Prevalece una gerontocracia, opina José Antonio Pérez Islas
Martes 7 de abril de 2015, p. 3
¿Por qué los jóvenes tendrían que interesarse en la política, si la política no se interesa en ellos?
En la víspera de las campañas, al aire por enésima vez, el espot del Instituto Nacional Electoral (INE) aturde con el regaño de los padres a la hija que deja ver su intención de abstenerse, repetido hasta la saciedad en radio y televisión:
–¿Ya checaste que estés en la lista nominal? –pregunta el padre.
–¿Para qué? Si ni voy a votar. –responde con displicencia la joven.
–¿Cómo? –cuestiona en tono de enojo la madre, la cual agrega que hay que jalar parejo para lograr lo que deseamos.
–Un país más seguro, con mejores servicios públicos –complementa el hermano mayor.
La estigmatización oficial de la apatía juvenil, plasmada en un espot del INE; la abierta sugerencia de que el leitmotiv del abstencionismo juvenil obedece a la irresponsabilidad e ignorancia de que, al conjuro del voto, vendrá un futuro mejor; el espot oficial ofrece, cual partido en campaña, la promesa como atractivo de las urnas.
Hacen política como si nada hubiera pasado
, subraya el coordinador del seminario de investigación de la juventud, de la UNAM, José Antonio Pérez Islas. No saben leer los nuevos tiempos. Los partidos están metidos en su dinámica, discutiendo sobre sus candidatos. Hacen política a la antigua, como si no pasara nada. Eso habla del anquilosamiento de las estructuras institucionales.
Las cifras oficiales apabullan los discursos políticos. En 2012, sin la corrupción destapada a granel como ha sucedido en el sexenio, con los escándalos inmobiliarios, la abierta complicidad de autoridades y el crimen organizado, la crisis de los desaparecidos que precipitó el caso de los normalistas de Ayotzinapa, los jóvenes como carne de cañon del crimen organizado, la Encuesta Nacional de Valores de la Juventud, levantada por la Secretaría de Educación, reveló que a 89.6 de jóvenes interesaba poco o nada la política. La razón principal: porque los políticos son deshonestos. Así, sin ambages, respondían casi 38 por ciento de jóvenes consultados, hace dos años, cuando no se conocían los temas de la Casa Blanca de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, la de Malinalco, del principal colaborador del gabinete, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Más allá de la visión en el espot del INE, los análisis de la dirección ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica reportan baja asistencia de los jóvenes respecto de otros estratos de la población. Según el Estudio comparativo sobre participación ciudadana en las elecciones federales de 2009 y 2012, en las dos elecciones se observó un desinterés de los jóvenes por participar en la vida democrática del país, excepto de quienes tienen 18-19 años, que registran participaciones similares a la media nacional
.
Hay casi 10 puntos de diferencia entre la media nacional de 44 y 62 por ciento en 2009 y 2012 respecto de quienes tienen entre 20 y 29 años, cuyo porcentaje de participación fue de 35 y 53 por ciento, respectivamente.
Más allá de esa consideración, la estadística sobre los jóvenes da cuenta de su condición. Datos oficiales del diagnóstico del Programa Nacional de la Juventud, que proyectaba este gobierno, reflejaban que el ingreso promedio de los jóvenes que trabajan es de 3 mil 98 pesos; el desempleo en este grupo fue de 7.7, muy por arriba de la media de 4.4 por ciento; 3.5 millones de ellos viven en pobreza extrema, y 45.5 están en pobreza, que en Chiapas alcanza 75.5 por ciento; siete de cada 10 carecen de seguridad social; entre 2009 y 2013 fueron asesinados 46 mil 538 personas de entre 15 y 29 años, y el número de ejecuciones de jóvenes de entre 25 y 29 años fue el más elevado.
Tres años después de que comenzó este gobierno, los jóvenes corean en las calles, en respuesta a la desaparición de normalistas en Ayotzinapa, donde se condena igual al gobierno federal priísta que al Ejecutivo estatal de extracción perredista, José Luis Abarca, edil del sol azteca en Iguala, Fuera Peña
, Fue el Estado
, “No al narcogobierno” y hacen tabla rasa con todos los partidos.
En cuanto a la política electoral, la lista nominal, de cara a las elecciones federales y estatales de junio próximo, arroja que prácticamente uno de cada 3 votantes está dentro la categoría de joven. A pesar de ello, Pérez Islas subraya el entorno político: Independientemente de la edad, de los políticos, en los hechos prevalece una gerontocracia
, que se refleja en el reciclamiento interminable de la clase política en todos los partidos.
La investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Ana María Fernández Poncella –autora del estudio Juventudes, elecciones y movimientos– destaca que si en la lista nominal superan l 30 por ciento, en el Congreso sólo 3.5 por ciento eran jóvenes al comenzar la actual legislatura, es decir, 22 de 628 legisladores. No hay correspondencia
. Entonces, pregunta: Si la política no se interesa por los jóvenes, ¿por qué ellos se tendrían que interesar en la política?
Según su diagnóstico, no puede estigmatizárseles por apáticos o por considerar la abstención una alternativa frente al avasallamiento de una realidad por el desdén institucional y las políticas públicas.
Su activismo en torno al caso Ayotzinapa, su repudio a las instituciones como corresponsables de los hechos, se enmarca en un concepto del teórico alemán Ulrich Beck. “Es un apolitización muy politizada, porque a final de cuentas los jóvenes votan con los pies, y eso no es apatía. Es su manera de expresarse, como lo son también las redes sociales, en alusión a las multitudinarias marchas de condena a la política de Enrique Peña Nieto.
“La poca credibilidad en las instituciones revela que hay una crisis central de la institucionalidad. Entre la crisis económica y política, que se va a acentuar este año, el descrédito del gobierno y el alejamiento del voto útil (…) La participación electoral no llama mucho, porque no se confía en los políticos”, señala, por su parte, Pérez Islas, quien también ha sido consultor de la Organización Iberoamericana de la Juventud.
A decir del investigador, hay un anquilosamiento institucional, incapaz de responder a la realidad de los jóvenes, a lo cual se añaden situaciones como la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, que han provocado su salida a las calles.
Tienen formas de expresar el descontento social (marchas o redes sociales) y su rechazo a la política formal, pero está claro que entre este sector el ánimo está entre la indignación y el encabronamiento.