“Todas (las autoridades) vienen a ofrecer ayuda, pero a la hora de la hora, no lo hacen. Nos iban a apuntalar la casa, pero sólo vinieron a tirarnos los polines y nos dijeron: ‘ustedes los ponen’, ahora ni nos dejan entrar”, señala César Damián Mateo, cuya familia vivía en una de las precarias viviendas afectadas por el estallido.

Ubicada a unos pasos del Hospital Materno Infantil, su vivienda fue evacuada por daños estructurales y desde el jueves su familia, de 12 integrantes, pernocta en el hogar de una de sus tías. No quiero que me indemnicen, nada más que me dejen mi casa como estaba, porque ni la gasera ni nadie se quiere hacer cargo, resalta molesto en uno de los cercos policíacos, donde en un primer momento se le impidió la entrada.

Ante la magnitud del desastre, los daños a su vivienda pasaron desapercibidos. Hasta las tres o cuatro vino alguien del gobierno. Después llegaron más autoridades, y nada más te dicen que sí a todo, refiere.

Recuerda que primero les dijeron que todo estaba inservible y se podía colapsar. Y luego vinieron otros que no, que (nada más) las paredes estaban cuarteadas.