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“Hoy votar por el Verde es hacerlo por el tricolor”, dice el ex consejero Mauricio Merino

El gobierno de Peña busca mantener el control del PRI en San Lázaro mediante el PVEM
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La batalla por la Cámara de Diputados incluye la invasión de anuncios espectaculares de los partidos políticos en calles y avenidas del país. Aquí, el miércoles pasado en el Distrito FederalFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de abril de 2015, p. 3

Apoyado en un partido bisagra que pese a sumar 10 multas continúa con la entrega de dádivas y estrategias mediáticas impugnadas, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto apuesta a partir de este domingo, en el arranque de las campañas, por asegurar el predominio en San Lázaro. Mientras, la mitad de los 10 partidos se juegan la supervivencia con reglas más estrictas y la izquierda compite fraccionada.

Con complejas reglas electorales que serán puestas a prueba, este 7 de junio se dará una especie de referendo de la gestión presidencial, como se conoce a las elecciones intermedias. Las tres anteriores se han caracterizado por la derrota del partido en el gobierno, pero con una diferencia: ni los ex presidentes Ernesto Zedillo ni Vicente Fox ni Felipe Calderón contaban con aliados reforzados por distintos medios, como el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

Estructura presupuestal

Para las tareas legislativas, advierte el especialista Mauricio Merino, la elección reviste gran relevancia, entre otros aspectos porque en la Cámara de Diputados se redefinirá la estructura presupuestal, a partir del anuncio de que partirá de base cero, además de buena parte de la legislación anticorrupción.

Implicará también –subraya el ex consejero del otrora Instituto Federal Electoral– el retorno de los partidos satélites de los tiempos del PRI hegemónico: Hoy votar por el PVEM es hacerlo por el PRI. Prácticamente es indistinto en cuanto a las decisiones que después se tomen en San Lázaro. En esa lógica los tiempos de legitimación del viejo régimen han vuelto con el PVEM como satélite priísta, con la utilización de dádivas y otras estrategias ilegales como una reiterada estrategia de espots difundidos por Televisa y Televisión Azteca.

Otro factor será la división de la izquierda, tan proclive a las alianzas desde hace décadas. En esta ocasión derivó en la dispersión casi total de PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Morena, salvo en un centenar de distritos federales donde contenderán PRD y PT en coalición parcial.

Para Merino el nivel de participación será clave para favorecer la pluralidad que requiere el país y no alentar mayor concentración entre los principales partidos. A menor votación, las estructuras partidistas y su clientela electoral definen posiciones y reproducen la ecuación: partidos grandes, más burocracias, más recursos, más victorias.

Desde 1997 las elecciones intermedias han representado un revés al presidente en turno: en 1997 Zedillo enfrentó la primera derrota histórica de su partido ­–vaticinio de la derrota en 2000–, cuando perdió la mayoría absoluta en San Lázaro; tuvo 239 diputados y se entró en una fase de multipartidismo real y de la relación entre poderes.

Para 2003, el empuje que había llevado a Fox al poder se había extinguido. Si bien en 2000 el PAN obtuvo 207 diputados –más 16 de su entonces aliado, PVEM–, para 2003 los diputados panistas se redujeron a 148 y ya peleados con el Verde. Entre 2006 y 2009 el PAN registró otro retroceso: de los 206 diputados que obtuvo en 2006, retrocedió a 142.

Producto de su triunfo en 2012, Peña Nieto, el presidente que regresó al PRI al poder, obtuvo un respaldo de 241 diputados (212 del PRI y 29 del PVEM), lo que le permitió impulsar sus reformas estructurales mediante el Pacto por México –factor central de división de la izquierda–, pero en 2014, entre los casos Ayotzinapa, Tlatlaya y la Casa Blanca, se ha reducido su margen de maniobra política. Pese a ello, las encuestas ubican la alianza PRI-PVEM con buenas expectativas de mantener la mayoría simple en San Lázaro.

Preservar el registro

Más allá de la disputa por San Lázaro, el otro factor en juego será la permanencia de al menos la mitad de los 10 partidos políticos que contienden, el mayor número, sólo debajo de los 11 que contendieron en 2003.

La distribución que por ley se hace de las prerrogativas propicia un abismo entre la primera fuerza y los nuevos partidos. Mientras el PRI recibirá 306.7 millones de pesos para gastos de campaña, los nuevos partidos obtendrán 23.4 millones de pesos cada uno, lo que alcanza una proporción de 12 a 1. Casi la misma que ocurre en la promoción en radio y televisión: por cada 10 espots del PRI, cada partido nuevo difundirá uno.

A ello se añadiría el desequilibrio en recursos que hay en el financiamiento ordinario –que repercute en la inequidadad–,donde el PRI tiene mil 22 millones de pesos, frente a 78.1 que cada nuevo partido tendrá.

Con la reforma electoral se endurecieron las condiciones para mantener el registro para los partidos pequeños, que pasaron de 2 a 3 por ciento, proporción que varios no alcanzaron en 2012: el PT obtuvo poco más de 2.5 por ciento; MC apenas superó 2 por ciento y el Panal, 2.29 por ciento. De repetirse esas proporciones, los tres desaparecerían.

Un millón de sufragios

De acuerdo con las tendencias históricas de participación ciudadana en las elecciones intermedias, que promedia cerca de 42 por ciento y sobre la base de un padrón que oscila alrededor de 82 millones de votantes, alcanzar 3 por ciento implicará obtener al menos un millón de votos.

De los tres partidos nuevos, Morena es el más aventajado en las encuestas y se siente a salvo, aunque cuestiona a un sistema diseñado en contra de los partidos pequeños. Nuestra preocupación no está en el tema del registro; evidentemente ya estamos en la disputa por ser la tercera fuerza, asegura Horacio Duarte, representante ante el Instituto Nacional Electoral.

Niega que la izquierda compita fraccionada. Sólo hay una, que es Morena; los demás son partidos de apoyo al régimen. Del PRD está muy clara su vinculación con Peña Nieto, su aval a las principales reformas estructurales. No podemos hablar de un partido de izquierda.

Impulsor de muchas de las quejas contra el PVEM, señala que el partido satélite del PRI ya enfrenta un retroceso electoral, pero sigue el riesgo de que el tricolor más el Verde tengan una mayoría ficticia en la Cámara de Diputados, sobre todo por las coaliciones parciales que hicieron.

Movimiento Ciudadano descarta perder el registro y basa su fuerza en candidatos taquilleros, como Marcelo Ebrard, Enrique Alfaro o Hipólito Mora, así como en un trabajo profundo en redes sociales, estructura e ideología, explica Juan Miguel Castro, su representante en el INE.

Para uno de los dirigentes petistas, Pedro Vázquez, su partido no enfrenta un riesgo inminente de desaparecer, aunque la izquierda va tan dividida. El PT va a un escenario complejo en que todos los partidos, las instituciones y las autoridades electorales enfrentan crisis de credibilidad.

Con candidatos populares por ser deportistas y actores o cercanos a personajes poderosos, como Alejandro González Murillo, sobrino de Jesús Murillo Karam, Encuentro Social apuesta a ganar el voto de quienes no creen en los políticos. No cantamos victoria, pero vamos bien, señala Berlín Rodríguez, su representante ante el instituto.

Señalado como el partido de los cristianos –su dirigente, Hugo Erick Flores, profesa esa religión–, batalla para quitarse ese estigma, añade Rodríguez. Sin embargo, a la vista de sus competidores, tener esa característica les daría cierta fortaleza, porque cuentan con presencia nacional y estructura organizativa.

Condenados a muerte

El menos optimista sobre su futuro es el Partido Humanista. Estamos un poco condenados a la muerte, porque, si a las decenas de trabas que pusieron los partidos grandes le agregas un ambiente social de desconfianza hacia los políticos, es difícil revivir el sentido de los partidos, explica Ricardo Espinoza López, su representante en el INE.

El camino está sembrado de trampas y pone ejemplos como que sólo se pueda solicitar el registro cada seis años o que el sistema sea en la práctica corporativo, por la obligación de efectuar más de 200 asambleas distritales como requisito.

Además, el Humanista ha resentido disputas por la dirigencia. Estamos seguros de que las vamos a dejar atrás a largo plazo, pero la vida electoral no nos da. Si no obtenemos 3 por ciento, hasta ahí llegamos.