Santiago de Chile.

La sorda disputa por la herencia de Pablo Neruda, que el premio Nobel de Literatura dejó por escrito que la legaba a las clases modestas del país, se reavivó.

Luego de la decisión del juez Mario Carroza de entregar los restos de Neruda a la casa museo de Isla Negra –a dos años de su exhumación para exámenes que arojaron serios indicios de que fue asesinado y que no murió del cáncer que sufría–, el querellante en la causa y sobrino del escritor, Rodolfo Reyes Muñoz, dijo que recurrirá la resolución para evitar la entrega del cuerpo hasta que los peritajes que están en curso, estén acabados.

No comparto lo decidido por el magistrado, porque realmente lo necesario no es fijar una fecha exacta para sacar el cuerpo, detalló el pariente de Neruda, un abogado, y enfatizó que en un escenario de nuevos análisis no vamos a estar haciendo una nueva exhumación.

Neruda murió en septiembre de 1973 tras el sanguinario golpe de Estado de Augusto Pinochet. Reyes afirmó que las diligencias al respecto todavía no están agotadas y, por lo mismo, se debe actuar bajo la lógica científica; eso vale más que lo comercial.

Asimismo, agregó que los únicos interesados en la entrega de los restos del poeta a Isla Negra es la propia fundación Neruda (que contra el deseo del escritor gestiona su legado incluso al margen del Partido Comunista, donde él militó toda su vida), que quiere el retorno de sus restos sólo con afán lucrativo.

De acuerdo con la resolución judicial, el cuerpo de Neruda deberá regresar adonde fue sepultado, el próximo 8 de abril, debido al prolongado tiempo transcurrido desde la exhumación. A Neruda se le dio una sobredosis de medicamentos, hecho denunciado desde hace años por quien fue su chofer, Manuel Araya.

Rodolfo Reyes, cruzada personal

Desde hace años Rodolfo Reyes sostiene que la fundación Neruda sólo representa intereses privados. En 1987 yo no era abogado, pero confiaba en Juan Agustín Figueroa, un político del Partido Radical, que asumió en un principio la presidencia de la fundación.

“Un día –agregó Reyes–, cuando surgió la controversia por el hotel Neruda, él dijo que ellos, es decir la fundación, eran los únicos herederos del legado de mi tío. En ese instante, se rompió la confianza.”

Rodolfo Reyes, de 65 años, mantiene una cruzada personal para recuperar los derechos que él y su familia reclaman de la herencia del poeta. Desde 2006, Reyes –en nombre de la sucesión de herederos de Neruda– encabeza acciones civiles y penales contra la fundación que presidió Figueroa, y contra el empresario Ángel Maulén, por el uso indebido –a su juicio– del apellido Neruda en una cadena de hoteles. El poeta se llamaba en realidad Neftalí Reyes Basoalto. La disputa judicial se reaviva de tiempo en tiempo.

Reyes ha impugnado el traspaso de la casa de Neruda en Isla Negra, a inicios de los años 90, en el gobierno de Patricio Aylwin –en el cual Figueroa fue ministro de Agricultura–, y que no incluyó a los descendientes.

Matilde Urrutia, discreta cantante lírica, fue la tercera esposa de Neruda y murió en enero de 1985, aún bajo el régimen militar. Ella creó las bases de la fundación al ser la heredera de este legado. Jamás tuvo relaciones cordiales con la familia de su marido.