Su consumo ha desarrollado 22 enfermedades degenerativas
Miércoles 18 de febrero de 2015, p. 39
La Alianza por la Salud Alimentaria, Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y Semillas de Vida (UCSS) advirtieron que la población mexicana está frente a una crisis grave, aguda y drástica
de salud por la autorización de la Comisión Federal de Protección y Riesgo Sanitario (Cofepris) a la importación de 135 líneas de transgénicos para consumo humano –maíz, trigo, soya, canola, algodón– tolerantes al glifosato, glufosinato y al herbicida hormonal 2,4D, uno de los componentes del llamado agente naranja
utilizado por Estados Unidos entre 1961 y 1971 en la guerra contra Vietnam, y los cuales son utilizados para el cultivo de los organismos genéticamente modificados (OGM).
Elena Álvarez Buylla, del consejo directivo de la UCSS y experta en genética molecular, expuso que estudios científicos realizados con ratas y cerdos han demostrado que el glifosato desequilibra las hormonas, puede causar daño hepático y renal, causa malformaciones y otros daños.
Destacó que los granos y oleaginosas transgénicos importados de Estados Unidos tienen altas concentraciones de dicho producto, el cual penetra en las plantas y no se elimina lavándolas.
Por el consumo de los OGM se han desarrollado 22 enfermedades en las personas –cáncer, autismo, enfermedades degenerativas, entre otras–; no se puede demostrar experimentalmente, pero hay una relación perfecta entre el uso del glifosato en Estados Unidos y el aumento de esas enfermedades
, dijo.
Por el alto riesgo que implica el consumo de los OGM para la salud, los integrantes de dichas agrupaciones demandaron a la Cofepris, prohíba la importación de maíz, soya, canola y trigo transgénicos, utilizados por la industria alimenticia; que se etiqueten todos los alimentos elaborados con oleaginosas y granos genéticamente modificados y tratados con los herbicidas Faena y 2,4D, regule el uso de glifosato, glufosinato y evite que lleguen a los alimentos.
Adelita San Vicente, de Semillas de Vida, asentó que la población mexicana consume 329 gramos de maíz diariamente, por lo que deben preservarse las semillas criollas e impedir la siembra de maíz transgénico, debido a sus potenciales daños a la salud. No hay que olvidar la relación estrecha entre la siembra-producción y consumo de alimentos, por lo que las autoridades deben apegarse al artículo cuarto constitucional que determina el derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.
Alejandro Calvillo, de la Alianza por la Salud Alimentaria, dijo que desde abril de 2011, el Codex Alimentarius, establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, aprobó la posibilidad de que los países que lo deseen puedan etiquetar los alimentos que contengan transgénicos, con lo cual se dio por concluida la oposición de la Organización Mundial de Comercio a dicha medida.