n el dossier que reparte el Centro Nacional de las Artes (Cenart) a los medios se señala que “no es casual que jóvenes estudiantes y población general no frecuentadora habitual de museos haya sido el público asiduo a las 20 ‘muestras imposibles’ presentadas hasta la fecha”, según palabras de Renato Parascandolo, a quien se le concede categoría de curador de la muestra
, vigente en las cuatro galerías de ese complejo cultural.
En realidad, Parascandolo no es propiamente curador
; él, junto con Fernando Bologna (discípulo de Roberto Longhi), efectuó la scelta de las piezas a participar en este proyecto de la Radio Televisión Italiana (RAI), que cuenta con los elementos técnicos digitales y presupuestarios necesarios para llevar a cabo, tanto éste como otros proyectos similares.
No podemos menos que congratularnos. Hace tiempo un cameriere de hotel que servía en un bar, justo frente al Palazzo Barberini, me confesó que jamás había entrado allí, pero que yo debería estar consciente de que ellos, los italianos, tenían en sus acervos y edificios más de la mitad de las obras artísticas que se admiran en todo el mundo
. Pues sí, contesté, pero el caso es que no las ven, “el edificio que tiene usted enfrente es la Galleria Nazionale d’arte antica y sólo se necesita cruzar la calle”. Ya habrá tiempo
, contestó.
De modo que el proyecto de la RAI posiblemente en sus albores estuvo dirigido a fomentar la asistencia del público italiano en general a museos y centros culturales de la península y de allí ha itinerado a otros sitios; uno de los primeros fue Chicago, donde la población visitadora de museos es vasta, México es el primer país de Latinoamérica donde se exhibe y considero un enorme beneficio que así haya ocurrido. Es una formidable clase de historia visual sobre tres artistas: Leonardo da Vinci, Rafael de Urbino, quien era poseedor, según un versículo que conozco, de “un penello divino”, y Michelangelo Caravaggio, quien como pintor de la contrarreforma está separado de los dos anteriores por varias generaciones.
Tal vez el público se pregunte: ¿por qué el Caravaggio y no su tocayo Buonarroti, artista del Renacimiento mayormente próximo a los otros dos como generador de vertientes manieristas? Avanzo aquí mi propia deducción; hubiera sido infinitamente más complicado presentar a Miguel Ángel como pintor, porque mínimamente, aparte del Tondo Doni y de otras pocas piezas de caballete que se le atribuyen, hubiera sido necesario retratar fragmentos de la Sixtina y del Juicio Final, ambas obras en los museos vaticanos.
No es que eso hubiera sido un obstáculo insuperable puesto que está presente La escuela de Atenas de Rafael, que se encuentra en la Camara della segnatura. Pero este fresco está pintado en un muro, no en una bóveda. Esa puede ser una de las razones, otra es la indudable y cada vez más intensa presencia bibliográfica de Caravaggio que alcanza a la literatura y el teatro.
Aparte, Caravaggio retrata muy bien
, aunque el camarógrafo mexicano Gabriel Beristáin no pudo retratar (debido a la dificultad de obtener los permisos) ni un solo Caravaggio original para la película dirigida por Derek Jarman, financiada por el instituto británico de cine mediante un presupuesto ínfimo. Desde entonces, 1985 hasta hoy, la revolución tecnológica ha logrado maravillas y es cierto que un recorrido por el acervo exhibido en el Cenart es una experiencia que no debe perderse.
El mayormente propiciado en cuanto a selección es Caravaggio, de quien se exhibe incluso el siempre mal iluminado ciclo de la Capilla Contarelli sobre San Mateo en la iglesia de San Luis de los franceses, además de varios lienzos no sólo de museos italianos, sino de Viena, París, Madrid y otras locaciones.
¿Qué es lo que uno ve? Unas cajas de luz, colgadas como si fueran pinturas, a la misma escala que éstas, en muy alta resolución. Hay quienes hemos tenido la oportunidad de ver varios de estos originales y aunque así haya sido, por ejemplo en el caso de la Mona Lisa, de un tiempo a la fecha apenas si hemos tenido un vislumbre debido a la barrera humana que generalmente la bloquea a menos que se consiga un permiso especial para visitar el Louvre cuando está cerrado; lo mismo ocurre con la Virgen de las rocas y Santa Anna, la Virgen y el niño Jesús. Esta pintura inspiradora de un famoso ensayo de Freud, quedó al igual que otras suyas en el Louvre, porque Leonardo murió en Amboise, como bien se sabe.
Muy posiblemente los autores de la selección tuvieron la intención de capturar el famosísimo e inigualable cartón Burlington de la National Gallery de Londres, organismo que accedió a que se fotografiara, por ejemplo, la Cena de Emaus, de Caravaggio. ¿Por qué no el cartón Burlington? Porque las luces y el aparataje necesario para su captura digital pudo haberlo dañado, creo yo y ese es el impedimento principal que encontrarían varias piezas que podrían generar muestras de esta índole.
La exposición es una incomparable clase visual de historia del arte y quizá si contáramos con vastísimas cantidades para traer muestras podríamos obtener en préstamo siquiera un original de cada uno de los tres artistas.
No, no es una exposición dedicada fudamentalmente a niños o adolescentes, se expone en el Cenart por ser centro educativo en varias de las principales disciplinas artísticas. Sin duda remite, y muy adecuadamente, a los originales de estas obras mucho mejor que otros medios y la museografía, ideada por Ricardo Calderón con Beatriz Vidal, como orquestadores, cuenta con una museografía adecuada que presenta las obras como si fueran pinturas, algunas de las cuales, como el Cenáculo, de Leonardo, retratado después del más reciente restauro y está restaurado en sus faltantes con ayuda digital.