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De nuestras Jornadas

PRD: la misma penosa historia

E

ntrampado en una crisis moral similar a la que atraviesa su dirigencia nacional tras la convalidación oficiosa y acrítica de las reformas peñistas en simultánea y multimodal alianza con los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), aderezada además con el sospechoso silencio de Carlos Navarrete luego de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y la barbarie de Guerrero, el perredismo veracruzano resulta inocultable remedo de sus mayores: el comité que encabeza Rogelio Franco Castán repite los mismos discursos del chuchismo, ejerce similar pragmatismo aliancista y, más aún, resulta copia del encarcelado alcalde de Iguala con licencia, José Luis Abarca.

Franco Castán posee el mismo perfil profesional y empresarial que Abarca: aprovechó las ventajas que da manejar la franquicia del perredismo, y su esposa fue precandidata a la alcaldía de Lerdo de Tejada.

En momentos en que el país requiere una oposición que confronte el retorno del priísmo neoliberal, corrupto y simulador, el sol azteca se ha convertido lamentablemente en cómplice de la desgracia mexicana.

Se puso en la misma tesitura de complicidad que el PAN, sólo que el partido de derecha ya probó la Presidencia de la República y le fue cubierta la factura con la protección al inefable Felipe Calderón. Si bien la izquierda perredista gobierna algunos estados y el Distrito Federal, su futuro está en entredicho por la ambición personal sin ambages de sus líderes, quienes asumen la oportunidad política como ocasión para el enriquecimiento personal.

Por lo pronto, Franco y el PRD se alistan para hacer como que compiten y para simular ser una opción política con candidatos a modo, como la del priísta Constantino Aguilar por el distrito Xalapa rural, sin que por ello tenga que renunciar al PRI, o la de Julio Saldaña, ex panista que prestó beneficios al tricolor para que éste se hiciera de la alcaldía y la diputación local del puerto de Veracruz.