Venecia.

La Bienal de Venecia, que empieza hoy, con el lema Todos los futuros del mundo, tendrá un tono más político con la presencia de temas de actualidad, como las tragedias de los migrantes en el Mediterráneo o la guerra en Ucrania.

La política se respira en el pabellón internacional situado en los jardines donde se reagrupan los artistas invitados por el comisario de la edición 56 de la muestra, el nigeriano Okwui Enzewor.

Dentro se lee en voz alta y de forma continua la edición inglesa de El capital, de Karl Marx, en cuatro volúmenes, en una puesta en escena del realizador británico Isaac Julien. “Hay una única preocupación capaz de invadir el corazón de nuestra era moderna: se trata de la naturaleza de El capital (...) El capital es el gran drama de nuestra época”, explica Enzewor.

La crítica del sistema económico mayoritario y el compromiso político, medioambiental y social han inspirado a muchos de los artistas presentes en el encuentro de arte que concluirá el 22 de noviembre, y en el que participan 136 creadores procedentes de 53 países.

El brasileño Vik Muniz, llegado en 1982 a Nueva York, dice ser sensible a la cuestión de la inmigración y afirma que lo afectó mucho el accidente en 2013 cerca de Lampedusa, donde 400 migrantes, provenientes principalmente de África, murieron ahogados.

Muniz quería hacer algo, que tomó la forma de Lampedusa, una barca de madera parecida a los barcos de papel pero de 15 metros de largo, recubierta con la portada del diario veneciano La nuova Venezia, del 4 de octubre de 2013, el día siguiente a la tragedia.

Flotando en las aguas del estanque de San Marco, cerca del Arsenal, el barco representa la precariedad, la fragilidad de los migrantes ante el futuro y durante su viaje, destaca el brasileño.

Muniz tiene previsto subastar Lampedusa en la casa Christie’s de Londres el próximo octubre y destinar los beneficios al Consejo Italiano para los Refugiados.

Esperanza, serie de Ucrania

Un poco más lejos, en el pabellón de Ucrania, pueden verse varias obras agrupadas con el título elocuente Hope! (Esperanza). Nikita Kadan y sus colegas quieren mostrar que, a pesar de las dificultades de trabajar en un país que tiene parte de su territorio en guerra y sin ninguna financiación pública, la tarea de cada artista debe continuar.

Voluntarios que viven en el este de Ucrania me enviaron objetos de su vida diaria, como pedazos de bombas rusas, explica la artista. He intentado crear una suerte de museo histórico.

Decana de la bienal, con casi 80 años, la estadunidense Joan Jonas, cuyos videos defienden la fragilidad de la naturaleza, resume la situación: No se trata de que los artistas se interesen más por la política, sino de que, como todo mundo, se sientan más responsables del universo en que vivimos.