erá posible un diálogo con las organizaciones criminales tratando de enseñar a sus integrantes a sensibilizarse con nuestras peticiones y nosotros con las de ellos? ¿O será una ingenuidad?
Como dice el sicoanalista francés Jean Laplanche: Hay que poner a trabajar los conceptos y al propio Freud, en lugar de encasillarlo en simples terapias con pretensiones implícitas de curación
, el sicoanálisis es mucho más que eso, es otra cosa, trata por definición del desciframiento del texto inconsciente que se nos presenta como algo enigmático. Así la crueldad, también enigmática, requiere un trabajo de desciframiento. La violencia mexicana actual necesita, ya, este trabajo.
En México no debemos permitir que la crueldad se abata sobre indefensos sujetos sin miramiento alguno. No podemos vivir en el terror y la angustia de ser torturados, castigo que las organizaciones criminales representan y cuya secuencia lógica son traumas de difícil elaboración. Heridas que nunca cicatrizan, llenan de odio, impotencia y confusión. La vida de los afectados jamás vuelve a ser la misma.
Para enseñar a las organizaciones criminales y estas a nosotros, hay que darles seguridad. Las organizaciones criminales y su cauda de problemas con el Estado chocan con la realidad basada en la responsabilidad, cuyo sentido está en una respuesta coherente al otro. Esto implica conocer los riesgos que tiene, incluidas las proyecciones de cada una de las partes.
La ansiosa reivindicación de las organizaciones al margen de la ley atestigua profundas frustraciones que son generadoras de la repetición de nuestra historia y más violencia y crueldad.
“En los caminos yacen
dardos rotos;
Los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululaban por calles
y plazas,
Y están las paredes
manchadas de sesos.
Rojas están las aguas cual si
hubieren teñido,
Y si las bebemos, eran aguas
de salitre
Golpeábamos los muros de
adobe en nuestra ansiedad,
Y nos quedaba por herencia
una red de agujeros.
En los escudos estuvo nuestro
resguardo,
Pero los escudos no detienen
la desolación,
Hemos masticado grama
salitrosa,
Pedazos de adobe, lagartijas,
ratones
Y tierra hecha polvo y aun los
gusanos.”
(Trad. Ángel Garibay, Anónimo de Tlatelolco (citado por S. Ramírez). Obras completas. Ed. Línea.)
El trauma que la conquista de México imprimió al indígena fue tan intenso que perdura hasta nuestros días. Aun así, algunos todavía festejan el llamado Día de la Raza
. El indígena perdió lengua, religión, costumbres, propiedades y acabó de esclavo y si esto no es traumático, quién sabe que lo sea. Apoyada por Carlos V la conquista se distinguió por la brutalidad de los conquistadores. Encargada a Hernán Cortés, cuya historia parece fábula y su vida novela. Considerado un héroe en su patria, fuera de la misma un guerrero cruel, entre los crueles. Empieza al desembarcar por prender fuego a sus naves y colocar a los expedicionarios en situación de vencer o morir. Salvo la llamada Noche Triste
en que mueren 400 españoles, a los pocos días y en salvaje revancha gana la batalla de Otumba y el rey lo halaga con todo tipo de escudos y tierras.