Miércoles 1º de abril de 2015, p. 14
La reforma laboral de finales de 2012 no generó mejoras a los trabajadores. Sí, en cambio, precarizó las fuentes de empleo, provocó jornadas más extensas y que las remuneraciones fueran menores. Además, su fracaso se evidencia con un mercado de trabajo que preserva altos niveles de desempleo, al sumar 9 millones de personas en esa situación.
Más de dos años después de ponerse en marcha, en lo que se consideraba sería su año de maduración
, el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) aseguró que la creación de empleos ha quedado muy por debajo de lo prometido cuando el gobierno federal promocionaba dicha reforma, en la cual se hablaba de más de 400 mil nuevos empleos formales, además de los 650 mil que, en promedio, se creaban en el país.
En su balance, la organización civil, especializada en la defensa de los derechos laborales y ligada con la Compañía de Jesús, advierte que una de las principales expresiones de dicha modificación es el abaratamiento de la mano de obra y la flexibilización del empleo, que traen en consecuencia la imposibilidad de ejercer otros derechos universalmente reconocidos, como a la salud, la alimentación y la educación.
Sueldos insuficientes
Si consideramos que los salarios no sólo no han tenido un aumento nominal sustancial y que el poder adquisitivo del sueldo mínimo es 77 por ciento menor al de hace 10 años, es fácil darnos cuenta de que el ingreso de los trabajadores no es suficiente para satisfacer las necesidades básicas
, señala el informe.
Uno de los estándares que indican la precarización del mercado laboral es el índice de la tendencia laboral de la pobreza, que continúa incrementándose, derivado de la realidad que se vive en el país. En su análisis se señala que el aumento anual de 3.7 por ciento registrado durante el cuarto trimestre de 2014 fue la consecuencia de uno de los resultados exhibidos por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo: reducción del empleo que paga bien y aumento de los que pagan poco
.
El mismo indicador muestra la pérdida del poder adquisitivo de 37 por ciento en los pasados 10 años, que se refleja también en una creciente debilidad del mercado interno, que tuvo efectos muy negativos con la crisis económica de 2008 y 2009, mientras la recuperación económica posterior ha sido insuficiente para restituir el poder adquisitivo de los trabajadores y recuperar el mercado laboral.