Jornaleros de San Quintin
Un grito desesperado que rebasó las fronteras
Bertha Rodríguez-Santos
La principal. Foto: Jerónimo Palomares |
Bajo el grito de “ya no estamos dispuestos a aceptar más atropellos”, miles de trabajadores que con sus manos contribuyen a la prosperidad del Valle de San Quintín, Baja California, hicieron historia el pasado 17 de marzo con una movilización de trascendencia internacional en su demanda de ser tratados como seres humanos.
Con sus exigencias de aumento salarial, mejores condiciones de vida y un alto al acoso sexual contra las mujeres, la lucha de los jornaleros se convirtió en un grito desesperado que rebasó las fronteras. En el Valle de San Quintín, municipio de Ensenada, hay unos 80 mil trabajadores agrícolas, de los que unos 40 mil son triquis, mixtecos y zapotecos de Oaxaca. También hay indígenas de estados como Guerrero, Veracruz y Chiapas.
Las principales peticiones de los jornaleros a los productores agrupados en el Consejo Agrícola de Baja California son muy claras. 1) Un incremento del jornal de ocho horas de trabajo, de entre 115 y 130 pesos a 200 pesos. Cabe señalar que el pago por el trabajo en los surcos varía si se trata de una temporada baja o periodos pico de cosecha. 2) Vivienda digna que incluya servicios de agua potable, drenaje, electricidad y pavimentación de las calles. 3) Penalización y vigilancia en contra del acoso sexual hacia las trabajadoras, eliminación del trabajo a menores de edad y un alto al desprecio hacia los indígenas.
En la mesa de negociaciones que siguió al levantamiento, los patrones sólo aceptaron un incremento del 15 por ciento al pago por jornada de ocho horas al día, aún cuando los jornaleros bajaron de 300 a 200 pesos su demanda de aumento. Los trabajadores argumentan que aun así, 15 por ciento de incremento salarial no es suficiente para cubrir sus necesidades básicas de subsistencia.
Según Fidel Sánchez Gabriel, uno de los líderes de la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, el precio de la canasta básica en la región es de mil 700 pesos, cuando los ingresos promedio de los trabajadores es de 700 pesos. Es decir, la mayoría de los campesinos viven en niveles por debajo de la pobreza.
Justina Luna Santos, originaria de Santa María Tindú y residente de la Colonia Triqui Vicente Guerrero, en el área de San Quintín, narró que ha trabajado en los campos de cultivo por 23 años —desde que tenía ocho, confiesa— por eso se ha unido a la lucha “por un salario justo”.
Una experiencia similar comparte Marisol Zurita quien a pesar de haber nacido en San Quintín se considera mixteca porque sus padres lo son. Narra que como otras mujeres que trabajan en el campo, se levanta a las tres de la mañana y labora entre los surcos hasta las seis de la tarde. Ha trabajado en la cosecha de fresas, mora, pepino y tomate. A veces los patrones las hacen trabajar hasta entrada la noche. “A veces ya no se ve y nos exigen sacar cajas hasta donde aguantemos”. Dice que los 120 pesos que entrarían en la reciente oferta de los patrones es insuficiente porque “todo está muy caro” y no le alcanza para cubrir sus pagos de renta, electricidad, agua y otros gastos que enfrenta para mantener a sus dos niños, máxime que es madre soltera.
“¿Cuánto tiempo van a resistir con dolor en sus espaldas? ¿Cuánto tiempo van a resistir con dolor en sus rodillas? ¿Cuánto tiempo van a resistir con dolor en las muñecas de sus manos?” se pregunta Fidel Sánchez, al referirse a las largas jornadas que los trabajadores pasan con su espalda doblada sobre los surcos.
Según algunos reportes, en el Valle de San Quintín operan unos 26 agronegocios propiedad de empresas nacionales y extranjeras. Un estudio de la Red de Jornaleros Internos, indica que tanto en el Valle como en otras regiones de México donde se desarrolla la agricultura no existen mecanismos efectivos de vigilancia, control y protección por parte del gobierno para garantizar que se protejan los derechos laborales y humanos de los trabajadores.
En el Valle de San Quintín, cerca de 80 mil trabajadores levantan las cosechas de fresa, arándano, frambuesa y mora; un 70 por ciento de esa producción se exporta al mercado de Estados Unidos. También cultivan y pizcan tomate, pepino, chícharos, calabacitas, col de Bruselas, chile, zanahoria, brócoli, y cebollines.
Según el reporte de la Red de Jornaleros Internos, en todo México hay más de dos millones de trabajadores en los campos. Un 60 por ciento de ellos son migrantes indígenas provenientes de los 10 estados más pobres del país como Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz. Aparte de las dos Bajas norte y sur, otros estados donde se sobrexplota la mano de obra en la agricultura son Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Nayarit, Colima, San Luis Potosí, Querétaro, Veracruz, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Estado de México y Chiapas.
Los productores del Valle de San Quintín niegan que en sus campos trabajen menores de edad. Sin embargo, el líder de la Alianza, Fidel Sánchez asegura que en muchos ranchos trabajan niños de entre 12 y 13 años. Incluso, el dirigente sostiene que cuando la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) realiza inspecciones las empresas los esconden.
Los trabajadores agrícolas emprendieron una lucha en condiciones sumamente hostiles ya que a su parecer, los sindicatos oficialistas como la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) así como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), lejos de defender sus derechos, se han aliado a las agroindustrias y no han escuchado el clamor de los jornaleros frente a las desesperantes condiciones de ellos mismos y sus familias.
El gobierno estatal encabezado por el gobernador Francisco Vega de la Madrid tampoco pudo sacar adelante las negociaciones, por lo que los trabajadores buscan la intervención de otras instancias del gobierno mexicano como el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y el propio presidente Enrique Peña Nieto.
La situación en San Quintín podría pronto pasar a segundo plano en la atención de la opinión pública, una vez que los patrones han anunciado que muchos trabajadores han regresado a los surcos. Sin embargo, la dirigencia de los trabajadores ha manifestado su disposición de mantener su movimiento a largo plazo: “si hemos aguantado el hambre por tantos años, estamos listos para seguir resistiendo”, afirman.
Oaxacalifornia Responde
La lucha de los jornaleros agrícolas se desarrolla en el contexto de las migraciones de los pueblos indígenas hacia el norte de México, que aumentaron en los años 80 y 90. Igualmente, se enmarca dentro del proceso de globalización económica en el que miles de personas son desplazadas de sus comunidades de origen en busca de la sobrevivencia.
Los valores sociales de solidaridad y sentido comunitario de los indígenas se topan con un sistema que más que verlos como seres humanos los trata como unidades de producción y en palabras del mixteco Francisco Lozano, quien ha trabajado tanto en San Quintín como en California, “nos tratan como animales”.
Desde antes que estallara el movimiento, el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), una organización binacional con miembros en Oaxaca, Baja California y California, ha tenido un constante contacto con los trabajadores, ya que alrededor de 500 de sus miembros trabajan en el área. Desde hace varios años el FIOB ha desarrollado proyectos de formación de liderazgo y recuperación de la identidad indígena, con talleres de descolonización así como análisis y reflexión sobre la realidad que enfrentan los pueblos indígenas.
Cuando la caravana de 600 jornaleros que salieron de Ensenada con rumbo a Mexicali pasaron por la línea fronteriza San Ysidro-Tijuana, un grupo de miembros del FIOB y otras organizaciones como Unión del Barrio acudieron a manifestar su solidaridad con los trabajadores. El FIOB también ha emprendido un esfuerzo de recaudación de fondos y víveres que llevarán a San Quintín a finales de abril. Igualmente, ha apoyado a la causa con difusión y movilizaciones de apoyo.
El 4 de abril, ante una convocatoria del FIOB, en coordinación con el Proyecto Organizativo de la Comunidad Indígena/Mixteco (MICOP), alrededor de cien manifestantes acudieron a dos bodegas de la empresa Driscoll’s en Oxnard. Esta empresa es una de las principales importadoras de fresa de San Quintín. Los indígenas manifestaron su total respaldo a las demandas de los jornaleros.
Los miembros del FIOB sostienen que continuarán su apoyo a los trabajadores de San Quintín hasta que los productores y el gobierno mexicano atiendan las necesidades de los trabajadores. Mientras tanto, el FIOB busca la intervención de una comisión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para que emita recomendaciones y se puedan encontrar soluciones a corto y largo plazo.
De igual manera, continuarán las movilizaciones de apoyo a los jornaleros. El FIOB planea realizar una manifestación de concientización sobre las condiciones de los trabajadores, durante el Festival de la Fresa que se realiza en Oxnard, California, el 15 y 16 de mayo, en el cual se vende más de un billón de fresas y que es muy concurrido por el público anglosajón.
Esto, ante el llamado de los trabajadores. En voz de su líder Fidel Sánchez: “construimos un pequeño barco con nuestra lucha a la que ya se han sumado miles. Sólo estamos pidiendo nuestros derechos. Necesitamos justicia, necesitamos ser tratados como seres humanos”
Bertha Rodríguez, periodista independiente y coordinadora de medios del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB).