Opinión
Ver día anteriorDomingo 18 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Algunos datos, algunas preguntas
P

rimero los datos, recogidos el 12 y el 13: según la prensa francesa e internacional, desde la marcha republicana del 11 y su unión nacional, se produjeron en los primeros dos días 60 atentados racistas en Francia contra los árabes y las instituciones musulmanas. Según un sondaje del martes la popularidad de Hollande ganó 5 puntos y la del primer ministro Valls, 7. Los cuatro franceses judíos asesinados en un supermercado kosher fueron sepultados en Israel como héroes nacionales en una ceremonia encabezada por Netanyahu, quien bombardea normalmente Gaza y mata regularmente niños árabes por decenas. En la primera línea de los manifestantes figuraba un alto representante del gobierno de Peña Nieto, que lleva en la espalda Tlatlaya y Ayotzinapa y lamenta la matanza en Charlie Hebdo y que desde México, donde mataron 190 periodistas, defiende la libertad de prensa en Francia. Estaba igualmente el presidente de Ucrania, que utiliza mercenarios chechenos contra los ucranianos del este que quieren independencia. Los chechenos, como se recuerda, pusieron bombas en el metro de Moscú y tomaron escuelas llenas de niños, que terminaron muertos, en parte por ellos y en parte por la bárbara policía de Putin. El armamento de los dos hermanos Kouachi y de Colibaly (los terroristas) estaba compuesto por varias Kalashnikov, diversas pistolas y granadas de mano y explosivos por un valor de cerca de 40 mil dólares (sin contar el costo del auto de los primeros y de la moto de gran cilindrada del último). Una vez asesinados los dibujantes y redactores de Charlie Hebdo, según testimonio de un sobreviviente escondido en la cantina, uno fue a buscar en el refrigerador de la misma algo de beber, que le ofreció a su hermano como si les sobrase todo el tiempo del mundo para la fuga. Además, por primera vez desde la matanza de los tejedores insurrectos de Lyon y de los Comuneros de París, en el siglo XIX, el gobierno desplegó 10 mil soldados, militarizando Francia con un contingente similar al que emplea en Malí.

Las preguntas: ¿de dónde sacaron unos raperos y delincuentes de poca monta el dinero para comprar ese arsenal? ¿Por qué se fugaron tan lentamente? ¿Cómo es posible que un ex preso durante tres años por ayudar a terroristas y su hermano, que figura en la lista de los seguidos por la CIA, circulasen con sus propios documentos, que los incriminaban como sospechosos? ¿Es posible que gente que se prepara para realizar un atentado no sólo lleve sus propios documentos sino que, además, los pierda oportunamente en su coche al abandonarlo? ¿Por qué, de inmediato, las autoridades lanzaron 88 mil policías y gendarmes en una cacería humana cuyo objetivo era exterminar lo antes posible a los sospechosos en vez de entregarlos a la justicia? ¿Por qué, al día siguiente del atentado, se suicidó un subcomisario de la Policía Judicial encargado de la investigación del caso?

Unánimemente, los propietarios de diarios de todos los países colonialistas califican la manifestación del 11 de histórica y de republicana. Histórica puede ser, porque muestra el terrible deslizamiento de los franceses hacia la derecha xenófoba, comprobado anteriormente por los resultados electorales del lepenismo, que Hollande quiere ahora desviar hacia su molino. La Francia de los Derechos del Hombre está muy enferma… Pero ¿republicana? ¿Nos toman por tontos fingiendo creer que la República Francesa es la de 1789 y que la marcha la encabezaban los sans culottes con su gorro frigio y el incorruptible Robespierre y no los representantes del gran capital, corruptos y colonialistas, e incluso representantes de las monarquías?

La república burguesa francesa es hoy la de los asesinos de los comuneros que se entregaban desarmados, la de Thiers, las sangrientas aventuras coloniales, los escándalos financieros, la que prefirió a Hitler antes que al Frente Popular socialista-comunista y colaboró con los nazis. Oír La Marsellesa en las manifestaciones de los chauvinistas y de las almas cándidas que se dejan engañar por ellos es particularmente ofensivo. Esta no es la Francia de las revoluciones ni la que fue un faro en el mundo.

Si Charlie Hebdo tuvo que resurgir de las cenizas de Hara Kiri clausurado por un chiste sobre el general De Gaulle el día de su muerte, si L’Homme Libre clausurado tuvo que salir bajo el título de Le Canard Enchainé (el pato encadenado), si las revistas legales de Ahmed Ben Bella eran cerradas una tras otra apenas salían, lo que defiende esa Francia no es la libertad de prensa en abstracto sino la libertad para difundir mediante sus medios de comunicación todo lo que remacha la opresión de los de abajo, los inmigrantes y franceses de primera generación a quienes no basta con explotar sino que sobre todo hay que dominar, castrar culturalmente, aplastar, hacerles avergonzar de sus cuerpos y su cultura tal como hace la burguesía mexicana con sus inditos

Para combatir los crímenes no se necesita el estado de excepción que impuso Hollande: bastan la policía y la justicia. Francia se encamina hacia una ley antiterrorista como la Patriotic Act estadunidense y las leyes antiterroristas de los sirvientes neocoloniales. El gobierno del mismo partido socialistaque apañó en Argelia la tortura sistemática por los militares de todo sospechoso de ser independentista y el corte de cabeza de los combatientes árabes, alienta ahora la islamofobia de masa y la xenofobia y manda su portaviones a bombardear en Medio Oriente. Su decadencia militar, política, moral, llega al extremo de tratar de sustituir al lepenismo en el manejo del racismo que desde el medioevo está presente en Europa.

La unidad nacional es la sumisión política y cultural de los explotados a los que dirigen el barco y viajan en primera clase, una inmunda mentira que debe ser desenmascarada y combatida todos los días aquí y en Francia.