Opinión
Ver día anteriorMiércoles 13 de mayo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Eco y la máquina de enfangar
S

un Tzu no imaginó que 24 siglos después de haber escrito El arte de la guerra, un narrador italiano escribiera un tratado semejante al suyo en forma novelada. Pero a diferencia del militar chino, Umberto Eco se centró sólo en el uso de la información.

Sun Tzu planteaba que lo supremo en el arte de la guerra consistía en someter al enemigo sin darle batalla. Umberto Eco muestra en una estupenda novela cómo es posible ganar la batalla del peor periodismo, de ese periodismo mercenario de pago por evento, sin medio alguno, sin periódico de por medio.

Número cero, aunque es un ejercicio de ficción literaria, muestra los límites de la información. Los límites que la convierten en su contrario.

Aunque los sistemas de desinformación son antiguos, pues son parte esencial de los meandros de la política, Umberto Eco imaginó la redacción de un periódico de los años 90 que nunca habría de circular. De allí el título: Número cero.

Los números cero son las pruebas que imprimen diarios y revistas antes de su salida para conocer de manera directa cómo quedaría la publicación. Los redactores de la novela de Eco no trabajan para eso, sino para mostrar a sus posibles víctimas cómo podrían ser tratados en ese periódico en ciernes.

El argumento de una redacción imaginaria permitió a Eco mostrar cómo funciona lo que llama la máquina de enfangar.

La historia es sencilla: un personaje convoca a varios periodistas venidos a menos para preparar el número cero de un diario que, de manera deliberada, jamás se habrá de imprimir. Aunque ellos no lo saben, trabajan para ese fin.

Lejos de informar, el objetivo de Domani (Mañana) es justamente lo contrario. Mediante el chantaje, la manipuación sutil y no tanto, las medias verdades o las formas de difamar al adversario, el novelista retrata los mecanismos que algunos diarios y periodistas utilizan para amenazar, para hacerse de recursos y favores.

Aunque es conocido principalmente por novelas como El péndulo de Foucault o El nombre de la rosa, Umberto Eco es un teórico de la información, la lingüística y la semiótica desde los años 60, con ensayos que ya son libros de texto en las escuelas de periodismo y comunicación, como Apocalípticos e integrados, La estructura ausente o Tratado de semiótica general.

En Número cero Eco hace un minucioso análisis del uso de la información en la Italia de 1992. Los años previos a que Silvio Berlusconi, el magnate de las comunicaciones de aquel país, llegara al poder. La ficción de la novela está construida con realidades muy concretas que circularon en Italia sobre asuntos como la ejecución o no de Mussolini, la intervención de la CIA en aquel país para cerrar el paso a los comunistas después de la guerra, etcétera.

Sería ingenuo pensar que el uso de negros o ghost writers en las redacciones periodísticas sea privativo de la Italia retratada por el novelista. O que sólo allá la figura del corrector se está volviendo tan obsoleta como la imprenta de Gutenberg o que hacer ecos de los rumores que salen de las oficinas de prensa gubernamentales encuentren buen cobijo en esas secciones de notas sin confirmar o trascendidos.

¿Y qué decir de esa práctica de que para rebatir una acusación no es necesario probar lo contrario, sino deslegitimar al acusador? Insinúa, que algo queda podría ser el estandarte de esta prensa marrullera siempre más cerca de la nómina clandestina que de la información.

Por la descripción minuciosa de esas prácticas periodísticas, Número cero, además de ser una gran novela, podría servirnos de plantilla para ponerla encima de diarios, revistas, programas de radio y televisión o páginas de Internet para reconocer los abusos que en nombre de la información y la libertad de prensa se cometen.

Numero cero nunca circuló ni pretendía hacerlo. Desgraciadamente, muchos números cero circulan por oficinas gubernamentales y aun en puestos de periódicos sin otra oferta que seguir alimentando esa máquina de enfangar descrita por Umberto Eco.