Debe llegar a comunidades marginadas y dispersas y centrarse en los más vulnerables
Los programas presentan deficiencias en la calidad de los servicios de intervención social
Miércoles 14 de enero de 2015, p. 17
A dos años de que el gobierno federal puso en marcha la Cruzada Nacional contra el Hambre, aún la carencia alimentaria y la desnutrición son un problema en el país. Se trata de una estrategia que sigue en construcción, debe llegar a comunidades marginadas y dispersas donde se presentan las mayores carencias y debe focalizar la atención hacia los grupos vulnerables con mayores dificultades para ejercer sus derechos sociales.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) consideró que entre los problemas que presentan los programas incluidos en la cruzada están las deficiencias en la calidad de los servicios de las intervenciones orientadas a la atención de la población en situación de pobreza y en localidades alejadas.
En la Evaluación de la política de desarrollo social 2014, el Coneval presentó un análisis de la estrategia social del gobierno federal que se puso en marcha en enero de 2013, cuando se anunció el programa en 400 municipios del país, a los cuales el año pasado se sumaron 612 para cubrir a 78.4 por ciento de la población en carencia alimentaria y pobreza extrema.
En el análisis advirtió que es necesario asegurar que los criterios de selección de los beneficiarios efectivamente prioricen la atención a la población en pobreza extrema alimentaria y que los programas identifiquen cuál de su población atendida es parte de la población objetivo de la cruzada
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Agregó que es importante establecer indicadores de resultados relacionados con la población en pobreza extrema alimentaria, para cuantificar su atención y dar seguimiento a los resultados. También debe haber instrumentos de monitoreo que permitan cuantificar la atención de la población y dar seguimiento a los resultados.
Apuntó que se deben reforzar las intervenciones con la inclusión de programas pertinentes, así como redoblar los esfuerzos para que en ellos se identifique y focalice la atención en la población objetivo. Propone elevar la calidad de los apoyos, llegar a comunidades marginadas y dispersas donde se presentan mayores carencias, y focalizar la atención en los grupos vulnerables con más dificultades para ejercer sus derechos sociales.
Advirtió que la seguridad alimentaria es la que presenta mayores retos, ya que diversos tipos de contingencias pueden poner en riesgo el acceso a los alimentos o su correcta utilización. Entre ellas menciona las crisis económicas, el alza de los precios de los alimentos, los desastres naturales o la enfermedad o muerte de los proveedores principales del hogar.
En cuanto a la desnutrición infantil, indicó que si bien existen intervenciones adecuadas, es necesario mejorar sustantivamente la calidad de los servicios de salud y educación, que incluyan un monitoreo adecuado del embarazo para combatir la anemia y la desnutrición entre las madres, reforzar las acciones para promover la lactancia materna, hacer un mejor monitoreo de peso y talla de niñas y niños, reforzar el componente alimentario en las escuelas y focalizar a la población indígena.