on una economía en problemas severos y sin perspectivas de recuperase para el próximo año se hizo un recorte de 10 mil millones de pesos al presupuesto de salud en febrero. En marzo la Secretaría de Salud (Ssa) informó que se dará otro enfoque a la integración del Sistema Nacional de Salud Universal, ya que un cambio legal no resuelve la falta de la infraestructura requerida, insumos y personal; descubrimiento tardío de lo que ha sido analizado y señalado desde hace años por los estudiosos del problema. Es en este contexto que se debe examinar el presupuesto base cero que se prepara para 2016.
Este modelo de presupuestación tiene más de 40 años y fue inventado para hacer más eficiente a las empresas privadas e incrementar sus ganancias. También se ha utilizado por algunos gobiernos particularmente para hacer ajustes fiscales, o sea, para bajar sus gastos como, por ejemplo, España. A pesar de que el Banco Mundial asesora a México para el presupuesto cero, su representante en el seminario de la Cámara de Diputados señaló que ningún país lo ha implementado y más bien es un cambio de cultura.
Hacer un presupuesto base cero significa revisar todos los programas (en México 889), fijar prioridades, analizar costos y su impacto. Hay un cierto consenso de que es una técnica muy complicada y tardada que tiende a crear conflicto. Y más importante, tiene un problema metodológico fundamental que empieza con quien fija las prioridades con base en qué intereses, sigue con el problema de que la eficiencia sólo se mide en dinero y el impacto con indicadores prestablecidos, generalmente sintéticos.
Como se observa, está detrás un modelo de análisis monocausal, numérico y simplista. Tal vez se puede hacer este análisis exitosamente en una empresa con fines de lucro, pero no cuando se trata de procesos complejos e interrelacionados. Por ejemplo, un problema que se refiere en varios textos es cómo ponderar el efecto de un recorte presupuestal sobre el crecimiento económico y de éste sobre el monto de los impuestos. Es decir, para usar el modelo es necesario comprender o tener hipótesis o tesis sobre cómo se relacionan los procesos. La ausencia de un pensamiento complejo puede llevar a conclusiones equivocadas y graves.
Algunos ejemplos concretos de salud. El programa de embarazo en adolecentes se instauró en 2007 y tiene presupuesto propio. El indicador de impacto es el porcentaje de embarazos en este grupo de edad. Resulta que entre 2003 y 2013 este porcentaje se incrementó de 15.6 a 17.6 por ciento. Con un cálculo costo-resultado el programa debería de desaparecer, pero si se analiza más detenidamente el problema resulta que este tipo de embarazo está relacionado con la pobreza y la falta de acceso a los servicios de salud. Entonces el problema no es el programa, sino su contexto socio-económico y de servicios. Otro ejemplo. El indicador del programa del Seguro Popular es su cobertura poblacional, reportada por la Comisión de la Protección Social en Salud que discrepa en más de 15 por ciento de la proporcionada por el Coneval. ¿Habría que mantenerlo como está o es necesario revisar a fondo este programa?
En el caso mexicano el gobierno ha prometido que no serán afectados los programas sociales, denominación poco precisa. ¿Incluyen, por ejemplo, la educación pública y gratuita o la garantía del derecho de la salud o sólo están los programas de Sedesol?
No es exagerado pensar que el presupuesto cero es sencillamente otro ajuste fiscal para salvar las finanzas del gobierno sin revisar prioridades, la política económica y los privilegios fiscales de las grandes corporaciones. Además, es preocupante que el gobierno propone disminuir la inversión en obra pública y sustituirla con contratos de asociación público-privada; procedimiento que le cuesta mucho más al erario público aparte de haberse mostrado muy ineficiente en términos de los resultados. Recuerden, por ejemplo, que el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca, construido con este esquema, apenas está arrancando, cuatro años después de su inauguración.
El presidente de la FSTSE, Joel Ayala, declaró, a propósito del presupuesto cero, que no habrá despido de personal de base y que se mantendrá el compromiso de 10 mil nuevas plazas de personal médico en la SSa y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. Sin embargo, la secretaría de Hacienda ha declarado que prevé recortes de plazas e insumos, entre otros. Los recortes significan cargar el costo del ajuste sobre una población empobrecida. Otra vuelta de tuerca, pues.