Arturo Garrido ha luchado toda su vida contra los prejuicios en la danza, por lo que considera que es falso que haya un fenotipo único del arte en movimiento; en los países de América Latina, sostiene, hace falta apoyo y destacan tan sólo algunos cuantos. No se cierra a ninguna vertiente rítmica, desde lo clásico hasta lo popular.

Recientemente impartió el curso Teoría del gesto en la danza, en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, dirigido a coreógrafos, como parte del Programa Creadores en los Estados, de la Dirección General de Vinculación Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Agregó que prepara el libro Cuarenta años de un anhelo, que será editado por el Fonca, y publicará la segunda edición de su libro Hacia una danza de incesantes contrarios, con la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí.

Arturo Garrido ha sido galardonado con los premios Nacional de la Danza INBA UAM (1982), Bellas Artes de Coreografía (1987), Nacional a la Creación Coreográfica (2000) y Nacional Guillermina Bravo a la Trayectoria Artística (2004), entre muchos otros. Ha montado más de 30 obras coreográficas. Organiza para el próximo mayo el 5 Encuentro de la Nueva Sensibilidad; el 4 Encuentro de Fronteras en Tránsito, a realizarse en octubre, y prepara la reposición de la obra Coyote del olvido.

De origen ecuatoriano, pero con una labor de décadas en México, agregó en entrevista que en México la danza ha crecido mucho a nivel de grupos de bailarines, de producciones y puestas en escena, pero ese avance en el plano artístico no tiene una contraparte en los recursos económicos. La gran produccción dancística de México se sostiene en el esfuerzo de los creadores, en un esfuerzo independiente y muy difícil, frente a una estrechez de recursos. Estamos ante la falta de comprensión sobre los procesos y los requerimientos del movimiento artístico. En muchos aspectos hay un divorcio entre los procesos y la dirección de las políticas culturales.

Influencia occidental

–¿Qué hacer?

–Primero que nada, hay que hacer un gran censo nacional de bailarines, de coreógrafos, de maestros, de productores; una investigación sobre requerimientos y necesidades y diseñar una política nacional de desarrollo artístico. Por otro lado, habría que pensar en que muchas veces las instancias legitimadoras de lo que es o no es arte están muy conectadas con lo que se produce en el primer mundo, y nos encontramos con el hecho de que estas instancias legitimadoras buscan obras que se identifican o tienen referentes en la producción que se hace en los grandes centros de la cultura occidental, y no se atienden los discursos más locales o con raíces en problemáticas e identidades culturales locales, propias.

No hay que tomar modelos de otros países, sino cear lo propio. Sí se puede aprender de otras experiencias, pero el modelo de desarrollo cultural debe ser de aquí, producto de un diálogo. En las escuelas hay un esfuerzo muy grande a nivel de los maestros, de la educación, pero creo que no existe suficiente investigación. Muchos de los trabajos que se producen en las escuelas están a la zaga de conceptuaciones y metodologías fabricadas en otros lugares. No creo que haya una investigación suficiente en el desarrollo de conceptos y metodologías que nazcan en nuestro medio.

Tajante, dijo: No ha existido en México una época de oro de la danza. La llamada de ese modo fue siempre un membrete construido por el sector priísta de la cultura, que necesitaba siempre establecer mecanismos propagandísticos de su propia imagen en la producción cultural. No creo en la llamada época de oro de la danza mexicana.

–El físico del mexicano ¿cómo está considerado para la danza?

–La danza está hecha para todos los fenotipos. Está hecha y construida por el ser humano para atender sus cualidades y sus tendencias expresivas. No existe un solo fenotipo. Lo que ha pasado es que se ha vendido una imagen hecha en el primer mundo y ha sido comprada.