Histórica, la lucha de jornaleros, dice investigadora del Colef
Viernes 10 de abril de 2015, p. 16
Tijuana, BC.
En el valle de San Quintín muchos trabajadores son migrantes que viven en campamentos, pero ya hay una segunda generación nacida en la región, porque uno de cada dos de sus habitantes es originario del sur de Ensenada, Baja California, dio a conocer Laura Velasco, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (Colef).
La lucha de los jornaleros no surge de la nada, tiene su historia en las movilizaciones inscritas en un proceso de integración de residentes, como ciudadanos y actores políticos, y hay un desfase de la clase empresarial y de los gobernantes para verlos de esa manera (migrantes)
, sostuvo al tiempo de señalar que hay asentamientos muy grandes, pero se sigue pensando que están en diversos campamentos.
Advirtió que el reto para los jornaleros de la Alianza de Organizaciones por la Justicia Social es mantener su movimiento, constituir un sindicato legítimo que represente a los trabajadores, obtener su registro y pelear por la titularidad de los contratos colectivos, a partir del recuento.
Aunque aún hay migración de trabajadores, la mayoría de la mano de obra con la que trabajan las compañías es de asentados que disminuyeron el proceso de circularidad en una transición de trabajador migrante a residente y, de manera paulatina, invirtieron energía social en un terreno y construyeron asentamientos.
Laura Velasco consideró que en San Quintín sigue existiendo explotación laboral muy fuerte, sustentada en la intensidad del trabajo, pero con la transición se logró la autonomía residencial, la separación entre la esfera privada y el trabajo, que representa una gran transformación al organizar sus itinerarios domésticos de manera independiente al patrón y con posibilidades diferentes a las que tenían en los campamentos.
Explicó que la libertad de residencia permitió a los jornaleros nuevas formas de organización y es muy significativo el surgimiento de una alianza que tejió, después de mucho tiempo, un cambio en el perfil de las organizaciones, ya que con los asentamientos surgieron los comités de colonias que les permitieron una estructura territorial, a partir del tema del agua, y retomar los asuntos laborales y de rezago social.
La coautora del libro De jornaleros a colonos: residencia, trabajo e identidad en el Valle de San Quintín, una investigación conjunta con Christian Zlolniski y Marie-Laure Coubès, señaló que en 2010 había una población de 92 mil 177 habitantes, de los cuales 49.16 por ciento era originario de otras entidades del país, sobre todo de Oaxaca, Sinaloa –hijos de jornaleros migrantes–, Guerrero y Michoacán, con la tasa de crecimiento más lenta de las tres décadas pasadas; apenas 2 por ciento, que antes alcanzó 18.7 por ciento.
El trabajo agrícola es la ocupación más importante de la región, pero el mercado se diversificó al comercio y servicios para más opciones de las familias, lo que permite entender una lucha más organizada, toda vez que el trabajador ya no depende sólo de la agricultura.