n el ámbito musical, el turbulento annus horribilis que fue 2014 concluyó aquí con los usuales conciertos navideños por doquier que, más allá de su éxito popular o falta de él, poco o nada ofrecieron de nuevo o interesante. ¿Quién programará, y en qué fecha futura, un concierto de fin de año verdaderamente propositivo e imaginativo? Magro consuelo el saber que en la capital austriaca les fue peor, con el soso y cansino Concierto de Año Nuvo de la Filarmónica de Viena, que concluyó con Zubin Mehta dirigiendo, como siempre, a lo más rancio y decrépito de la burguesía vienesa en su palmoteo a destiempo de los acentos de la Marcha Radetzky.
¿Qué celebraciones se vislumbran para los 12 meses que vienen? De inicio, Antonio de Salazar (ca. 1650-1715), buen músico español que al paso del tiempo llegó a ser maestro de capilla tanto de la Catedral de Puebla como de la Metropolitana de la ciudad de México. Serían más que bienvenidos algunos programas monográficos con su música sacra, pero… ¿dónde están nuestros coros de verdadera alta calidad para ello? De Salazar habría que saltar hasta el destacado compositor ruso Alexander Scriabin (1872-1915), autor de potente e inquietante música para piano y creador de vastos lienzos sinfónicos de inspiración mística variada. Habría que escuchar sus tres sinfonías numeradas, Prometeo, el Poema del éxtasis y sus sonatas para piano. Sería necesario también recordar en los 150 años de su nacimiento al más importante de los compositores daneses, el temperamental, expansivo e inextinguible Carl Nielsen (1865-1931). Indispensable poner en el escenario, por lo menos, sus seis sinfonías y sus conciertos para violín, flauta y clarinete. Son realmente de primer nivel.
Y en la cima de las efemérides musicales de 2015 está, sin duda, el 150 aniversario natal del enorme finés Jean Sibelius (1865-1957), la figura cultural más destacada de su país. Representante cimero del último gran romanticismo, así como de una singular aproximación al nacionalismo sonoro, Sibelius contribuyó también con algunos importantes apuntes de modernismo en su producción tardía. ¿Completarán nuestras orquestas el ciclo de sus ocho sinfonías (incluyendo su sinfonía vocal Kullervo), todos sus poemas sinfónicos, y el notable Concierto para violín? Más importante: ¿quiénes en nuestro medio explorarán su poco difundida música pianística y de cámara, y qué coros y cantantes mexicanos se atreverán con su numerosa y bella música vocal sobre textos en sueco y en finlandés? Valdría la pena también que alguna de nuestras casas de ópera rescatara La doncella en la torre, única creación de Sibelius en este género. No es una obra mayor, pero ciertamente es muy interesante. Por lo pronto, en las programaciones tempranas que han dado a conocer algunos de nuestros conjuntos orquestales y de cámara ya aparecen algunas de sus obras. Ojalá esto se prolongue durante todo 2015; Sibelius y la sociedad representada en su música son muy dignos de atención.
Me parece más que justo, por otra parte, no limitar las celebraciones musicales de este o de cualquier otro año solamente a los grandes nombres de la música de concierto. Hay numerosas figuras imprescindibles en otros ámbitos que merecen recordatorios y homenajes en la misma medida. Ahí van un par de propuestas aventureras, por si alguien quiere retomarlas.
1.- Alguna(s) sesión(es) dedicadas a poner de relieve las notables contribuciones de Billie Holiday (1915-1959), Edith Piaf (1915-1963) y Frank Sinatra (1915-1998) a diversos ámbitos de la música verdaderamente popular, de trascendencia indiscutible.
2.- Uno o varios desfiles de buenos guitarristas, de aquí y de allá, para recordar a Lester William Polsfuss (1915-2009), mejor conocido como Les Paul, imaginativo músico que nos legó, entre otras innovaciones, el diseño de la legendaria Gibson Les Paul, equivalente a un Rolls Royce vintage entre las guitarras eléctricas. De nuevo, la pregunta obligada para el posible seguimiento de estas propuestas: ¿quién, quiénes?
