Lunes 9 de febrero de 2015, p. a13
Manuel Mijares y Emmanuel continuaron con sus presentaciones en el Auditorio Nacional la noche del pasado sábado, en el que fue su concierto 24. Interpretaron la mayoría de los éxitos que se escuchan desde 1980, antes en programas como Siempre en domingo y ahora en El Fonógrafo.
Están vigentes. Han sumado a sus contemporáneos, seguidores de las nuevas generaciones. Desde temprana hora, a eso de las seis de la tarde, los alrededores del Auditorio registraban la preventa y lo mismo ofrecían boletos de arriba o hasta adelante. De bocinas de vendedores de discos piratas se escuchaban baladas como Todo se derrumbó dentro de mi y Poco a poco, la primera de Emmanuel y la segunda de Mijares.
Pasadas las ocho de la noche ambos aparecieron y entre miles de destellos de luces robóticas irrumpieron con sus versiones de Bella.
En adelante el formato del concierto consistiría en momentos en que cada uno ocuparía solo el escenario, y en otros en los que saldrían juntos y cantarían a dúo.
No se murió el amor
Mijares siguió con la más que autobiográfica No se murió el amor, que muchos medios parafrasearon cuando se separó de Lucero: sí se murió el amor
, rezaban los titulares.
La noche tenía una sorpresa preparada. Emmanuel se posesionó del micrófono y no dejó hablar al soldado del amor
, quien proyectó hasta timidez. Emmanuel le regaló su nuevo disco, que hoy lunes presentará en el museo Soumaya; le dijo que había reunido esa noche 10 mil personas para celebrar su cumpleaños. Entró un mariachi y le cantó Las mañanitas coreadas por el público.
Siguieron algunos de los éxitos más sonados, como Soldado del amor, La última luna, Para amarnos más, El privilegio de amar, en cuya grabación original en un fragmento se oye la voz de Lucero; Mijares guardó silencio y pidió al público que lo interpretara. Cerraron con Toda la vida, que los hizo despedirse en un túnel del tiempo.