l llanto del Chicharito suele ser de felicidad extrema, sobre todo porque se da cada año. En junio de 2014 lo vimos explotar en ese conmovedor desahogo tras anotar en el Mundial de Brasil ante Croacia. El miércoles pasado, en el partido frente a los Colchoneros coronó el gran servicio de CR7, salió de cambio y se refugió en el banquillo, donde comenzó a sollozar.

En Brasil, Javier Hernández explicó la razón –no era necesario, pues justo tenía un año sin marcar (junio de 2013)–: Fueron lágrimas de felicidad, pensando en toda la gente que este año ha confiado en mí a ciegas. Fue un año en el que pocos han confiado en mí y fueron lágrimas para conectarme con mi gente, con los que me rodean y me quieren. Hoy esas palabras recobran vigencia.

Chicharito, quien con un doblete ante el Celtic colaboró ayer para el triunfo merengue, es el niño bueno del futbol mexicano, el que en la cancha se concentra igual para un remate de gran dificultad que para orar de hinojos. Puede rumiar en el banquillo y apenas aventura alguna declaración que deje traslucir su enfado; sin embargo, encuentra la catarsis en el lugar y momento adecuados.

Justo cuando Manchester United (dueño de su carta) y Real Madrid (que lo tiene a préstamo con opción a compra) se disponen a negociar, Hernández explota con otro par de goles que enmudece a quienes afirman que se ha depreciado en 50 por ciento debido a su escasa actividad. A su críticos el delantero tapatío opone su alta efectividad, que lo ubica al lado de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.

Chicharito está intenso, en lo suyo. Como si bajo el toldo del banquillo, su máximo lugar de reflexiones, escuchara la voz del genio alemán Friederich Schiller, quien en un momento oscuro de su brillante vida escribió para sí mismo: Usa tus fuerzas. Si cada uno actúa con toda su fuerza, no puede permanecer oculto a los demás.

Otro que hace bien su quehacer es Héctor Herrera. El Porto está paladeando por anticipado otra jugosa transacción, pues todavía tiene en la boca los resabios de miel por la venta de James Rodríguez, por la que obtuvo 45 millones de euros. Herrera está listo para las grandes ligas. Aunque los Dragones quedaron fuera de la Champions ante el Bayern Munich, el ex jugador tuzo confirmó que está en la cúspide de su carrera.

Quien descarrila sin estilo es Miguel Herrera. Al seleccionador lo ciega su predilección por Guillermo Ochoa y en su viaje a Europa lanzó indirectas al técnico del Málaga porque prefiere al portero camerunés Carlos Kameni. Decir que con Memo en el marco el equipo estaría en el tercer lugar es una agresión. El Piojo critica justo de lo que peca, pues él mismo no mira el esfuerzo de otros jugadores, encandilado como está por Ochoa y Diego Reyes.

Es un tanto desafortunado que lo mejor de la Champions se dispute mientras cierra la Liga Mx con su carga de inconsistencia y mediocridad, porque las comparaciones resultan inevitables. Acá predominan los altibajos como los que atraviesan América, Cruz Azul, Xolos. Veracruz, Chivas y Atlas han sido aceptablemente regulares, y en la recta final aparecen unos amenazantes Tigres.

El clásico Chivas-América se resolvió con el clásico empate que dejó otra semana más a los rojiblancos en la cima. Jorge Vergara está sin duda más preocupado por la junta del miércoles a la que convocó Angélica Fuentes, quien pretende retomar la dirección general de Omnilife-Angelíssima-Chivas; en tanto, las Águilas se alistan para volar a Canadá, con la difícil misión de alzar el trofeo de la Concachampions.

Puebla y UdeG hacen todo lo posible por descender. Ya hasta Fidel Martínez se contagió de las fallas y los universitarios perdieron ante unos Guerreros que pasan su peor época desde que Pedro Caixinha los dirige. En tanto, los Camoteros fueron una grotesca caricatura ante Pachuca, dejaron ir la ventaja y agudizaron su depresión. Deberían irse ambos.

La resolución tanto en la parte alta como en la baja será a la mexicana: todo a la última hora. Las fechas 16 y 17 tendrán una sobredosis de emoción e interés porque hay varios equipos en pugna por entrar a la liguilla. El arbitraje da visos de mejora, no hubo errores graves, e incluso Paul Delgadillo cumplió buen trabajo en el Veracruz-UNAM.

Cuauhtémoc Blanco se fue como campeón gracias al gran partido de Matías Alustiza. El 10, ya sin poder en las piernas, no logró alcanzar los balones que le lanzaron al frente para marcar un último gol; no obstante, alzó jubiloso el trofeo que el Puebla llevó a sus vitrinas, el de la Copa Mx, que sin duda la directiva cambiaría por la permanencia.

msantos@jornada.com.mx