Insana convivencia con el esmog en Pekín
l avión se encuentra en la pista del aeropuerto de Pekín. En cualquier momento debe partir con destino al sur de China. Pero el piloto comunica a los pasajeros: La torre de control nos acaba de informar que debido al denso esmog no despegaremos por motivos de seguridad
.
Un murmullo se forma entre los pasajeros a bordo. Pero el piloto continúa: La contaminación es tan grave que por el momento ni siquiera podremos regresar al edificio del aeropuerto
. El esmog reducía la visibilidad a apenas unas decenas de metros.
En esas condiciones, el avión podría chocar con otros en su regreso al edificio del aeropuerto, que sólo se puede adivinar por sus intensas luces desde las ventanillas de la aeronave.
En el aire de Pekín se registra a veces una cantidad 17 veces mayor al límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) del peligroso polvo fino, partículas en suspensión de un tamaño menor a 2.5 micrómetros.
El aire de Pekín está contaminado desde hace años, pero se ocultó con el argumento de que se trataba de una neblina normal de la ciudad.
En la actualidad, nadie niega el problema del esmog. Al contrario, a comienzos de 2013 los medios de prensa estatales hablaban de condiciones apocalípticas.
Los ciudadanos chinos siguen a diario los niveles de contaminación del aire en sus teléfonos inteligentes. Un mensaje les advierte el momento en que el índice de polvo fino supera un valor crítico, por lo que es aconsejable que se coloquen máscarillas, que llevan consigo permanentemente.
En muchos países estar al aire libre
es símbolo de algo sano, algo bueno. Pero eso no vale para la capital de China.
Dpa