Ronaldinho se robó el show en una tarde gloriosa para Querétaro, que humilló 4-0 a un América que da tumbos. El escenario fue el estadio Azteca, que se rindió al astro brasileño, quien apenas jugó ocho minutos, suficientes para marcar dos goles y salir aclamado.

Los Gallos Blancos llegaron a complicarle la vida a unas Águilas sin ideas claras.

Los visitantes parecían conformes con uno que otro tiro lejano, hasta que en una falta, el técnico Víctor Manuel Vucetich aprovechó para hablar con Sinha y, en una acción que parecía intrascendente, Yasser Corona cobró fuera del área, colocó bien su envío y el portero Hugo González se lanzó, pero no alcanzó a contener y recibió 1-0 al minuto 23.

Los americanistas –este sábado vestidos de color verde limón y con tachones naranja fosforecente, excepto Goltz y Sambueza– respondieron con un trallazo de Michael Arroyo que pegó en el poste derecho de la meta rival.

En el último minuto del primer tiempo se combinó la magia brasileña con el genio del juvenil Orbelín Pineda. Danilinho dio pase a Sinha, éste cedió para Orbelín, quien ante el marco hizo un recorrido lateral hasta desbalancear al portero González y enseguida clavó el balón para el 2-0.

Unos 2 mil aficionados del Querétaro, ubicados en la cabecera sur, estallaron en festejos.

El segundo tiempo pronto volvió a mostrar la inoperancia del club de Coapa. El técnico Gustavo Matosas sólo esperó un rato y al 58 hizo dos cambios simultáneos: entre abucheos se fue Darwin Quintero, relevado por Francisco Rivera, mientras Cristian Pellerano fue sustituido por Martín Zúñiga, y al 65 Osmar Mares entró por el amonestado Miguel Samudio, quien salió cojeando.

Los Gallos Blancos le pusieron un baile a las Águilas. Transitaron el balón a placer mientras los de casa los miraban con impotencia y desesperación.

Al minuto 74 William da Silva desbordó por la izquierda y centró para Villa, quien frente al segundo poste falló de forma increíble; no tenía portero enfrente y la echó a un lado.

El estadio se convirtió en un manicomio cuando Ronaldinho se quitó la casaca para entrar en lugar de Villa y la apoteosis llegó en pleno al 85: Danilinho encabezó un contragolpe, Dinho acompañó en veloz carrera por el centro y aprovechó el regalo para establecer el 3-0.

El público entero, americanistas y queretanos, se pusieron de pie para aplaudir al astro brasileño, quien festejó con pasos de samba, elevó un brazo e hizo círculos en el aire y caravanas para agradecer la entrega de los aficionados.

Ronaldinho no había jugado en el estadio Azteca desde la final de la Copa Confederaciones, en 1999, que ganó el Tri dirigido por Manuel Lapuente.

El colofón fue otro gol del mismo Dinho, quien aprovechó otro buen servicio y disparó raso. La pelota entró pegada al poste derecho. Da Silva, Ángel Sepúlveda, Danilinho y Yasser Corona se postraron ante el ariete de los Gallos e hicieron reverencias. Él respondió con inclinaciones de respeto, con la mano derecha tocándose el corazón y se dirigió hacia varias zonas del graderío, donde cosechó una estruendosa ovación.

Es algo que jamás olvidaré. Me pasó en el Bernabéu (ser ovacionado por la hinchada rival) y ahora aquí. Nunca imaginé que en México me sentiría como en mi casa, estoy muy agradecido, dijo el astro aún sobre la cancha.

Vucetich comentó que lo mostrado por Gaúcho no es cuestión de la casualidad, es por lo que ha hecho a través de su historia. Hoy fue un día para que pudiera mostrar ese gran nivel. Ojalá continuemos con ese espíritu, deseo y ganas, es lo que estamos trabajando con él para que siga dando mucho de lo que aún tiene.

Admitió que ha dialogado mucho con él: Hemos hablado bastante y hecho compromiso; lo ha asumido, es un acuerdo que nos permite jalar para el mismo lado.

Cuando le preguntaron si ahora es más disciplinado, respondió: No sé cómo era antes y no me corresponde hablar de lo anterior a mí.

De su lado, Matosas mencionó: “‘La revancha es el miércoles (final de Concachampions ante Impact de Montreal)… Fue una derrota dolorosa, felicidades al Querétaro, pero hay que levantarse cuanto antes, en eso vamos a trabajar estos días”.

Acerca del público que los abucheó, e incluso las barras amarillas al final les dieron la espalda, se alzó de hombros: “El espectador tiene razón, pero yo veo que la derrota llega en buen momento… Vi muchos errores y el responsable siempre es el entrenador”.