Atiende a cerca de mil personas al día, sin apoyo gubernamental
La mayoría de los usuarios, hombres deportados de EU que viven en calles o albergues
Sólo 8% piensan volver a su lugar de origen: Colef
Martes 23 de diciembre de 2014, p. 27
Tijuana, BC.
Cuando apenas despunta el día, una fila de hombres, mujeres y niños espera a que abra el portón de un comedor administrado por sacerdotes salesianos –orden católica con sede en Turín, Italia–, a unos metros de la frontera con Estados Unidos.
Entran migrantes y residentes; cada uno recibe una barra de jabón y se sienta a desayunar en mesas numeradas. Los encargados les piden que eviten el lenguaje ofensivo.
Las miradas de los convidados se pierden entre recuerdos o el arreglo del uniforme de niños que minutos después irán a la escuela. Duros de rostro, agradecen a quienes cada jornada les comparten comida y gestos solidarios.
A diario, unas mil personas acuden al desayunador del padre Chava. La mayoría son hombres deportados de Estados Unidos, quienes viven en las calles, albergues o en la zona de El Bordo, en la canalización del río Tijuana, aunque también hay familias a las cuales no les alcanza el dinero.
Investigadores del Colegio de la Frontera Norte (Colef) realizaron en el último trimestre de 2014 un estudio sobre el desayunador salesiano a fin de ampliar su oferta de servicios. Los seis participantes en la investigación encuestaron a 556 personas.
Encontraron que el promedio de edad de los usuarios es de 46 años; la mayoría viven solos y no tienen relación de pareja, aunque dicen tener hijos. Alrededor de 50 hablan alguna lengua indígena y más de 300 dominan el inglés.
Menos de la mitad completaron la educación básica y se dedicaron a trabajos como albañilería, pintura o actividades del campo; ahora realizan trabajos precarios e informales en el comercio ambulante y el lavado de autos. Sólo 26 por ciento están desempleados.
Según el estudio, el desayunador atiende a dos tipos de población: la primera, que constituye 46 por ciento, tiene residencia fija en Tijuana; el resto duerme en albergues (23 por ciento), vive en El Bordo (16 por ciento), en la calle (8 por ciento) o en la zona centro de esta urbe (7 por ciento).
Ochenta y cinco por ciento de los migrantes cruzaron a California, y el promedio de residencia en ese país fue de 17 años.
Ochenta y tres por ciento de los usuarios del desayunador fueron deportados por autoridades estadunidenses, 26 por ciento después de un juicio y 57 por ciento por salida voluntaria
. Prácticamente la mitad fueron deportados en los cuatro años recientes.
La mitad han sido arrestados por la policía de Tijuana al menos en una ocasión en las dos semanas recientes debido a su vestimenta
(14 por ciento), no mostrar documentos de identificación (28 por ciento) y por deambular
(48 por ciento).
Los investigadores detectaron enfermedades en 61 por ciento de los comensales –la mayoría ancianos– y sólo un tercio dijeron recibir tratamiento.
Hipertensión, diabetes, colesterol alto, problemas respiratorios y artritis son las principales enfermedades de los ancianos. En general, la depresión y la ansiedad predominan ente los beneficiarios.
El desayunador inició operaciones en 1998 a iniciativa del sacerdote Salvador Chava Romo, quien falleció de cáncer dos años después. Hoy lo dirige el sacerdote Óscar Torres, con el apoyo solidario de la tijuanense Margarita Andonaegui. El lugar ofrece alimentación, alojamiento, cortes de cabello, regaderas, donación de ropa y calzado, dispensario médico, teléfono, orientación y acompañamiento. Los usuarios pidieron crear una bolsa de trabajo y talleres de capacitación.
Poco más de la mitad de los entrevistados dijo que acude al desayunador porque no tiene trabajo y un tercio porque no le alcanza el dinero para mantenerse.
En cuanto a sus planes, 32 por ciento señalaron que buscarán trabajo en Tijuana, 20 por ciento intentarán cruzar la frontera y sólo 8 por ciento regresarán a su lugar de origen.
Los resultados del sondeo, realizado por Marie Laure Coubès, Eduardo González Fagoaga, Silvia Mejía, René Nevárez y Laura Velasco Ortiz, del Colef, destacan la importancia del desayunador para atender a población vulnerable por falta de empleo, ingresos insuficientes o sin residencia fija.
Los especialistas se manifestaron por que los gobiernos estatal y municipal se sumen a los esfuerzos del albergue y colaboren en programas de capacitación e inserción laboral, alimentación, salud física, psicológica y sexual-reproductiva, así como ampliación de los servicios del refugio a deportados y migrantes en tránsito en la ciudad.
Heriberto García García, catedrático de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y ex procurador de los Derechos Humanos de Baja California, destacó que el estudio refuta la estigmatización de los migrante y del desayunador, pues aclara que el porcentaje de deportados que estuvieron en prisión es bajo y muchos de los ex reos fueron condenados por delitos no graves. Subrayó que la institución de los salesianos es una opción importante
, al igual que la Casa Scalabrinni, que brinda alimento a migrantes y personas en condición de calle.
Margarita Andonaegui comentó: Estados Unidos cumplió su palabra de castigar con penas de cinco años de cárcel a los reincidentes
. Entre la población atendida en el albergue hay personas que sufrieron esta política y llegan devastados. No sólo son arrojados a un país que, si bien es del que son originarios, muchas veces no lo conocen
y se convierten en blanco de abusos de la policía local.
En esas condiciones, destacó, es fácil que Tijuana los absorba y se convierten en personas en situación de calle o que caigan en el alcoholismo y el uso de drogas porque son víctimas de abusos desde que cruzan la línea, al ser despojados de su dinero e incluso de sus identificaciones.