Jahvel Johnson, El cantante del Metro, abrió el concierto y se llevó sonoro aplauso
Martes 17 de marzo de 2015, p. a10
Dos ideas quedaron claras la noche del pasado domingo en el Teatro Metropólitan: la sorpresa y lo heroico; la primera con Jahvel Johnson (Pablo López), y la segunda con José José, El Príncipe de la Canción, que en adelante serán ahijado y padrino artísticos. Chepe Chepe distinguió a Jahvel, El cantante del Metro, al programarlo en su concierto finisemanal. A las siete de la noche se apagaron las luces y Jahvel se paró en el centro del escenario. Nadie lo anunció. Se oyeron los acordes del piano y comenzó con Old time rock and roll. Un aplauso sonoro lo recibió y siguió con When a man loves a woman, para cerrar con I feel good, que lo convirtió desde ya en El cantante del Metro y del Metropólitan.
Un intro de melodías conocidas anunció el plato fuerte: José José. ¡Príncipe!
¡Eres único!
¡Qué grande eres, maestro!
, exclamaron hombres y mujeres. El cantante quedó más allá del bien y del mal y a su público poco le importó que su voz se escuchara metálica y saliera forzada de sus lastimadas cuerdas vocales; que sus pulmones estén amarrados por el enfisema y desgarre por el esfuerzo de querer sonar afinado; de que para poder meter aire en sus pulmones debe hacer una pausa entre pieza y pieza, contando chistes, anécdotas o consejos. Son síntesis de años de cotorrear el punto, de llegar a límites de consumir avena con vodka. Perdió fortunas, algunas por juegos de azar, por divorcios; fue arrebatado de propiedades, de residencias, y son proverbiales sus propinas en los aeropuertos.
Pero el pasado domingo era su rencuentro con su gente, quienes se enamoraron o sobrellevaron una ruptura sentimental con He renunciado a ti.
Es ídolo y, sin embargo, pidió que lo disculpen por no estar al ciento por ciento. A veces lo hago bien y otras mal
, pronunció con sinceridad. Su gente, sus seguidores, le aplaudieron largamente. Recordó el año de gestación de cada una de sus canciones, los comentarios de los autores, como Pérez Botija y Manuel Alejandro. ¡Mi amor, te quiero!
, le gritó una dama. ¡Eso me lo hubieras dicho antes, cuando tenía tarjetas de crédito!
, contestó el hoy fiel marido de Sarita, su compañera, a quien ha reconocido públicamente como la última mujer que creyó en mí
. Sara sufre los estragos de una embolia y José la cuida y trabaja para ella, para pagar los gastos de la atención médica.
De vez en vez se dirige a una mesita colocada en el centro del escenario, donde están sus chochos
, que dice son homeopáticos. Es cortisona
, comentó un caballero a su compañera. Le pidieron muchos de sus éxitos. Eran muchos, demasiados para dos horas de concierto. José lamentó no poder complacer a todos. Vamos a 1978. En el amor las dos partes deben estar de acuerdo y jalar parejo. Si no, las cosas no funcionan
, se arrancó con O tú o yo, de las más conocidas, en la que se ruega a una mujer que no se vaya en busca de otro amante. De ahí pa’l real, puros éxitos y súper éxitos. La gente ha conocido, en general, la vida pública y privada de José José. De pocos cantantes se puede citar ese nivel de comunicación, que hace del intérprete una figura icónica. Hay temas que son biográficos, como Me basta, Mi vida y Seré.
Sin poder hablar
Ante piropos respondió, con cierta tristeza: ¡a buena hora me dices que me amas! Estoy casado por las cuatro leyes: civil, Iglesia, kermés y la que ya saben!
Regaló dos popurrís, uno llamado Súper éxitos y otro bajo el nombre de Secretos, con las composiciones de su disco más vendido, que logró la cifra de más de 5 millones. Todos los temas fueron éxito.
Pidió a los encargados de la mesa de sonido subir el volumen porque ya casi no podía hablar. Se oye el micrófono llorar
. La gente reclamó a los sonidistas: ¡háganle caso al maestro!
En una pausa regresó Jahvel. José José anunció la entrega de un disco de oro porque su primer disco ya alcanzó esa distinción, por más de 30 mil copias vendidas. Jahvel agradeció y comentó a José que él vivió dos años cantando sus éxitos en la calle y en el Metro.
Se escucharon además A esa, Amnesia, Almohada, Amar y querer (su primer éxito mundial), hasta La nave del olvido y El triste. El público se fue complacido. Un ídolo es eterno, aunque casi ya no cante.