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Anuncio de futuro: despoblamiento normalista de la escuela pública
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omo si el desastre y el retroceso de la educación pública no tuvieran límites, la embestida reformadora hace cada vez más evidentes sus nocivos efectos sobre el sistema educativo y el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE) pronostica que en unos cuantos años no se contará con suficientes profesores para las escuelas públicas de enseñanza básica. Sus cálculos optimistas se explican a partir de la extinción laboral de decenas de miles de maestros que habrán de jubilarse o pensionarse tras cumplir el trayecto de su vida docente y el declive del egreso de las normales públicas que imposibilitará generar suficientes maestros para cubrir las plazas vacantes que dejarán los profesores actualmente en servicio. Estas son algunas de las conclusiones y prospectivas formuladas por el instituto en el documento Los docentes en México, informe 2015, presentado en la Cámara de Diputados.

Se argumenta que la disminución de egresados del normalismo es resultado de la baja demanda en el ingreso y la consecuente disminución de la matrícula en las escuelas normalistas, puesto que la formación docente está perdiendo atractivo entre los jóvenes que aspiran a realizar estudios de nivel superior y sólo se ocupan 72 por ciento de los lugares disponibles. Estas generalizaciones, sin embargo, no son consistentes para explicar las causas reales del declive de la población escolar en las normales públicas y no merece reducirse a cuestiones de estética o atractivo. Una de las múltiples formas de privatización de la educación pública ha consistido en la cesión de territorios educativos colonizados por los consorcios educativos privados. En tanto se multiplican miles de escuelas particulares, en forma inversamente proporcional se deterioran y precarizan las condiciones en las que subsisten la mayoría de las escuelas públicas, especialmente de enseñanza básica y normal. Las tendencias privatizadoras han socavado particularmente los centros públicos para la formación docente, reflejadas en la disminución de su proporción dentro del sistema de enseñanza normal y su matrícula estudiantil. Al inicio del ciclo escolar 2012-2013, el total de escuelas normales era de 489, de las cuales 271 eran públicas y 218 privadas, por lo que la proporción de estas últimas alcanzaba ya 44 por ciento y una matrícula equivalente a más de la tercera parte de los estudiantes normalistas.

La principal causa de la disminución estudiantil es resultado de la política educativa restrictiva que mantiene el Estado mexicano para impedir el crecimiento del normalismo público. Los expertos del INEE aseguran que quedan espacios vacantes para el ingreso a las normales, ¿luego entonces cómo explican las movilizaciones de los normalistas en demanda del aumento de la matrícula escolar y la protesta de los jóvenes excluidos a los que se les impide estudiar para ser maestros año con año? ¿Los reclamos de los estudiantes normalistas rurales, normales indígenas, bilingües interculturales y de la mayoría de las normales públicas para ampliar el ingreso son pura fantasía y el INEE no pierde el tiempo en analizar estas cuestiones? El ejemplo más paradigmático sobre la política de abandono hacia el normalismo público lo constituyen las normales rurales que han experimentado el mayor decrecimiento dentro en la enseñanza normal. De entre más de cuatro centenares de escuelas normales, sólo subsisten 17 rurales y representan apenas 3.5 por ciento del universo normalista, con una matrícula inferior a 5 por ciento del total nacional y a las que por décadas se ha impedido su crecimiento. Además de perseguidas y empobrecidas, las normales rurales han sido arrinconadas y marginadas dentro del sistema educativo nacional. La política educativa hacia estas instituciones ha resultado adversa a su fortalecimiento y sometido a un virtual régimen de excepción que apuesta a su gradual debilitamiento y declive, luego utilizado como argumento del gobierno y autoridades educativas para cuestionar la viabilidad sobre su permanencia y plantear su extinción. Ayotzinapa encarna en forma dramática la persecución al normalismo rural y las normales públicas del país.

El INEE, de acuerdo con sus prospectivas sobre la evolución de la matrícula normalista, implícitamente considera que se mantendrá la tendencia decreciente y las normales ya no serán necesariamente las instituciones donde se formen los maestros para la educación pública y el origen normalista de los maestros será cada vez menor en las próximas décadas, así como por la imposición del examen de selección impuesto a sus egresados. Ello supone, apunta el INEE, la búsqueda de alternativas para cubrir en delante las plazas vacantes y la formación docente en otras opciones educativas de instrucción superior, públicas y privadas, para atraer una matrícula considerablemente mayor y mejor calificada. El proyecto para despoblar la escuela pública de los profesores normalistas resistentes a los embates regresivos a la educación es componente esencial de la reforma educativa en curso. Los expertos del INEE seguramente abrevaron en las obras pedagógicas de Elba Esther: llegaron a las mismas conclusiones sobre los profesores normalistas.