Reúne biografías de actores, directores y escenógrafos, dice Édgar Ceballos, el autor
deja constancia del quehacer escénico del siglo XX y principios del XXI
Lunes 5 de enero de 2015, p. 9
El diccionario mexicano de teatro-siglo XX, de Édgar Ceballos, es una obra necesaria, pertinente, de acopio extenso de datos: más de 3 mil 500 fichas y mil 400 fotografías en 528 páginas, en una edición que registra diversos movimientos, tendencias y personajes del rostro actual del teatro en México.
En entrevista, Ceballos dijo que esta segunda edición del compendio reúne a los creadores escénicos del siglo XX. Completa la colección Memoria y Creación, de ocho libros indispensables. Con él concluyo una tarea titánica y ejemplar: dejar constancia del quehacer escénico durante el siglo pasado y principios de éste.
La minuciosa investigación que nutre este diccionario es resultado del trabajo documental de Ceballos, quien indagó en bibliotecas, archivos históricos, hemerotecas y fototecas, sin pasar por alto entrevistas a los hacedores de teatro. “Recoge lo más sobresaliente del quehacer escénico de México durante el pasado siglo para trazar un panorama que reúne las más significativas biografías de actores, directores, autores, escenógrafos, teóricos, así como instituciones públicas y privadas.
Constituye una valiosa aproximación a la historiografía del teatro mexicano del siglo XX, que busca ser comentada, valorada y enriquecida por la comunidad teatral, así como por el lector curioso, para que en sucesivas ediciones se puedan enmendar sus posibles omisiones a fin de estar al día como la obra de referencia que pretende ser.
Erudición, dominio de datos y material iconográfico
La primera edición data de 1994. En su momento, también buscó ser la historiografía de todas las manifestaciones escénicas desde 1900. Ahora está actualizada. Casi nos aventuramos a afirmar que no hay en el mundo ningún catálogo sobre teatro que conjunte, como éste, la erudición, el dominio de datos y fuentes y material iconográfico con la exposición precisa a cada cédula.
Memoria y Creación tiene el apoyo del estímulo a la producción de libros del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Nacional de Bellas Artes. Comenzó en 2013 y concluirá en 2015. Es un proyecto que resignifica y revalora el conocimiento tanto historiográfico como teórico al proporcionar información privilegiada aa los hacedores de las artes escénicas. Las publicaciones están a la venta y son distribuidas entre artistas y creadores, mediante la red nacional de bibliotecas y diversos canales, a todos los rincones del país, lo que permite un mayor conocimiento tanto del patrimonio y la tradición de la cultura escénica nacional, como de la técnica para la escritura de los textos dramáticos.
La colección está dirigida a maestros y alumnos de danza, teatro, música, literatura, historia virreinal y antropología. Está integrada por los siguientes títulos: El jardinero de fantasmas, vida y obra de Carlos Ancira, de Jesús Ibarra; Aplicación y desarrollo del drama holista, de Carlos Robles Cruz; El actor en el siglo XVIII, La danza teatral en México durante el virreinato y Teatro musical y danza en el México de la belle époque, de Maya Ramos Smith; Cómo escribir teatro, historia y reglas de dramaturgia, de Édgar Ceballos; En los andamios del teatro, las escenografías de David Antón, y el diccionario.
Ceballos agregó que el libro apareció hace 20 años “con algunos errores. En ese entonces no consideramos el teatro musical y hemos descubierto que a partir de 1959, con el estreno de Mi bella dama, ha tenido una enorme cantidad obras. En varios años se estrenaron más de 50 musicales, entre extranjeros y mexicanos. Sustituyó lo que a principios de siglo y hasta los años 40 fue la zarzuela chica, gran alimento del pueblo mexicano, y la revista que hicieron el Panzón Soto y Joaquín Pardavé qu tuvieron en el teatro Lírico presentaciones exitosísimas.
“Mi bella dama, con Manolo Fábregas, se presentó en el Palacio de Bellas Artes, atiborrado de público. Desde ahí el teatro musical tendría una catedral: el Teatro Insurgentes, con actuaciones de Silvia Pinal, por ejemplo.
“En este milenio se han montado musicales en otros escenarios. Esto lo subsanamos en esta segunda edición. De 1990 a la fecha ha aparecido una enorme cantidad de gente de teatro. Por eso, este diccionario tiene ahora más de 3 mil fichas, incluyendo temas específicos, como la censura, organizaciones autorales, el teatro regional. Temas muy completos que hacen de este libro una herramienta no sólo para los hacedores de teatro, sino para comunicadores, periodistas y otros profesionales.
Intentamos no dejar fuera nada, porque nuestra política es incluir a todas las personas que hayan hecho arriba de tres obras. En contados casos, cuando la persona hizo una sola pieza, y es connotada se le toma en cuenta. Lo merece. No estoy muy de acuerdo con esa actitud de los eruditos que juzgan esto sí y esto no. Nosotros tratamos de evitar esa postura. Toda la gente que ha hecho teatro tiene cabida en el diccionario. Si ha hecho algo bueno o malo, habrá otra persona calificada que dará su opinión.