­ta por el liderazgo político y económico de América Latina, Brasil y México acordaron relanzar sus relaciones a partir de la visita de Estado que inicia el martes 26 la presidenta Dilma Rousseff, luego de una serie de desencuentros derivados de las visiones distintas de cómo llegar a las mismas metas.

Tras dos años de aplazamientos por la organización del Mundial de Futbol, las elecciones para relegirse como presidenta y una serie de escándalos de corrupción que involucraron a personajes del partido gobernante y a la empresa petrolera estatal Petrobras, finalmente se concretó el cuarto encuentro entre el presidente Enrique Peña Nieto y Rousseff, cuyos países concentran 62 por ciento del producto interno bruto de América Latina y el Caribe, pero que comparten escenarios similares de pobreza, desigualdad y violencia.

Hay mucho que profundizar en la relación con Brasil y hoy es un muy buen momento, porque ambos países están en la disposición de actuar y de llevarlo al siguiente nivel, convino en entrevista la subsecretaria para América del Sur, Vanessa Rubio, tras subrayar que se trata de países que hoy refrendan una relación histórica y ven hacia el futuro una relación más cercana, más productiva y mucho más diversificada, con más comercio, inversión y turismo, pero también cooperación en una amplia gama de sectores como el agrícola, pesquero, energético, cultural, literario, deportivo, y de cooperación sur-sur.

–¿Por qué se distanciaron Brasil y México?

–Lo que hubo en algunos momentos de la historia fueron visiones distintas de cómo llegar a las mismas metas. Brasil y México siempre han tenido las mismas metas, quieren reducir la pobreza, combatir el hambre y la inequidad, quieren generar oportunidades, quieren mejor educación más tecnología, más crecimiento económico y desarrollo.

Como lo hemos señalado en otras ocasiones, somos países diversos, heterogéneos, y lo que ambos países reconocen hoy es que hay diversidad, pero esto siempre debe llevarnos a tender puentes y a buscar cómo sí hacer las cosas, beneficiarnos de los flujos internacionales de turismo, de las inversiones.

–¿Existe una lucha entre ambos países por el liderazgo de la región?

–Cada país tiene su lugar en la región, en las diferentes subregiones y cada uno tiene su lugar en el mundo. Lo que queremos es que la región se fortalezca con este relanzamiento de las relaciones con Brasil. El hecho de que haya más inversiones necesariamente va a fortalecer las cadenas productivas, que a su vez fortalecen a empresas en América Latina y el Caribe. Cada país tiene sus pertenencias. Brasil y México tenemos objetivos similares de desarrollo interno y para la región.

En este escenario, México tiene inversiones por 30 mil millones de dólares en Brasil, “más que cualquiera de los BRICS (Rusia, China, India y Sudáfrica, que junto con Brasil forman un bloque económico). El año pasado recibimos a casi 350 mil turistas brasileños, cuando en 2005 vinieron 78 mil.