16 de mayo de 2015     Número 92

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Sowiki: la bebida Rarámuri

Blanca Cárdenas Posgrado en Filosofía de la Ciencia, Universidad Nacional Autónoma de México  [email protected]


Adornando la ventana FOTO: Horacio Valero

Son pocas las ocasiones en que preferimos comer o beber en solitario. De hecho, la mayor parte de las veces en que esto ocurre no es por elección personal ni por gusto, sino porque las circunstancias y la vida en una ciudad acelerada así lo han establecido. Sin embargo, comer y beber son verbos que por lo general se acompañan de un sujeto compuesto; son acciones sociales que con frecuencia asociamos con el deleite, la convivencia y el regocijo.

Cuando hablamos de bebidas alcohólicas, esto es aún más evidente. Para muchas sociedades alrededor del mundo, el alcohol y su consumo en todas sus variedades representan la suspensión de las normas cotidianas y la ruptura del tiempo productivo, actuando como lubricantes de las relaciones interpersonales y de la cohesión grupal en contextos casi siempre festivos. En México, las bebidas alcohólicas son uno de los actores protagónicos de nuestras reuniones familiares y de las celebraciones nacionales más significativas; algunas de ellas son símbolo de nuestra identidad y reconocimiento como mexicanos dentro y fuera del país.

De esta forma no es de extrañar que el sowiki, batari, tesgüino o cerveza de maíz sea una bebida de gran y especial importancia para la cultura rarámuri. Los rarámuri, también conocidos como tarahumaras, son uno de los grupos étnicos que habitan la Sierra Tarahumara en el estado de Chihuahua al norte de México. Allá entre pinos, cimas y cobrizas barrancas, los rarámuri se han asentado desde hace casi mil años en ranchos (unidad doméstica) y rancherías (grupos de cuatro a 20 ranchos) dispersos por toda la región, trabajando la tierra en parcelas domésticas y cultivando maíz como cereal primordial.

Cada rancho y ranchería rarámuri es independiente en sus actividades básicas de subsistencia (agricultura, pastoreo y recolección de alimentos); un día ordinario en la SierraTarahumara se basa en la división del trabajo entre los mismos miembros de la familia con actividades que no requieren de grandes desplazamientos ni de la interacción con otras personas. Esto es así porque el paisaje de la Sierra no permite una ubicación próxima entre los ranchos, sino que la distancia entre ellos es variable, lo que, muchas veces y para visitar a un vecino o pariente, hace necesario recorrer a pie grandes y accidentadas distancias que incluyen laderas y ríos.

Por lo tanto, si en el día a día cada familia rarámuri vive y trabaja de manera prácticamente autónoma, dando por resultado un patrón de asentamiento disperso y aparentemente fragmentado, es inevitable preguntar cómo es que hasta nuestros días la cultura rarámuri ha persistido, cómo es que actualmente es un grupo étnico unido y cómo es que los individuos del grupo se identifican a sí mismos como tal. La respuesta es sencilla y consta de una bebida –el sowiki- y de su consumo –las fiestas.

Preparación del sowiki. El sowiki es una bebida tradicional consumida por los rarámuri, o´óba, warijío y óódami. Se trata de un fermentado de maíz espeso, de bajo contenido alcohólico (4 por ciento vol.), y altamente nutritivo, sobre todo en cuanto a proteínas se refiere. Su elaboración está ampliamente difundida por toda la Sierra Tarahumara y consiste en los siguientes pasos:

Primero se seleccionan los granos de maíz en función de la cantidad de bebida que se desee elaborar, se limpian y se ponen a remojar en agua. Trascurridos dos días, los granos se escurren, se tapan con mantas o costales y se dejan cerca del calor del fuego, evitando que la luz solar los alcance. Tres o cuatro días después, los granos deben germinar y mostrar algunos brotes o embriones; es entonces cuando éstos son molidos en metate o en molino metálico manual con el fin de obtener una masa que se mezclará con agua hirviendo durante 10 o 12 horas. Esta parte del proceso concluye con la cocción del maíz y la descomposición de sus carbohidratos en compuestos de menor tamaño; esto es, azúcares dobles o disacáridos (maltosa).


Listos para la celebración FOTO: Horacio Valero

Más adelante, el maíz molido ya cocido debe dejarse en reposo para su enfriamiento y ser filtrado y vaciado en las ollas tesgüineras (ollas de barro hechas especialmente para el sowiki). Un paso importante consiste en la adición de una suspensión hecha a partir de la molienda de un zacate local llamado basiáwari, cuyas levaduras, a la par de los residuos de tesgüino viejo que han quedado impregnados en las paredes de la olla, actúan como catalizadores para el proceso de fermentación. Finalmente, las ollas se tapan con un trapo o wari (canasto) y la bebida se deja en reposo durante dos o tres días; tiempo durante el cual la maltosa del maíz sufre un cambio químico llamado fermentación alcohólica. En suma, la preparación completa del sowiki toma entre siete y diez días de trabajo que corre a cargo de las mujeres anfitrionas. La bebida debe estar lista para el día de la fiesta, cuando las ollas se destapan y se ofrecen al Padre, a Onorúame.

Para trabajar y estar contentos. Cuando las ollas tesgüineras hacen su aparición en la cocina de algún rancho podemos predecir con facilidad que el aislamiento cotidiano en que viven las familias rarámuri está próximo a desaparecer. Bajo el argumento de una curación, una muerte, un nacimiento, la siembra, la cosecha, la bendición de la tierra, una carrera de bola o la construcción de una casa, los rarámuri se reúnen, desde las más lejanas rancherías y más allá de cualquier montaña o barranco, para festejar y beber sowiki.

En la cultura rarámuri, la fiesta y la bebida están en estrecha relación con el trabajo comunitario, en tareas que para un solo individuo resultarían agotadoras, por lo que la fiesta comienza al salir el Sol, cuando los hombres se reúnen en el campo para desmontar, arar, cosechar o trabajar en la construcción, mientras las mujeres permanecen en el rancho anfitrión preparando tortillas, frijoles y carne. Por la tarde, todos los asistentes se reúnen para descansar, comer juntos y beber hasta el amanecer o hasta que el sowiki haya sido consumido en su totalidad. Los rarámuri afirman que el sowiki es un regalo del Padre, Onorúame, para que ellos puedan trabajar y estar contentos.

La importancia del sowiki es indudable para los tarahumaras, pues actúa como un combustible que intensifica la comunicación, la integración y el intercambio. El sowiki y su consumo fomentan la reunión, la consolidación de un círculo de apoyo, la ruptura de cualquier barrera física impuesta por el paisaje y el reconocimiento de una identidad compartida. En la década de los años 60’s, el antropólogo estadounidense John G. Kennedy estudió los contextos festivos de los tarahumaras y el sowiki. Él afirmó que “para un individuo (rarámuri), el grupo social más significativo fuera de su unidad doméstica es aquél con el que bebe tesgüino”. Y efectivamente, la fiesta como el contexto de consumo del sowiki es una institución social de la vida tarahumara en la que el silencio de la Sierra es sustituido por los cantos y la música, y el aislamiento se suspende para dar paso a un espíritu grupal. Incluso, el carácter reservado y a veces esquivo que caracteriza a los rarámuri desaparece cuando el sowiki se hace presente, liberando entre hombres y mujeres mayores de 14 años todo tipo de actitudes contenidas y enmascaradas por la cotidianidad: albures, ajustes de cuentas, bromas, celos, y lenguaje con doble sentido donde, mezclado con la risa, la sexualidad juega un papel central.

Una bebida para la vida. Ver al sowiki desde la perspectiva de la cohesión social, la convivencia y la cosmovisión tarahumara requiere de un cuidadoso acercamiento a la cultura rarámuri. Desde la llegada de los primeros misioneros jesuitas en el siglo XVII, la población tarahumara ha sido calificada y juzgada por su gran afición a la fiesta y a la bebida, al recreo y a los vicios. No obstante, como hemos dicho aquí, el sowiki y su consumo son una institución social que fortalece los lazos grupales y la reproducción de una cultura específica.

En diversas ocasiones los rarámuri han defendido sus prácticas y han afirmado que a diferencia de los chabochi (mestizos y habitantes de las grandes urbes), ellos tienen siempre un motivo ritual o comunitario para beber. El sowiki es una bebida para la vida, para el trabajo, las curaciones, los nacimientos y la muerte.

Desde las más remotas épocas de habitación rarámuri en la Sierra Tarahumara, la ingesta de sowiki es una práctica cultural esencial para el mantenimiento del grupo; su preparación y consumo se mantienen vigentes y lejos de desaparecer, pese a la incorporación de nuevas formas de vida en la región y al orden globalizante del siglo XXI. En las décadas recientes han aumentado de forma alarmante los niveles de alcoholismo entre la población tarahumara y esto se debe a la introducción de bebidas alcohólicas comerciales que son ingeridas sin ninguna relación afectiva o significado tradicional, pero con violentas consecuencias para la comunidad, aún por ser atendidas.

Textos consultados y para leer más: BENNETT, Wendell y Robert Zingg; 1986. Los Tarahumaras. Una tribu india del norte de México. INI, Clásicos de la Antropología: 6, México; KENNEDY, John; 1970. Inápuchi, una comunidad tarahumara gentil. Ediciones especiales: 58, Instituto Indigenista Interamericano, México; MOLINARI, Claudia; 2001. “Beber o no beber tesgüino, identidad y conversión en la Tarahumara”, en Claudia Molinari y Eugeni Porras (coords.).Identidad y cultura en la Sierra Tarahumara. INAH, México. Pp. 155-161; MORALES, Marco; 2012. “Química nutricional del tesgüino”, en Luis Eduardo Gotés Martínez, et al. (coords.). Los pueblos indígenas de Chihuahua. Atlas Etnográfico. INAH, México. Pp. 94-99; RIVERO, Pedro SJ, 2006. Danzar o morir. Religión y resistencia a la dominación en la cultura tarahumara. Segunda edición, ITESO, México.


Nayarit

El nawa (tejuino) en la cultura wixárika

Jorge Luis Marín García y J. Jesús Antonio Madera Pacheco
Profesores del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit


FOTO: Vémundr Oakenbear

El nawa o tejuino es una bebida preparada con maíz cuyo uso entre los wixaritari reviste todo un mundo de significaciones. En el presente texto se expone su uso entre los habitantes de una comunidad wixárika del estado de Nayarit, cuyos haceres y saberes muestran los diferentes caminos que el yeiyari (la tradición) toma para continuar en el camino de los ancestros.

La preparación del tejuino en esta región se realiza de forma similar a la de algunos lugares dentro del reconocido legalmente como territorio wixárika. A grandes rasgos, se pone a germinar el maíz bajo una capa de arena que es humedecida y, una vez que el maíz tiene los primeros brotes, se lava y se muele en metate o en molino. Se pone a hervir agua y se echa el maíz en ella; se deja hervir durante muchas horas. Una vez hervida la mezcla de agua y maíz, se vacía en recipientes en los que se deja reposar por al menos dos días para que fermente; entre más tiempo pase, mayor es la fermentación. Como escribiera Omar Fernando Alonso (s/f: pag. 30), “preparar el nawa es un proceso delicado”, y recae en las mujeres, quienes deben observar varias prohibiciones: no estar menstruando; no tener relaciones sexuales días antes y durante el lapso en que se elabora el tejuino; no comer azúcar ni alimentos dulces, por ejemplo naranjas, porque todo el trabajo se echa a perder y la bebida resultará dulce; muy distinta al sabor deseado. A lo anterior hay que sumar los desvelos de las mujeres, quienes deben estar siempre “supervisando que la intensidad del fuego sea la correcta para que la bebida quede bien” (Alonso, s/f: pag. 30). Los hombres, por su parte, deben permanecer alejados del lugar donde se elabora el tejuino para no echarlo a perder con su presencia.

Agenda Rural

Evento: Caravana Nacional por la Defensa del Agua, el Territorio, el Trabajo y la Vida. Organiza: Varias organizaciones. Fecha y lugar: Del 11 al 22 de mayo. Varios estados de la República. Informes: caravanaporlavidamx. blogspot.mx/


Evento: Asamblea informativa “Por el proyecto de vida, por nuestra madre tierra” ¡veamos, pensemos y actuemos! – Abonos orgánicos frente a los agroquímicos. Organiza: Varias organizaciones. Fecha, lugar y hora: 30 de mayo, curato antiguo de Huehuetla. De 9:00 a 16:00 horas. Informes: mononokemel@ hotmail.com


Evento: Diplomado Perspectivas Antropológicas del Campo y la Ruralidad. Organiza: El Instituto Nacional de Antropología e Historia por medio de la Coordinación Nacional de Antropología. Fecha, lugar y hora: Del 28 de mayo al 3 de diciembre de 2015. Sala Guillermo Bonfil Batalla. Coordinación Nacional de Antropología.(Av. San Jerónimo No. 880, San Jerónimo Lídice, México D.F.)


Libro: Resistencia global al fracking El despertar ciudadano ante la crisis climática y democrática.

Varios autores.

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El tejuino, por la materia de que está hecho, representa en cierta medida a la familia wixárika y la cooperación que existe en los diferentes ámbitos entre todos sus miembros: el hombre, las mujeres, niñas y niños que siembran, cuidan de la planta sagrada del maíz y lo cosechan. Asimismo, en la preparación, los polos opuestos o más bien complementarios, masculino-femenino, siempre están presentes y en constante relación; el hombre que acarrea leña y la mujer que prepara la bebida; el tejuino proviene del maíz seco (masculino), pero que ha germinado (femenino) y ha sido molido para ser cocido en ollas con agua (femenino) lentamente en el fuego (masculino). Se sirve en jícaras u otros recipientes (femenino) que representan al mundo (Kindl, 2003), la totalidad de las rancherías humanas.

El tejuino es una conjunción de los ancestros wixaritari: fuego, sol, agua, cerro, venado, hikuri (peyote) y maíz. Y en ese sentido, beber el nawa es la comunión entre las personas del presente y quienes estuvieron antes como tales y que ahora forman parte del paisaje y de las fuerzas que dan vida y forma al mundo; a final de cuentas, los humanos de esta parte del mundo somos hijos del maíz, somos maíz y estamos formados por maíz porque descendemos de Watakame, el primer wixárika y las cinco Niwetsika, Muchachas-Maíz: “Yuawime, el maíz azul oscuro del sur; Tuxame, el maíz blanco del norte; Ta+lawime, el maíz morado del poniente; Taxawime, el maíz amarillo del oriente, y Tsayule, el maíz pinto del centro, las cuales deben sembrarse juntas en el coamil o milpa, pero nunca revueltas” (Neuratt, 2006).

Watakame vivía con su madre y al sentir hambre fue a buscar comida. Se encontró a la gente hormiga que llevaba granos de maíz y quiso saber de dónde lo obtenían. Conoció que la paloma era la madre del maíz y le solicitó dejarlo que visitara su casa. Cuando llegó, quiso comprar maíz, pero la dueña de la casa, una viejita, le dijo que sólo podía darle una muchacha, pero que no debía regañarla ni ponerla a trabajar en el metate. Se fueron para el rancho de Watakame y con ella hubo maíz en abundancia. Pero la madre de este violó el trato porque puso a trabajar en el metate a la muchacha maíz y aquella se molió a sí misma cortándose los dedos y sangró. La muchacha se fue con su madre y el ancestro wixárika se quedó sin maíz, porque la madre de Niwetsika se enojó mucho por el maltrato inferido a su hija. La única forma en que permitió su regreso fue haciendo una ceremonia de la siembra. Desde esa época, los humanos sólo pueden tener maíz con grandes trabajos y con los rituales debidos. (Sobre Watakame y las Niwetsika, ver Neurath 2006; 2009, de donde se toma gran parte de la información presentada en este relato.)

El maíz es la imagen poderosa de un símbolo en el que manifiesta toda una tradición alimentaria del continente americano, pero de forma especial en grupos como el wixárika, de allí que un admirador de ellos, que asiste continuamente a sus ceremonias, los defina como la cultura del maíz: “los huicholes son la cultura del maíz: comen maíz y toman maíz (…) su historia es el maíz, (…) en sus fiestas sagradas tomamos tejuino, comemos tamales, maíz tostado y hasta la vida del huichol se explica con el maíz. ¿Cuál otra de las culturas actuales gira en torno al maíz como los huicholes?” (Magaña, 2011). De hecho, el parentesco en el grupo wixárika no se da sólo por la sangre sino también y desde los primeros tiempos por quienes siembran el coamil y que están representados en los xirikite, los adoratorios familiares, por las mazorcas más perfectas de la cosecha. En esa lógica, la familia huichola es la familia del coamil.

Si la vida de los wixaritari gira en torno al maíz, el nawa como su representante aparece en todas las ceremonias y actos de agradecimiento y petición a los ancestros divinizados: toda fiesta necesita tejuino y junto con la sangre y el agua, haciendo nuestra la idea de Neurath y Pacheco (s/f), es la sangre de la tierra, de cuyo continuo flujo depende la vida. Así, el también llamado tejuino viaja al mar, a la sierra y al desierto, uniendo con su viaje las distintas partes del universo, que se condensan en cada uno de los rituales.

El nawa está presente en cada Fiesta porque la ceremonia debe ser divertida no sólo para los humanos del presente sino para los ancestros divinizados, de allí que a Tatewari, El Abuelo Fuego, siempre se le da un trago de la bebida. El tejuino también se le da a la tierra junto con chocolate, galletas y otras ofrendas. Igual se entrega en los manantiales y algunas plantas del desierto. También se entrega a Haramara, la Diosa del Mar para que esté contenta.

A diferencia de lo que se pudiera creer, la preparación del nawa no es una tarea de la vida cotidiana, “es un acto mágico, que requiere una iniciación previa: así como el abuelo fuego habla a los marakames (sic), al fermentar el tejuino las diosas del maíz y de la lluvia se comunican con las cocineras” (Alonso, s/f: pag. 30). Quienes elaboran el nawa entregan parte de sí mismas y por ello “tomar el tejuino de una mujer implica de alguna manera tomar su energía, según la visión tradicional todo cuanto piensa y siente durante la preparación se plasma en esta bebida, especialmente al momento de moverlo…” (Alonso, s/f: pag. 30).

Si preparar el tejuino es un acto mágico, la bebida es parte del mundo de la magia de los ancestros porque con su ingestión también se puede ingresar al mundo de los antepasados divinizados al provocar el estado de embriaguez que permite “soñar” a quienes tienen la preparación necesaria para comunicarse con el mundo de los dioses. Es decir, aunque de intensidad diferente a la del hikuri (peyote), el nawa también puede ser un maestro en el mundo espiritual wixárika.

Referencias Biblográficas

Alonso Vázquez, Omar Fernando (s/f). “La función psicoterapéutica de la tradición Huichola. Una propuesta de aproximación desde lo psicológico”, en Arreguín Arreguín, Isaura (s/f). Diversidad cultural en las cuestiones psicológicas, (disponible en, acceso 30 de abril de 2015).

Kindl, Olivia S., La jícara huichola: un microcosmos mesoamericano, México DF: INAH; Guadalajara: U. de G., 2003

Neurath, Johannes (2006). “La boda del maíz”, en Artes de México núm. 78, Los rituales del maíz, México, 2006.

– “La boda del maíz y la fragilidad de la alianza”, en Ciencias núm. 92 - 93, México, Universidad Nacional Autónoma de México, octubre-marzo de 2009.

– y Ricardo Claudio Pacheco Bribiesca (s/f.) Atlas de las culturas del agua en América Latina y El Caribe. Pueblos Indígenas de México y agua: huicholes (wixárika). (Disponible, acceso 28 de abril de 2015).

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