urante la 26 reunión de embajadores y cónsules en Palacio Nacional, el presidente Peña instruyó
a los diplomáticos mexicanos, advirtiéndoles que todo el mundo debe enterarse del mensaje de México: nuestro país está haciendo frente a sus problemas y rezagos y sigue transformándose para generar condiciones de bienestar. Señaló a los embajadores y cónsules que tienen la encomienda de fomentar una imagen veraz y objetiva de México que disipe dudas y distorsiones de la realidad. Que México ha hecho lo que ningún otro país ha sido capaz en las condiciones de crisis de los últimos tiempos: una vasta transformación estructural.
Parece que tal vez demasiados (malos) mexicanos han estado difundiendo a los cuatro vientos una imagen del todo distinta de aquella que ha de contenerse en la encomienda dictada a los diplomáticos mexicanos distribuidos por el mundo. Esos malos son el círculo rojo foxiano de Peña; los que no quieren a la patria. El círculo rojo de Peña predica en un vacío desierto en el que están ausentes la élites del poder que han decidido ni verlo ni oírlo; entretanto el Presidente presenta una imagen de México como la de la tierra prometida: Peña pugna por persuadir a los millonarios del mundo que México les ofrece un futuro luminoso. La marca México
vende; así se expresan los mercaderes del poder.
Para EPN las reformas estructurales
son un hecho inminente (los inversionistas extranjeros, que son quienes comprarán México
el Presidente los quiere ya en casa, aunque para tales poderosos señores unos cinco a 10 años son los tiempos en que las inversiones maduran). Extrañamente, el Presidente garantiza la efectiva realización del cambio estructural.
Los millonarios lo serán aún más, les promete Peña. Y ellos lo saben; si algunas condiciones cambian, una mesurada aceleración del crecimiento en Estados Unidos, por ejemplo, despertaría la codicia de los inversionistas a quienes consta que el crecimiento neoliberal concentra el ingreso y la riqueza en la punta de la pirámide social. Todo parece indicar que las élites del poder pueden garantizar que las reglas de la concentración neoliberal se extenderán indefinidamente: la experiencia de los 30 años recientes eso les ha enseñado.
Los de abajo, siempre desterrados del desarrollo, son ahora, además, bajo las reglas de la economía neoliberal, desterrados del futuro. ¿Es esta realidad sostenible?
Es altamente dudoso. Aquí y allá el miedo ha empezado a escabullirse. ¿Cuál será a plazo medio el efecto del triunfo muy probable de Syriza, abreviatura de la Coalición de la Izquierda Radical griega) el próximo junio? ¿Cuál el cada vez más probable triunfo de Podemos en España, con Pablo Iglesias a la cabeza? ¿Cuál el acercamiento con Syriza que está gestándose desde la sexta asamblea de Esquerra Unida y Alternativa, tomando como modelo la ruta de la exitosa coalición griega, para alcanzar una alianza de izquierda más amplia que sea la Syriza catalana?
Avances significativos en estas iniciativas en una cada vez más convulsa Europa tendrían efectos disruptivos en la dominación neoliberal en amplias zonas del mundo. ¿No empieza a asomarse en México una izquierda de raíz propia que ha derribado docenas de muros de desconfianza entre muchos desterrados?
Syriza tiene un programa de 40 puntos específicos que tienen en un hilo a la señora Merkel. He aquí los primeros seis: 1) realizar una auditoría sobre la deuda pública. Renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo; 2) exigir a la UE un cambio en el papel del BCE para que financie directamente a los estados y a los programas de inversión pública; 3) subir el impuesto de la renta a 75 por ciento para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales; 4) cambiar la ley electoral para que la representación parlamentaria sea verdaderamente proporcional; 5) subir el impuesto de sociedades para las grandes empresas al menos hasta la media europea; 6) adoptar un impuesto a las transacciones financieras y también un impuesto especial para los productos de lujo.
Podemos, en España, tiene un programa muy amplio y detallado, resultado de un proceso de elaboración colectiva a través de un método abierto y ciudadano en el que han participado miles de personas. Podemos hace una presentación sucinta y atractiva que después desarrolla en seis minuciosos capítulos.
1. Recuperar la economía, construir la democracia.
2. Conquistar la libertad, construir la democracia.
3. Conquistar la igualdad, construir la democracia.
4. Recuperar la fraternidad, construir la democracia.
5. Conquistar la soberanía, construir la democracia.
6. Recuperar la tierra, construir la democracia.
Hay desterrados del país, alrededor de 12 millones de mexicanos, más su descendencia (nadie tiene la cuenta), que viven en 66 países del orbe; la inmensa mayoría en Estados Unidos, donde son desterrados de todas partes. Hay entre 60 y 70 millones de mexicanos que viven en el territorio donde nacieron, pero casi nada les pertenece; han sido desterrados del presente y del futuro; de ellos hay unos 10 o 12 millones que han sido desterrados hasta de su pasado; se lo arrebataron. Pero son los de arriba los que presumen ese pasado como si fuera de ellos.
Ya se cansaron de su condición de desterrados. Por eso están decididos a volver al lugar del que nunca debieron ser echados. Volverán.