21 de marzo de 2015     Número 90

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Crecientes importaciones trigueras


FOTO: International Maize and Wheat Improvement Center

La dependencia mexicana de importaciones de trigo panificable, de más de 50 por ciento hoy, va en ascenso debido a factores climáticos –sequías y heladas-, así como a falta de dotación de agua, que han reducido la superficie de siembra y la producción en los años recientes, pero también a causa de la apatía de los productores a enfocarse a las variedades que requiere la industria molinera y a factores estructurales que encarecen los traslados del trigo de las zonas productoras a las de consumo, afirma la Cámara Nacional de la Industria Molinera de Trigo (Canimolt).

En el año agrícola 2012/13 la producción de trigo panificable en México sumó tres millones 357 mil toneladas, 2.5 por ciento más que un año atrás pero muy debajo de los cuatro millones 116 mil registradas en 2008/09. En este periodo de cuatro años se ha observado una reducción sensible en la superficie triguera, de 183 mil hectáreas, y también fenómenos climáticos adversos que han dañado la producción, según datos de la Canimolt, la cual muestra que en 2012/13 México importó tres millones 997 mil toneladas de trigo (procedente fundamentalmente de Estados Unidos, en 71 por ciento, pero también de Canadá, en 24 por ciento, y el resto de Rusia y Francia). Por otro lado México exportó ese año 610 mil toneladas de trigo cristalino (no panificable).

De acuerdo con José Luis Fuente Pochat, presidente ejecutivo de la Canimolt, “las perspectivas futuras son de una dependencia externa de trigo cada vez mayor, si no incrementamos la producción de trigo panificable. A pesar de tener un ingreso objetivo diferente del cristalino, y de haber apoyos a la reconversión de cultivos, no se ha logrado convencer a los productores de fortalecer sus siembras de variedades panificables en lugar de cristalinos o de maíz excedentario.

Según el directivo, sí hay condiciones para que México produzca más trigo, pero para ello debe darse esa reconversión productiva, fundamentalmente en el noroeste. Asimismo, es indispensable que haya un esfuerzo de los investigadores “para que en tierras de temporal se desarrollen variedades más resistentes a los cambios climáticos, o de ciclos más cortos, pero con calidad harinera; que se dote de agua conforme las necesidades de los productores, y no privilegiando sectores consumidores de otro tipo de granos en algunas regiones del país debido a sus ciclos de producción más cortos, y que el costo de mover granos de las importantes zonas productoras a las consumidoras, sea mucho menor que lo que hoy nos cuesta traer el trigo de Estados Unidos, Canadá o, incluso del Báltico”.

La producción de trigo en México ocurre fundamentalmente en Sonora y Baja California. El primer estado cosechó en 2012/13 casi dos millones cien mil toneladas y el segundo 516 mil 480. Luego están Chihuahua con 155 mil 274 y Jalisco con 101 mil 616 toneladas. Siguen Tlaxcala, Sinaloa, Guanajuato, Michoacán y Nuevo León en ese orden. Otros estados producen cantidades inferiores a 30 mil toneladas cada uno. Este grano es el segundo en importancia en volumen de consumo en México después del maíz.

Según la Canimolt, la industria molinera de México se abastece utilizando el mecanismo de agricultura por contrato (AxC) en alrededor del 80 por ciento de sus necesidades de trigo nacional, e incluso ha habido años de mayor porcentaje. Este año el productor tiene asegurado por lo menos un precio de cuatro mil pesos por toneladas (con base en la actualización del Ingreso Objetivo, el cual opera siempre y cuando haya AxC), y, comenta Fuente Pochat, si bien es cierto que los precios internacionales de los granos en general han ido a la baja, la devaluación del peso frente al dólar tendrá un efecto compensatorio. (LER).


Incertidumbre e ingresos escasos,
tónica del frijol


FOTO: Andrew E. Larsen

Aun con apoyos públicos –que representan 20 por ciento del pago de diez mil pesos por tonelada que recibirán por sus cosechas de fines del año 2014- los productores de frijol de Chihuahua tendrán ingresos muy limitados, comparados con los costos en que incurren para la siembra y que se dispararán con la devaluación del peso. Esta situación no es nueva, los bajos precios y la escasa rentabilidad, es algo ya común en este cultivo básico de la dieta mexicana.

Fernando Ortega Valderrama, coordinador estatal del Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDCH), comenta que la cosecha primavera/verano 2014 de frijol en la entidad sumó entre 58 mil y 60 mil toneladas, con tierras de temporal predominantes. Junto con productores de otros estados como Zacatecas y Durango, definieron con la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (ASERCA), de la Secretaría de Agricultura, un acuerdo para que el precio de mercado, que es de ocho mil pesos por tonelada en Chihuahua, se complemente con un apoyo público de dos mil por tonelada.

Pero hay incertidumbre. “Ya concluyó el proceso de acopio. Estamos en una etapa donde hacemos registros ante Aserca para que reciban los productores este ‘incentivo a la cultura de la calidad del frijol’, como ellos lo nombran. Pero las dependencias son lentas y esperamos que no nos alcance la veda electoral”.

El ingreso, señala Ortega, es limitado. “Los costos por hectárea son de siete mil pesos; en poblados donde se obtuvieron 900 kilos por hectárea, la utilidad va a ser mínima; en regiones donde se obtuvo una tonelada de rendimiento, a lo mejor se obtendrá una utilidad de dos mil a tres mil pesos por hectárea, pero hay que considerar que en los costos por lo general no incluimos ni la mano de obra del productor ni la renta de la tierra”.

“Producimos un ciclo por año y predomina el temporal, y en años secos como 2011 o 2012 hay una pérdida enorme en el campo; de lo que invierten los campesinos, no recuperan ni siquiera los gastos. Es el caso de 2011 y 2012 que no nos favorecieron las lluvias y todo mundo cayó en bancarrota. En 2013 sí nos favorecieron las lluvias y en 2014 igual”.

Una preocupación nueva es la devaluación del peso. “El fertilizante se cotiza en dólares, y ahorita una tonelada de urea anda entre nueve mil y 10 mil pesos, lo que es muy, muy caro. Por otro lado el diésel anda alrededor de los 14.50 por litro. No es posible que un productor tenga que vender kilo y medio de frijol para comprar un litro de diésel. O casi 5 kilos de maíz par aun litro de diésel. No tiene lógica.”

Ortega considera que el gobierno federal incumple con la responsabilidad de generar una política que dé certidumbre para los agricultores. No hay una institución que fije un precio piso, un precio base del frijol, y los coyotes hacen de las suyas, por eso los precios se desploman. Así, mucha gente ha dejado de sembrar. Son pocos los productores que continúan en el frijol, sobreviven porque tienen otras actividades con las que complementan su ingreso. Desde la desaparición de los precios de garantía y de Conasupo a inicios de los años 90’s, la incertidumbre es la constante en frijol; los rendimientos nacionales están estancados y el potencial de incrementar la producción para atender la demanda nacional se ve acotado, señala.

“Lo que necesitamos en el campo mexicano, no sólo en Chihuahua, es, en primer lugar, un fácil acceso a crédito oportuno y barato –pues hoy es inaccesible-; segundo, abaratar los costos de producción, que el gobierno le invierta con subsidios por lo menos al diésel y a los fertilizantes; tercero, hace falta mucha capacitación y seguimiento técnico, nuevas tecnologías que se adecuen o vayan de acuerdo con la región donde estemos, semillas aptas para siembra, nuevas variedades, y por último, darle certidumbre de precios al productor, que el productor sepa que obtendrá un precio razonable para recuperar inversión y que le dé para una vida digna de él y su familia”.

A escala nacional, la producción de frijol sumó en 2013 casi un millón 300 mil toneladas y se estima que en 2014 fue similar; el rendimiento estimado para ambos años es de 740 kilos por hectárea. El valor de la producción nacional es de casi 14 mil millones de pesos. Zacatecas es el principal productor, con 28.2 por ciento del total de las cosechas. Y junto con otras cinco entidades concentra el 72 por ciento de la producción nacional. En orden de importancia son Sinaloa, Durango, Chihuahua, Nayarit y Chiapas. (LER).

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