En México, del total del gasto en ciencia y tecnología e innovación sólo se asigna 21.7 por ciento a inversión, necesaria para modernización y ampliación de actividades de ese rubro. El presupuesto restante (78.3) es para pago de servicios personales (sueldos y prestaciones de seguridad social), gasto de operación y subsidios.

El servicio de investigación y análisis de la Cámara de Diputados refiere que la relación directa entre el crecimiento de la actividad económica de un país con el desarrollo de la ciencia y la tecnología incrementa su productividad ante la presencia de mayor gasto en esas áreas, complementado con el desarrollo de infraestructura, gestión empresarial y cultura laboral de la población.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, enlista los países con mayor gasto en esa función, en proporción de su producto interno bruto (PIB): Suecia con 3.49 por ciento; Corea y Finlandia, 3.5; Singapur y China Taipei, 2.6, y China y Rusia 1.12 por ciento.

Falta a la ley

México destinó sólo 0.34 por ciento (ejercicio fiscal 2015), aun cuando el artículo 25 de la Ley General de Educación, con relación al artículo 9 bis de la Ley de Ciencia y Tecnología, establecen que el gobierno federal debe destinar al menos uno por ciento del PIB a ciencia y tecnología.

Así, la Cámara refiere que para 2015 las fuentes más importantes de los recursos públicos asignados a ciencia, tecnología e innovación en México provienen del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con una cifra de 33 mil 706 millones de pesos, y la Secretaría de Educación Pública con 13 mil 776.

Los rubros con mayor ingreso serán la investigación científica con 45 mil 626 millones e innovación con 11 mil 254. Del gasto asignado a centros de investigación universitarios, la Universidad Nacional Autónoma de México recibirá en el año 8 mil 316 millones y el Instituto Politécnico Nacional mil 748 millones.