Representa una bofetada a la retórica estadunidense
Jueves 22 de enero de 2015, p. 23
Moscú.
La reciente firma de un acuerdo marco de cooperación militar y técnica entre Rusia e Irán tiene un doble significado: es, en términos políticos, una bofetada a la retórica de Estados Unidos y, en lo práctico, abre la puerta al suministro de moderno armamento ruso al régimen de Teherán.
Se acordó esta semana durante la visita del ministro de Defensa de Rusia, Serguei Shoigu, a la capital de Irán, la primera de un militar ruso de ese nivel en los 15 años recientes.
Moscú y Teherán están de acuerdo en ampliar la práctica de autorizar la entrada de sus embarcaciones de guerra a puertos de Rusia e Irán, así como de inicar la renovación de los equipos militares obsoletos de origen soviético, parte importante del armamento del ejército iraní.
Se trata, para Rusia, de un mercado que potencialmente podría representar hasta 20 mil millones de dólares en los próximos 12 años.
Pero en cuanto a su impacto político, la firma de este acuerdo marco sobresale por poner fin al contencioso desde que Rusia decidió, en cumplimiento de una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) como sanción por continuar con su programa nuclear, suspender la entrega de 40 unidades de baterías de misiles antiaéreos S-300, concertada en 2007.
La venta de armas rusas a Irán, en las últimas tres décadas, está marcada por altibajos. Así, en 1989 se concretaron contratos por valor de 4 mil millones de dólares –2 unidades de misiles antiaéreos S-200VE, 20 cazabombarderos Mig-29, 12 bombarderos SU-24MK, 12 helicópteros Mi-17, y otros equipos–, que seis años después quedaron incumplidos por presiones de Washington a Moscú.
Sin embargo, a raíz de que la Organización del Tratado del Atlántico Norte bombardeó Yugoslavia, Rusia renunció a los compromisos derivados del llamado Memorando Gore-Chernomyrdin, suscrito en 1995 por los entonces vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, y el primer ministro de Rusia, Viktor Chernomyrdin.
Irán se convirtió, hasta 2010, en el tercer comprador de armamento ruso hasta que en septiembre de ese año, se hizo efectiva la orden dada unos meses antes por el entonces presidente Dimitri Medvediev de suspender la venta de los S-300 a Irán.
Ahora, ocho años más tarde, ya no es posible reanudar el cumplimiento del contrato con Irán, por cuanto Rusia dejó de fabricar esa modalidad de los S-300 y los nuevos S-400, hasta la fecha, no se han exportado y son exclusivos del ejército ruso.
Por ello, Rusia e Irán estuvieron de acuerdo en iniciar nuevas negociaciones para determinar con qué sustituir los S-300 estipulados en el contrato inicial. En opinión de los expertos, podría tratarse de los sistema Antei-2500, la versión de exportación de la modificación S-300VM, hasta el momento, que se sepa, sólo adquirida por Venezuela.
Con un área de 400 kilómetros de acción sobre objetivos aerodinámicos, y gran capacidad de intercepción de misiles balísticos, los sistemas Antei-2500 son los únicos disponibles para países que no son aliados de Estados Unidos y, junto con los cañones rusos Pantsir S1, comprados por Irán en 2012, pueden constituir una eficaz defensa antiaérea.
Por lo pronto, Rusia e Irán –afectados por sanciones de Estados Unidos y sus aliados– se comprometieron a aunar esfuerzos para enfrentar la injerencia foránea en los asuntos de la región.