egún las agencias, Günter Grass (1927-2015), el gran escritor alemán, poeta, escultor y dibujante, premio Nobel de Literatura (1999), falleció el pasado 13 de abril tras sufrir una infección seria
(Ap, 13/4/15). Pero según Bernard-Henri Lévy, Grass murió ya hace tres años, cuando se atrevió a criticar el programa nuclear israelí y calificar a Israel de amenaza a la paz mundial
(La primera muerte de Günter Grass
, El País, 15/4/12). El filósofo francés tuvo la galantería de escribir primera
, pero supongo que con la muerte pasa lo mismo que con otras cosas que realmente importan: la primera es la que cuenta. O al menos eso le hubiera gustado a Lévy y a otros detractores que Grass se ganó abriendo su boca grande
a lo largo de las décadas, incomodando, rompiendo silencios y tabúes. Neal Ascherson: Decía cosas que otros no querían escuchar y a veces exageraba un poco
( The Guardian, 18/4/15). Fue su manera de llamar la atención, que tenía tanto que ver con su particular y desbordado estilo literario.
Confrontaba a los alemanes con su pasado y herencia nazi; abogaba por cerrar las heridas de posguerra y restablecer las relaciones con Polonia (viniendo de la ciudad libre de Dánzig –hoy Gdansk– y de madre cachuba/polaca); acompañó al canciller Willy Brandt (1969-1974) en su histórico viaje a Varsovia en que éste reconoció las fronteras post 1945 y se arrodilló en el Monumento de los Héroes del Gueto (un gesto simbólico hacia las víctimas del Holocausto que a muchos alemanes les pareció... excesivo); criticaba al mundo por no hacer nada por el desarme nuclear; censuraba al imperialismo estadunidense y soviético, al capitalismo –desde el reformismo socialdemócrata, pero con una mirada bastante aguda– y al comunismo; se solidarizaba con los movimientos de liberación nacional; apoyaba a los disidentes del bloque soviético y defendía a Cuba y Nicaragua; se oponía a la unificación de Alemania –un nuevo Anschluss
– diciendo que el horror incomparable de Auschwitz excluye la posibilidad de un solo Estado
; luego denunciaba que la limpieza anticomunista resultó ser más dura que el proceso de la desnazificación; abandonó la SPD cuando el partido tomó un giro conservador/neoliberal; se oponía a la guerra en Irak (2003); salía en defensa de las minorías (romaníes y kurdos), naciones enteras (criticando el trato a los griegos, supuestos causantes de la eurocrisis
) y medio ambiente (contrastando el pillaje humano con la sabiduría del mundo animal); criticaba a la canciller Merkel por su visión de la democracia al estilo del mercado
y su cobardía ante el espionaje de Washington; lamentaba la pérdida de toda una generación de jóvenes europeos (y recordaba 6 millones de parados que llevaron a Hitler al poder); fustigaba los lobbies financieros; abogaba por el asilo a Snowden y advertía que en los múltiples conflictos AD 2015 hay síntomas de la tercera guerra mundial
.
Todas estas intervenciones –no libres de contradicciones y/o exageraciones– harían de él un clásico intelectual público
, si no fuera por su deliberado antintelectualismo
, fruto de su desilusión con la generación anterior de intelectuales pro nazis (Goebbels era un intelectual
) y el desencuentro con el movimiento del 68, que tildó de deshonesto
(observando cómo algunos de sus hijos
–¡Lévy!– se volvieron intelectuales del poder
, se entiende...). Grass era más bien un ciudadano público
que enturbiaba las conciencias y ponchaba las burbujas del triunfalismo. En una de sus últimas entrevistas subrayaba: Hay que decir las cosas como son. Y dudo que podamos dejarlas libradas exclusivamente a lo intelectual
( El País, 14/4/15). Su lema era: El ciudadano debe mantener la boca abierta
. Pero en un caso la mantuvo cerrada casi hasta el final. Nunca ocultó su nazi-entusiasmo juvenil –una autocrítica en que edificó su posición moral–, pero no dijo que también estuvo en la Waffen-SS, revelación tardía ( Pelando la cebolla, 2006; How I spent the war
, en: The New Yorker, 4/5/07) que cayó como una bomba. Hasta la izquierda quedó dividida: Christopher enfant terrible Hitchens –otro hijo
del 68– lo tildó de bocón
e hipócrita
; José Saramago o John Berger –tomando en cuenta su trayectoria y su propia explicación– lo defendieron. Timothy Garton Ash, sin ahorrarle críticas concluía que perdió una oportunidad de confesarse
en los años 60 y luego sólo quería decirlo antes de morirse ( The New York Review of Books, 16/8/07). Así que cuando publicó un poema-denuncia, Lo que hay que decir ( El País, 3/4/12), criticando a Israel por querer bombardear Irán, a Alemania por venderle submarinos capaces de transportar armas nucleares y a Occidente por su hipocresía, sus detractores la tenían fácil (¡Grass es un cripto-nazi y un cripto-antisemita!
). No les importaba que su crítica se centraba en Netanyahu, que diabolizaba
a Irán con fines electorales (un cínico show que repitió este año), y que allí dónde exageró –por ejemplo era poco plausible el uso de armas atómicas en ataque preventivo
a las instalaciones nucleares– bastaba corregirlo con calma, tal como hizo Uri Avnery, uno de los pocos ciudadanos públicos
en Israel (Günter, the terrible
, en: Counterpunch, 13-15/4/12).
Una excepción al anti-intelectualismo
de Grass fue su excelente diálogo con Pierre Bourdieu (1930-2002), el gran sociólogo francés: un intercambio entre un ciudadano
y un intelectual público
, dos especies en vías de extinción. Ambos defendían la literatura y la sociología desde abajo
(escritas
desde el punto de vista de las víctimas
) y fustigaban el avance del neoliberalismo; aseguraban que iban a seguir con sus bocas abiertas
, a pesar de su tiempo limitado
( The Nation, 15/6/00). Grass –mirando atrás y haciendo la memoria histórica– insistía en eso hasta el final: Vi cómo se desmoronaba la República de Weimar y cómo surgió Hitler porque hubo pocos ciudadanos que la defendieran; por eso siento que necesito comprometerme políticamente como ciudadano, siendo autor y artista. Por eso abro muchas veces la boca aunque haya mucha gente que quiere cerrármela. Hasta ahora no lo ha conseguido
( El País, 14/4/15). Sólo la muerte lo consiguió.
* Periodista polaco
Twitter: @periodistapl