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Deseo, voces, tono
J

acques Derrida afirma en No escribo sin luz artificial: La experiencia de la belleza, si existiese algo semejante es inseparable de las relaciones con el deseo del otro, hasta el punto de que ello sólo funciona a través de la voz, de algo que tiene que ver por las diferencias tonales. O, para ser más concreto a través de la voz como algo que intensifica el deseo al máximo, porque justamente lo separa del cuerpo. Hay en la voz un efecto de interrupción, de suspensión. Uno puede hacer el amor con la voz, sin estar haciendo el amor. La voz separa. Se trata de aquello que hay en la voz que provoca el deseo; es una vibración diferencial que al mismo tiempo interrumpe, entorpece, impide el acceso, mantiene la distancia (Ed. Cuatro, p. 170, Valladolid, España).

Voz y gestos que son huellas que se repiten antes de determinar al ser como presencia. Anteriores al nacimiento, escritura no fonética originada en la placenta, inaprensible, indescifrable, oscuro objeto del deseo, inasible. Diferencias en el origen. El retardo es lo que es original como renuncia irrevocable al origen pleno. Dolores antiguos que repiten silencios angustiosos, máscaras del vacío. Hoja negra de pena, cárcel con rejas, anunciadora de la palabra y puesta en duda de toda palabra, por otra palabra, repetición de la misma y diferencia.

Series de juegos que se vuelven palabras –tonos y ritmos– hechizan y desaniman. Proceso enloquecedor del tiempo, enemigo mortal de la pareja, al transformar significados de los encuentros en juegos de lenguaje, inversiones, neologismos, actos fallidos que lejos de constituir una guía para entender, se vuelven lenguaje inconsciente, vinculado al del otro, que torna la realidad en el fantasma del enamoramiento. Percepción a través del deseo, modificado cada semana, día, minuto o segundo en desencuentros, desilusiones e ilusiones. Nuevas articulaciones de letras, creativas pero dolorosas.

Huellas, trazos encargados de representar el supremo poder terrenal, modificado por el tiempo. Nuevas percepciones, confrontadoras de ángulos del triángulo del ser humano, el vacío, que llevan a la transgresión sexual y social. Diferencias que varían en movimientos y quiebres de impresiones y deseos y aspiraciones de sexualidad. Único objeto de deseo en ese tiempo y, por tanto, encarnación de una autoridad absoluta.

Poder femenino de las huellas sin origen vividos como poder negado, arcaico y secundario, sucedáneo del poder efectivo social, pero no por ello menos autoritario. Concepto que implica la renuncia a la identidad y el tiempo lineal, vivencias femeninas que repite la antigua relación con la madre, objeto de deseo nunca satisfecho. Las relaciones posteriores son pura y vulgar simulación, calcas a su vez de la original, que desde el nacimiento fue ruptura, deseo insatisfecho, expresado en el lenguaje verbal y no verbal (gestos).

Recuerdo de abandonos, uno detrás de otro, hechos de múltiples voces y ayes. Infancia recortada en mismas carencias. Voluptuosidad como niebla que se come el bosque. Deseo fuera de la ley, placer de los desesperados. Espasmo de eclipse erótico, desahogado por el dolor. Restablecimiento de lo no verbal, búsqueda de ternura oscura y milenaria que con nada se sacia. Creencia en la ternura imposible, vivir en la desilusión, fuente de amor, insuperable, que ubica en lugar de la muerte y el pensamiento, enajenados en nuevos juegos.