inco viajeros ilustres en el México del siglo XX captaron la atención del doctor en letras hispánicas Michael K. Schuessler, profesor del departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma de México, plantel Cuajimalpa, y autor de varios libros dedicados a México, incluyendo La undécima musa: Guadalupe Amor (Planeta 2012) y Peregrina: mi idilio socialista con Felipa Carrillo Puerto (Planeta 2006). En su último libro, también publicado por Planeta, el autor emplea lo que Mónica Lavín ha bautizado como la ficción documental
para recrear las vidas mexicanas de Howard Hughes, William S. Burroughs, Marilyn Monroe, Edward James y B. Traven en los cinco relatos biográficos que se leen con mucha facilidad y con creciente interés, porque son textos ingeniosos, muy bien escritos, de gran agilidad mental y conocimiento de causa. Si bien es la primera vez que el investigador se asoma a la ficción, Michael lo hace con aplomo porque logra algo muy difícil: sujetar los datos biográficos e históricos –a veces muy secos de por sí– a su gran fuerza imaginativa. Como estadunidense que ha vivido ya muchos años en México, el autor también se dejó seducir por nuestro país y la capacidad creativa de muchos extranjeros que escogieron vivir con nosotros, como podrían ser Frances Toor, William Spratling, Katherine Ann Porter y Alma Reed. Michael escogió a cinco personajes que vinieron a mediados del siglo XX y recogió los pormenores más atractivos de sus vivencias en cinco apasionantes relatos.
Un billonario desdentado
El libro arranca con Howard Hughes: Faraón del Acapulco Princess, alucinante crónica que imagina los últimos días del billonario estadunidense, preso de una cama de hospital, quien sólo puede revivir su pasado glorioso porque su presente está formado por botellas colmadas de orines sanguinolentos, uñas largas y torcidas y un hilo de luz que ilumina su cara de viejo pergamino y que se pierde dentro de una boca desdentada y podrida.
–A los intelectuales de México, Michael, siempre les ha llamado mucho la atención el escritor Burroughs…
–El segundo relato de Perdidos en la traducción está dedicado a William S. Burroughs: hombre invisible y recrea la serie de infortunios que lleva al famoso bohemio y representante de la contracultura estadunidense de mediados siglo a refugiarse en México, lugar que compara con lo peor de la India y África por sucio y caótico. A pesar de sus primeras impresiones, aquí descubre un mundo donde todo es posible y que se presta para sus obsesiones y gustos extraños. Justo cuando piensa haber recuperado su vida con todo y esposa e hijos, una noche de alcohol y drogas cambiarán su vida para siempre, pues en un juego de William Tell a la mexicana, mata a Joan, su esposa, al darle en la sien y no en el caballito de tequila que había colocado sobre su cabeza.
–¡Qué bárbaro! Pensé que solo Malcom Lowry había atacado a su mujer en Cuernavaca… Tu tercer relato –y el que más me gustó, aunque los cinco son notables–recrea la visita que hizo a México en 1962 Marilyn Monroe…
–Sí, está narrado desde la perspectiva del ex bailarín de flamenco Ángel de la Cruz, quien había conocido a la blonde bombshell años atrás, cuando ambos trabajaban en Hollywood. Gracias a esta óptica, observamos a una Marilyn inteligente y culta, con creencias políticas de izquierda. Si bien viene a México para comprar muebles que adornarán su nueva casa en Los Ángeles, una tarde se escapa con su amigo Ángel para visitar a un comunista estadunidense exiliado en México. Se trata de Frederick Vanderbilt Field, bisnieto del Comodoro Vanderbilt, quien tuvo que dejar todo en su país natal y venir a Cuernavaca, a sunny place for shady people, perseguido por el senador Joseph McCarthy, cuya caza de brujas rojas
en Estados Unidos fue notorio.
–Tú mismo fuiste amigo de Ángel, que además decía poesía y era fanático de Pita Amor…
–Sí, lo conocí en Guadalajara en 1986, por conducto de su sobrino, en aquel entonces un joven estudiante como yo: Alejandro. Me llevó a la casa de su tío porque quería pedirle un préstamo para comprar una bicicleta y ahí me encontré con 400 fotografías de Marilyn que tapizaban las paredes de su casa.
–¿Se enamoró de Marilyn?
–Fue su amigo, porque trabajaron juntos en Hollywood y nunca se perdieron de vista. Recuerdo la colección de postales que Marilyn le enviaba desde distintas ciudades del mundo. También recuerdo que un día lo encontré muy triste porque había roto todas esas postales y nunca supe por qué. Cuando más tarde me preguntó si tenían algún valor esas postales le dije que cada una valía por lo menos 8 mil dólares; todavía recuerdo la expresión de asombro en su cara.
–De tus personajes, creo que el que más se conoce en México es Edward James, porque fue gran amigo y protector de Leonora Carrington, el primero en comprar su obra…
–Sí, el cuarto relato cuenta la historia de Edward James, noble inglés que llegó a nuestro país en busca de una variedad de orquídeas que sólo se encuentra en la Sierra Gorda potosina. Mecenas de pintores como Dalí y Magritte, James descubre un mundo exorbitante –para no decir surreal– en las fachadas de las misiones barrocas esculpidas por manos de indígenas, en los callejones fangosos poblados de mariposas amarillas de un pueblo perdido en la sierra y, finalmente, en Las Pozas, lugar edénico donde, en compañía de su amigo Plutarco Gastélum, decide construir una visión arquitectónica que es hermosa por imposible.
Selección de personajes
–Sí, Xilitla ahora es uno de los lugares más célebres y reconocidos de San Luis Potosí y atrae a muchos turistas. El banquero Roberto Hernández invirtió mucho dinero en su recuperación. Mariana Yampolsky tomó algunas fotografías extraordinarias de este jardín único en el mundo. Quería preguntarte cómo escogiste a tus personajes…
–Antes de su lamentable muerte, el 25 de septiembre de 2012, Miguel Capistrán y yo habíamos hecho una lista de casi 100 extranjeros en México desde actores de cine a pintores, escritores, empresarios, etcétera. Llevé la lista a Gabriel Sandoval y Carmina Rufrancos, mis editores en Planeta, y decidimos quienes serían los más llamativos para este primer intento. Espero que vengan otros volúmenes, porque descubrí la libertad de escribir ficción en un idioma que no es el mío, que es también una lección de humildad.
–Has de sentirte como Joseph Conrad que en realidad era un polaco que respondía al apellido Korzeniowski.
–Toute proportion gardée, brincos diera.
El libro de Michael K. Schuessler termina con el único relato que incluye al autor y también a su segura servilleta, porque narra la entrevista que Michael hizo al gran cinefotógrafo mexicano Gabriel Figueroa en su casa, en calle de Zamora, en Coyoacán. Durante nuestra conversación, don Gabi le contó a Michael que el escritor B. Traven había vivido en una casita en su jardín, y esto fue suficiente para que emprendiera toda una investigación sobre B. Traven, también conocido como Ret Marut, Traven Torsvan y Hal Croves, aunque muchos se equivocan y lo llaman Bruno. Michael mostró sus dotes de gran investigador y Gabriel Figueroa le pidió que regresara cada vez que quisiera para tomar algo así como 10 tazas de café y recordar a Hal Croves. Seguramente, don Gabi sintió el interés y el amor que Michael siempre ha profesado a México, ya que es especialista en la cultura y la literatura de nuestro país.
–¿Piensas, Michael, que los mexicanos se dan cuenta del valor de todas las aportaciones de los extranjeros que mencionas y muchos otros como Dwight W. Morrow, Ambrose Bierce, Pablo O’Higgins, Tina Modotti, Edward Weston, Margaret Shedd, Ralph Roeder, Tamara de Lempicka, Fred Davis, Alice Moats y Remedios Varo? En fin, la lista es interminable…
–Espero que se den cuenta de que su país ha recibido con los brazos abiertos no sólo a individuos, sino a grupos enteros de exiliados como a los republicanos españoles, los perseguidos chilenos de Pinochet, los argentinos de la dictadura militar, las víctimas de McCarthy en los 50.
El libro de Michael Schuessler llena un vacío que es también homenaje, ya que hace muchos años, su maestro y amigo Miguel Capistrán tenía preparado un manuscrito sobre los extranjeros en México y Margo Glantz escribió en 1964 Viajes en México: crónicas extranjeras. Ahora Michael sale con este libro que según la escritora Mónica Lavín es intenso y arrebata el aliento del lector. Rosa Beltrán, novelista, cuentista y directora de Publicaciones de la Universidad NAcional Autónoma de México también exclamó que no lo pudo soltar y la hizo pasar una noche en blanco.