os une el escándalo y tener en común ser egresados de instituciones educativas de los legionarios de Cristo. Esta orden religiosa, fundada por el pederasta Marcial Maciel Degollado, tuvo desde sus inicios como objetivo formar a las élites empresariales y políticas del país. A los legionarios les impulsa en tal afán la que podemos llamar opción preferencial por los ricos y poderosos.
Un grupo de estudiantes del Instituto Cumbres pagó la producción de un video promocional de su fiesta de graduación del bachillerato. El mismo comenzó a circular en varios sitios cibernéticos, y con rapidez levantó enormes críticas por la forma en que los estudiantes mostraban su amplia capacidad económica y, sobre todo, evidenciaron el concepto cosificador y degradante que tienen de las mujeres.
En el video se aprecia muy bien que los egresados del Cumbres han aprendido a profundidad la ética de la ostentación, o sea la acción y efecto de ostentar, jactancia y vanagloria, lucimiento y boato
, como la define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. En su lucimiento extremo, los a punto de concluir el bachillerato en el Cumbres exhibieron su concepto de las otras personas: están para servirles en sus caprichos, son objetos para divertirles y/o brindarles placer. La lógica imperante de estos hijos de encumbrados empresarios es la de que si el poderío, en este caso económico, no es para restregárselo en la cara a los demás, entonces, ¿para qué tenerlo?
La dirección del Instituto Cumbres dio a conocer un comunicado, en el cual manifestó que el video de ningún modo representa los valores y principios del colegio, alumnos, familias y egresados
(proceso.com.mx/?p=399617). La pieza audiovisual es en sí todo un desmentido a los valores que dice transmitir el exclusivo colegio.
David Korenfeld, el renunciado director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), por el uso privado de un helicóptero de la dependencia que encabezaba, tiene tres títulos de la Universidad Anáhuac, institución joya del sistema educativo de los legionarios de Cristo. Korenfeld es licenciado en derecho por la mencionada universidad, maestro y doctor en administración pública. Sobre el doctor Korenfeld Federman y el affaire del helicóptero escribió en estas páginas un sustancioso artículo Iván Restrepo (jornada.unam.mx/2015/04/13/opinion/020a1pol). El ex titular de la Conagua pasó muchos años con los legionarios y, a juzgar por sus actos, lo que aprendió fue a usar los bienes públicos para su beneficio personal y familiar.
En la presentación pública de su renuncia, el 9 de abril, 10 días después de haber sido captado haciendo uso particular de un helicóptero de la Conagua, David Korefeld dijo haberse comportado en su vida ‘‘apegado a los valores de la verdad, honestidad, siempre de frente y con transparencia. Por eso manifesté mi sincera disculpa y la reitero a toda la sociedad’’. Lo cierto es que cuando se hizo del conocimiento en las redes sociales el caso del helicóptero, Korenfel no se comportó apegado a la verdad, tampoco a la honestidad ni transparencia. Al destaparse su abuso quiso encubrirlo como un traslado aéreo para ser llevado a una supuesta consulta médica. Investigaciones periodísticas demostraron que Korenfeld y familia usaron el helicóptero para ir al aeropuerto de la ciudad de México, y de ahí abordar un avión con destino a Vail, Colorado, para vacacionar. En una entrevista radiofónica mencionó varias veces que usó el helicóptero nada más ocho minutos. No lo dijo, pero detrás de su argumentación estaba el consabido ¿para qué tanto escándalo, qué tanto es tantito?
El caso Korenfeld hace patente, una vez más, que la cultura patrimonialista, con su ofensiva ética de la ostentación, sigue gozando de buena salud entre la clase política gubernamental. Tal cultura tiene jubilosos practicantes entre las élites gubernamentales y partidistas de todos los colores. En la guerra de lodo, y a veces de otros materiales, los de PRI, PAN, PRD, PVEM y demás partidos tienen abundantes recursos para lanzarse unos a otros.
Hay cierta ironía en que Korenfeld había ganado alguna reputación de funcionario eficaz por el asunto de la presa particular que ilegalmente construyó el gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés. Éste, mediante la presa edificada en un rancho de su propiedad, se apropió de un bien público de vital importancia en tierras sonorenses: el agua. Padrés aseguró para sus sembradíos el acceso al agua, en tanto perjudicó a pequeños productores y campesinos al escasear el líquido para ellos. Finalmente, por presiones crecientes de una ciudadanía indignada, la Conagua (entonces con David Korenfeld al frente) dictaminó que la presa de Padrés fuera demolida, y así se hizo. ¿Por qué la élite panista vio bien y a tiempo la paja/helicóptero en el ojo de Korenfeld, y no la viga/presa en el de Guillermo Padrés?
Para la ética de la ostentación los beneficiarios primarios del poder político y/o económico tienen que ser ellos mismos; después, y muy lejos, están los intereses de la ciudadanía. Ellos no han cambiado, y por eso siguen con sus prácticas faraónicas. Lo que se ha transformado es un sector importante de la sociedad mexicana, que documenta y difunde los ultrajantes excesos de las élites y las exhibe en su demencial megalomanía.