La UNAM le reconoció 40 años de trabajo ininterrumpido
Viernes 20 de marzo de 2015, p. 6
San Cristóbal de Las Casas, Chis.
El doctor Otto Schumann Gálvez, investigador del Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre México y el Sureste de la UNAM, falleció el mediodía de ayer en esta ciudad a causa de una insuficiencia respiratoria. Nació en Escuintla, Guatemala, en 1934, y estudió hasta el segundo año de la licenciatura en historia en la ciudad de Guatemala. En México cursó la carrera de Lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, de 1960 a 1964. Allí fue profesor de 1962 a 2002.
Dedicó gran parte de su vida al estudio de las lenguas mayas. Inició sus labores, como miembro fundador, en el Centro de Estudios Mayas, y su último libro, Introducción al chontal de Tabasco, fue publicado en 2012 por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, mismo que le reconoció recientemente sus 40 años de trabajo sin interrupción.
Su labor no se circunscribe sólo a la investigación, sino también a una fecunda docencia y divulgación, por lo cual recibió numerosos reconocimientos y homenajes, uno de ellos es el que le dedicó la Red Centroamericana de Antropología en su séptimo congreso realizado en esta ciudad en 2009 con el tema de La antropología en Centroamérica, reflexiones y Perspectivas.
En esa ocasión uno de sus alumnos, Jorge Ramón González Ponciano, investigador del Centro de Estudios Mayas y del Instituto de Investigaciones Filolológicas de la UNAM, presentó la ponencia titulada Otto Schumann y el saber como generosidad, donde recuerda que conoció al maestro en la ciudad de Guatemala, “justo cuando apenas el ejército iniciaba el desmantelamiento de los frentes urbanos de la guerrilla y las campañas de tierra arrasada en el interior del país.
Otto pertenece a esa vieja escuela agredida durante décadas recientes por el productivismo neoliberal de la academia al servicio del lucro, la meritocracia y el engreimiento. El entusiasmo por celebrar la obra del maestro nos permite ahora agradecer sus décadas de instrucciones, la generosa forma de compartir sus conocimientos, la elegante sencillez de su erudución etnográfica, su pesar y abrumamiento por la extinción de las lenguas; su visión desmitificadora del mundo indígena y de todos los mundos, y su acuciosa ilustración siempre abierta y sobre la marcha, siempre en el fluir emocional de la sociedad, y de la necesidad de recobrar la civilidad que permite la construcción de nuevas sensibilidades y el avance de los derechos ciudadanos.
, concluyó.