Recuerdos II
unque nací en la colonia Nueva Santa María, en el número 79 de las calles de Ciprés, no fue ese el primer recuerdo de la casa de mis padres y de la segunda, Monterrey 76, casi esquina con Durango, esa sí que bien grabada en la memoria la tengo ya que enfrente estaba el hospital de la Cruz Roja y las sirenas de las ambulancias nos despertaban una noche sí y otra también y mucho me impresionaba el jefe de los ambulantes, un señor de apellido Omaña, todo amabilidad y decencia con señores, señoras, jóvenes y niños.
A unos pasos, estaba la plaza y jardín Miravalle —hoy día plaza de la Cibeles–, y ahí volví a vivir con gran fuerza la fiesta de mis amores.
¿Y eso?
El Toreo de la Condesa estaba a tiro de corcholata
y ocasiones hubo en que los olés se escucharan hasta Monterrey 76 y nunca olvidaré cuando vi pasar a un grupo de aficionados llevando en hombros a quien sabe qué torero. De inmediato pregunté a mi madre, que era una gran aficionada, el porqué de ese borlote y con toda calma me dijo que era porque algún torero había tenido un gran triunfo y que cuando estuviera yo un poco mayor me iba a llevar a los toros.
Era tanto mi deseo de ir a El Toreo, que muchas noches recé por que llegara a ese día pero antes, otro suceso habría de impactarme de por vida.
Sábado 6 de diciembre, 1941
En ese entonces, las oficinas de El Redondel estaban situadas en el despacho 25 del edificio número 104 de la avenida Juárez y ese día, no he podido recordar el porqué, estaba yo ahí viendo de reojo a don Alfonso de Icaza Ojo escribir a máquina con gran velocidad y con sólo 2 dedos.
De improviso apareció don Rafael Vallejo, gran taurino, estupendo aficionado, que hasta apoderado de Chucho Solórzano llegó a ser y quien sabe que tanto le dijo a mi papá que lo único que me dijo fue: “vente con nosotros
.
Los acompañé a la avenida Morelos donde un señor de apellido Guajardo tenía una agencia de coches Chevrolet y, pa´pronto, mi papá compró un precioso nuevecito modelo 1942, color guinda, que poco después supe en 6 mil pesos y que al día siguiente costaban ya 9 mil debido al ataque japonés a Pearl Harbor.
Y aquello fue un algo más
en mi vida, ya que desde muy pequeño y hasta la fecha, soy un enamorado y admirador de los automóviles.
¡Cómo me gustan!
El Rey del Temple
A la duro y a la dale.
Mi padre, tan aficionado a la fiesta brava, pasaba los domingos en los talleres del diario Excélsior –donde por tantos años se imprimió El Redondel– hasta que, años después, dos hombres perversos y de mala entraña pusieran fin a aquella increíble relación comercial, así que mi madre iba a la plaza al palco de contrabarrera, desde donde transmitía los pormenores de los festejos don Alfonso de Icaza y tanto fue que la molí que me dijo: si te portas bien, el domingo vamos a los toros
.
Obvio, no me porté bien, sino súper bien, así que a la plaza y con sólo ingresar, me recordé de Jasso, con aquellos olores, tan compenetrados en mi alma; ahí estaban otra vez, tan únicos, tan magníficos, tan irrepetibles y tan evocadores.
Deslumbrado estaba, con la música, el desfile dije yo
de los matadores y las cuadrillas y aquella multitud que de pronto aplaudía y de pronto chillaba sin que yo supiera los motivos.
En una de esas, don Jesús Solórzano Dávalos El Rey del Temple, a quien mi padre apoderaba, vestido de vino tinto y oro, se acercó al palco y algo conversó con Ojo y con mi madre y cuando me vio me pregunto: ¿ y tú quieres ser torero”?
No supe ni qué decir, jamás lo había pensado y menos cuando mi madre respondió por mí: “Chucho, más adelante veremos”.
Sin que yo entendiera ni razones, ni motivos, de pronto Chucho, ya no cerca del palco, sino separado por las tablas rojas les hizo llegar su montera a mi madre y a don Alfonso y algo muy serio sucedió cuando al caer el toro, se llenó el ruedo de gente, cargaron a Chucho y después de darle una vuelta se lo llevaron, tal y cómo lo había yo visto tiempo atrás y que tanto me había llamado la atención.
***
Al llegar a casa mi madre me preguntó si me había gustado y, recordando las palabras de Chucho le dije ¿mamá, puedo ser torero?
–Ya veremos, ya veremos…
(AAB) [email protected]