Opinión
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Los desafíos de la economía global en 2015
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o es fácil predecir el futuro y menos lograr un consenso para este año 2015, o siquiera definir cuáles son los temas más importantes desde la perspectiva global o de un país en particular. Es probable que existan en el camino de la predicción algunas coincidencias sobre los hechos y los momentos en que los cambios se presentarán. Nadie tiene una bola de cristal para adivinar el porvenir.

Estoy seguro de que en algunos casos durante el año 2015 prevalecerá el optimismo sobre el comportamiento de la economía mundial y sus impactos en las actividades sociales, culturales y políticas. Ello, particularmente porque algunas estimaciones prevén un crecimiento económico mayor de la actividad internacional, impulsado principalmente por signos positivos sobre la recuperación de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. El pesimismo, por otra parte, se fundamenta en la realidad de la situación que prevalece y el peligro hacia la recesión y la deflación en la mayoría de los países europeos y en Japón. Igual sucede con la incertidumbre del crecimiento menor de China y de la India que podría crear periodos potenciales de pánico e inestabilidad mundial.

En algunos países la cooperación internacional se enfrentará a posiciones nacionalistas y en otros a estrategias comerciales más agresivas, como las de China o Rusia, que tienen un gran impacto en la situación global, especialmente en las industrias manufacturera, del petróleo y la energía. La cantidad de voces y programas es tan variada en el mundo de hoy que en ciertos casos los gobernantes y políticos han anunciado planes y reformas que también impactarán, mientras que otros basarán las esperanzas en el desarrollo humano, en la protección a los niños y al medio ambiente, el agua, la educación y la cultura.

Independientemente de las alternativas y visiones elaboradas para el año 2015, tanto en el mundo como en nuestro país México, hay un común denominador que no puede ni debe descartarse y es el hecho de que más allá de los sistemas y condiciones de cada nación, la desigualdad y la inseguridad han estado creciendo con todas sus consecuencias para la estabilidad y la paz social.

Hoy es urgente revertir esa tendencia tan marcada y acentuada, que ha sido producto de la evolución deformada de un sistema basado en la ambición, la avaricia y la corrupción prevalecientes en muchos lugares. Los riesgos de continuar con una política que cada día provoca más concentración de la riqueza en menos manos serán evaluados en forma permanente en el transcurso del año 2015.

En diferentes foros y organizaciones se ha analizado esta situación para llegar a la conclusión de que es preciso que los gobiernos formulen con sentido de urgencia, políticas industriales progresistas, en las que los sindicatos deben poder incidir para promover la industrialización y el empleo. Tanto dentro de IndustriALL Global Union, la organización global sindical más importante del mundo con más de 50 millones de miembros de 140 países, como en Workers Uniting, creada por los USW de Estados Unidos y Canadá, y Unite de Gran Bretaña, así como en la Confederación Sindical Internacional y en muchas más, se ha propuesto un nuevo modelo de crecimiento económico basado en la idea de una creciente prosperidad compartida.

El objetivo principal de estos esfuerzos colectivos es que, al mismo tiempo que promuevan la equidad y la democracia, luchen por la racionalidad y el equilibrio social para avanzar hacia nuevas oportunidades para alcanzar mayor justicia, dignidad y felicidad.

Hay un hecho fundamental que es común a estas propuestas, en el sentido de que la economía y la política de la mayoría de los países están totalmente supeditadas a la voluntad e intereses de las grandes corporaciones, las cuales imponen decisiones a gobiernos débiles que son manipulados y controlados por esos mismos capitales. La función de servir al interés nacional de las mayorías se ha perdido y por otro lado la falta de responsabilidad y solidaridad social han deshumanizado a muchos empresarios coludidos con el poder político.

Una propuesta muy sensata, y ojalá todos los sindicalistas la entendieran, es que trabajando juntos a través de las fronteras, es posible impulsar el futuro de los trabajadores y sus familias, que bien lo merecen. Las crisis que el mundo ha experimentado, especialmente la del año 2008 que agravó los problemas de la desigualdad de la sociedad, han hecho ver con claridad que, por primera vez desde la gran depresión de los años 30, la próxima generación tendrá niveles de vida menores que los actuales.

Si verdaderamente queremos construir una agenda global de prosperidad compartida, el movimiento sindical debe llevar la lucha al campo de la política para cuestionar a los miembros del Congreso de la Unión y movilizar el apoyo público. Debemos asegurar un mejor porvenir para todos y no sólo para una minoría y construir alianzas progresistas que nos permitan balancear al mundo y llevarlo a un destino mejor.

Como bien lo ha señalado la organización IndustriALL Global Union, no podemos dejar las decisiones sobre el futuro de nuestras industrias, nuestros empleos y nuestro planeta en manos de las empresas multinacionales, ni de las fuerzas del mercado.