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A la mitad del foro

Para asustar el hambre

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El premio Nobel Joseph E. Stiglitz participó en el décimo Foro Económico Mundial sobre América Latina, realizado en Quintana RooFoto Reuters
H

izo falta todo un señor premio Nobel para que nuestros neoconservadores atendieran al sentido común: la política de austeridad económica reduce el potencial de crecimiento; los recortes presupuestales recaen en los programas y políticas sociales, sobre todo en países de pobreza extrema. Los de arriba ni siquiera necesitan la ayuda de funcionarios dedicados a servir a los dueños del dinero: ahí se diluye la pluralidad partidista y el miedo impera entre los del discurso progresivo. Hágase la austeridad económica en los bueyes de los marginados.

Joseph Stiglitz habló ante autoridades hacendarias y ejecutivos de las compañías aseguradoras. Ahí, el gobernador del Banco de México repitió sus mantras a la estabilidad. Y el secretario de Hacienda, comprometido a recortar ante todo del gasto corriente, evitó el recuento de las reducciones continuas a las expectativas de crecimiento del PIB. Mismo que empezó muy debajo de las expectativas de la demanda de empleo que impondrían el llamado bono demográfico y el imperativo de solucionar el rompecabezas de la economía informal ante los créditos fiscales a las grandes empresas consolidadas en múltiplos destinados a atomizar las utilidades de la empresa madre. Por cierto, ¡feliz día de las madres! Las que marchaban por los caminos de Baja California tras esperar inútilmente la llegada de Luis Enrique Miranda, subsecretario de Gobernación, quien no encontró medio de transporte.

Y menos todavía, la respuesta ofrecida a las demandas de los jornaleros agrícolas que sí pudieron viajar de las dos Baja Californias, de Sonora y Sinaloa, hasta la ciudad de México, meta de toda peregrinación a lo largo de nuestro proceso histórico. Llegaron y supieron hacerse escuchar en la vieja casona de Bucareli, sede de la Secretaría de Gobernación en vías de volver a ser ministerio del interior, ocupada de tiempo completo de la seguridad nacional, mientras se azolvan los conductos políticos del Poder Ejecutivo de la Unión, con los de las entidades federales y el Poder Legislativo de la Unión, contrapeso natural y obligado. Sobre todo ante las presiones de las agencias del poderoso vecino, atentas a su propio proyecto y a la disposición de recursos destinados a cada una de las piezas defensivas en su guerra sin fin.

Pero esos son otros López. Miguel Ángel Osorio Chong acudió a la tribuna universal de la ONU. Y expuso la situación de nuestro combate por sobrevivir al desánimo disolvente de la indefensión, a la ira ante la impunidad, ante el cáncer de la corrupción, ante la danza de derviches de los dirigentes de los partidos políticos de la pluralidad. En estos días llegó a México, en visita de Estado, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. Negocia la paz con las FARC, en su tierra y en La Habana; dondequiera que sea posible el diálogo ya establecido. Medio siglo de combates sangrientos. Y el veneno de las alianzas con el narcotráfico, unos, con las agencias del imperio del norte, los otros. Las FARC dejarán todo vínculo con el narco, dijo el presidente Santos.

Más de 6 millones de víctimas ha dejado el único y último conflicto armado que hay en todo el continente, añadiría al agradecer el respaldo de México al proceso de negociaciones de paz. Enrique Peña Nieto y Santos firmaron acuerdos de colaboración en materia de encadenamientos productivos, educación, turismo. Por un momento pareció reanimarse la voluntad de dar primacía a las relaciones de México con las naciones de la América nuestra. Ante el pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el mandatario colombiano hablaría de los afectados por la violencia y la barbarie durante el largo conflicto: en las negociaciones se ha puesto en el centro a las víctimas, para las que se busca una justicia transicional, fincada en el derecho a la verdad:

Muchas de las víctimas lo único que quieren es que se les diga la verdad, que se les diga dónde están enterrados sus hijos, sus padres, o que les pidan perdón, que les digan simplemente por qué lo hicieron, por qué los mataron. ( La Jornada, sábado 9 de mayo de 2015. Nota de Andrea Becerril.)

Encontrar respuestas, actuar para hacer posible esa justicia transicional, es la función del Estado, su razón de ser. Sin el Estado al que nuestros oligarcas y los políticos a su servicio se han propuesto minimizar, reducir, desmantelar las instituciones del poder constituido que lo sostienen, se hace efectiva la terrible definición de Hobbes: El hombre es el lobo del hombre. Hagan memoria los funcionarios y empresarios que celebraron en Cancún los brotes de indicadores de la macroeconomía que los llevaron a sonreír y ratificar la invocación al miedo, a refugiarse en la estabilidad, en la solidez piramidal de la desigualdad; en la paz de sepulcros blanqueados.

Jalisco es territorio de guerra y los voceros del gobierno y sus patrones hablan de un descenso obligado del helicóptero derribado por el fuego de los narcos en plena acción guerrera. Hay que empezar por combatir la corrupción del lenguaje. El sonido y la furia ensordecen a la razón y más allá de la banalidad de las campañas vacías de ideas, carentes de toda base ideológica, los partidos de la pluralidad niegan serlo, se funden y se confunden en un batiburrillo de alianzas y coaliciones sin ton ni son, en plena complicidad para hacerse de los recursos públicos asignados al sistema de partidos, entes de interés público, dice la norma constitucional. Y del encanto de la impunidad, del que predica el combate a la corrupción y acepta la austeridad en el gasto social, el destinado a los que se acuestan sin cenar y van a laborar con hambre las tierras de riego de los terratenientes modernos.

¿Qué hacían los diputados del PRD en la celda de Abarca, el indiciado por los crímenes de Iguala? ¿Habrá quiénes crean que un tribunal internacional en París puede devolverle a Marcelo Ebrard la candidatura que le revocó el tribunal federal electoral mexicano? ¿Quién ha llamado a cuentas al gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, por la incuria y la mansa aceptación del nido criminal que recibió de los gobernadores de un panismo reaccionario, fascista y de un fanatismo intolerante? Apenas un lamento ante el incendio de 18 ayuntamientos y los asesinados por criminales enseñoreados de la entidad; un asomo de disgusto con el Centro. Y el resto es silencio. ¿Por qué no explica el gobernador Graco Ramírez la ausencia de policías de Morelos en las capturas de los presuntos cómplices de los crímenes de Ayotzinapa detenidos por fuerzas federales en Cuernavaca?

¿Quién sería el aprendiz de brujo que hipnotizó a Pedro Joaquín Coldwell y a Emilio Lozoya Austin para llevarlos al combate imaginario de Pemex y la CFE en fiera competencia por el mercado energético nacional? Se habla de cambios en el gabinete y las nueve elecciones de gobernador hacen sombra a los aspirantes a diputados federales, locales y síndicos municipales, mendicantes en espera de las sobras del capitalismo financiero montado en los millones que esperan sobrevivir con algo para espantar el hambre. Los de nuestro sistema plural de partidos compartidos y comparsas tendrían que revisar atentamente las elecciones de la Gran Bretaña.

Al llegar a las urnas se impuso el temor, el miedo cultivado por los que controlan los flujos de capital libres de toda regulación. Con la victoria de los nacionalistas de izquierda en Escocia y con los conservadores euroescépticos en el gobierno... las dos partes más grandes de este reino cada vez más desunido están abocadas a la discordia, dice Timothy Garton Ash: Ahora necesitamos el Reino Federal de la Gran Bretaña.