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A la mitad del foro

Son de la loma...

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Los cubanos salieron a las calles de La Habana luego de que se dio a conocer la normalización plena de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la isla. La imagen, el pasado miércolesFoto Reuters
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fin de cuentas, más allá del vergonzoso sainete de Cenas y te vas, no dejaron huella Vicente Fox y su escudero Jorge Castañeda en la liquidación del aislamiento de la Cuba de Castro, dictado por el imperio del norte y avalado por el servilismo de sus bastardos en Punta del Este. Barack Obama y Raúl Castro se comunicaron por teléfono y hablaron largamente del más de medio siglo del bloqueo impuesto para poner de rodillas al pueblo cubano.

Restablecer las relaciones diplomáticas, iniciar de inmediato el intercambio de enviados a Washington y a La Habana. Lo otro, la conclusión del bloqueo, llevará tiempo; se trata de una ley y, como tal, el Congreso tendrá fatalmente que revocarla. Dura resistencia la de la extrema derecha encabezada por los del Tea party; más todavía la de los cubanos de Miami empeñados en impedir el arribo del siglo XXI. Canadá fue la pieza clave, el conducto para las pláticas secretas que condujeron a la larga conversación de Barack Obama y Raúl Castro. La guerra fría, que se diluyó con la caída del Muro de Berlín, mantuvo presencia y virulencia en el Golfo de México, en la América nuestra. Creo que estoy hablando demasiado, dice Obama que le dijo a Raúl Castro. Eres todavía muy joven, tendrás tiempo para superar a Fidel, quien habló alguna ocasión durante siete horas seguidas, le respondió el presidente cubano.

Buen humor y mejores augurios. Lástima que México se traicionó a sí mismo y dejó en el olvido el voto de Punta del Este, la tarea de soberano mediador, conducto entre Washington y La Habana, entre media docena de inquilinos de la Casa Blanca y Fidel Castro. Canadá llenó el vacío. Atrás quedó la supina ignorancia de Vicente Fox y la soberbia de su canciller, hijo de canciller. Cuba no piensa abandonar el socialismo. La Unión Soviética desapareció. El comunismo, el llamado socialismo realmente existente, volvió a las mesas del debate académico y del duro análisis, el recuento de la tragedia del pueblo ruso bajo Stalin, del drama maoísta de la revolución dentro de la revolución. De Pol Pot. Pero vive la memoria de luchadores con la vista fija en el horizonte, en la utopía, en la formidable visión de la igualdad de oportunidades.

Ya tomará la palabra Fidel Castro. En el territorio libre de América se adoptó el comunismo soviético, con ritmo y son antillanos. Ahí surgió y ahí queda el lema hecho grito de independencia: ¡Patria o muerte, venceremos! Y Cuba fue la última nación americana que alcanzó la independencia: con Fidel Castro. Siempre con la imagen y la palabra de Martí como inspiración y brújula. Pero el final de la guerra española, patrocinada por Hearst, apoyada en la superioridad naval de Estados Unidos, escenario de combates heroicos de los cubanos, así como del nacimiento de la fama de Teddy Roosevelt en la colina de San Juan, concluyó con la derrota española, pero no con la independencia de Cuba. La enmienda Pratt y el expansionismo incontenible impusieron un protectorado de facto.

Por eso vibraba y resuena en la Cuba castrista el grito de ¡Patria o muerte! La visión histórica de Barack Obama, el humanismo que lo llevó a manifestar abiertamente que medio siglo de bloqueo es prueba absoluta de fracaso, de perjuicios para el pueblo cubano y no para el régimen de gobierno. La derrota del militarismo autoritario y criminal en la América nuestra, y el arribo al poder constituido de gobernantes que padecieron las guerras sucias, las prisiones y torturas, las humillaciones y el destierro; que son de izquierda, sean vistos como populistas criollos o no, ha cambiado el mapa de nuestra América y hoy son muchos los países que acompañan a Cuba en el tránsito de retorno a la comunidad continental.

En Punta del Este, México fue opositor a la expulsión estulta de Cuba del jardín de las delicias de la OEA. Al reiniciar relaciones diplomáticas, Obama, paradójicamente, hará realidad el proyecto de Bush, padre: un acuerdo de Alaska a la Patagonia. Pero no mercantil, sino de naciones soberanas. Poco ha de vivir quien no vea el fruto de esta apertura, la cosecha de esfuerzo y solidaridad que permitieron a Cuba tener magnífico sistema de educación pública y de salud para todos, en calidad y cantidad que la llevaron a aportar más médicos que nadie a las labores de la ONU.

Imposible negar los fracasos de una economía que apenas superó el monocultivo, el impulso de la agroindustria azucarera. De la aspiración expresa en la obra que finca el futuro en: Azúcar, bagazo y mieles, mil millones, al trueque con el mundo soviético. Y el racionamiento de alimentos al borde del hambre; consecuencia innegable del bloqueo económico impuesto por el vecino que hoy gobierna Barack Obama y revive las ilusiones isleñas; la vitalidad compartida por quienes fueron balseros en busca de oportunidades, y quienes se quedaron en la tierra de Martí. Hoy se antoja cantar el Son de la loma: Mamá yo quiero saber/ de dónde son los cantantes/ con su trovas fascinantes/ que me las quiero aprender/ ¿Serán de La Habana?/ ¿Serán de Santiago, tierra soberana?/ ¡Son de la loma,/ mamita son de la loma! Con algo de nostalgia por el son mixteco. Ahora se hizo escuchar urbi et orbi la voz del papa Francisco I. Y del Canadá que salió del frío para hacerse puente.

Quién iba a decirnos que México, tierra de asilo, refugio de perseguidos políticos, iba a ser puesto en la picota por el presidente de Bolivia, Evo Morales. Indio, andino, dirigente popular y considerado progresista conductor de su pueblo, de los marginados y los mineros de las montañas; aliado del Ecuador, de Brasil, de la Argentina y del Uruguay, en el giro a la izquierda, en la resistencia al Consenso de Washington y la austeridad impuesta por el dogma neoconservador. Olvidaba mencionar, de paso, la doctrina Estrada, el elegante rechazo a arrogarse el derecho a reconocer o desconocer gobiernos ajenos. Mejor así. Porque sentenciar pomposamente que México es un experimento fallido, nada tiene que ver con la diplomacia.

Tengo enorme afecto y respeto por el pueblo de Bolivia; amigos que hicieron de México su casa y con quienes compartí labores del oficio en la redacción y en el dialogar insistente con trabajadores entre quienes no es una antigualla el término camarada. Uno de ellos se convirtió en embajador de Bolivia en México, al darse en su tierra el vuelco que eliminó el oprobio de la disolución social. Y sin embargo, ante el silencio de los funcionarios y políticos de la pluralidad, tengo que exponer aquí mi desacuerdo y disgusto con los prejuicios del señor Evo Morales.

En el poder, ordenó violenta represión de mineros y de manifestaciones de protesta de mujeres andinas. Y ahora sube al púlpito para pregonar su indignación por los crímenes que reducen a México a experimento fallido. Para colmo, nadie responde, ni funcionarios empleados del titular del Poder Ejecutivo de la Unión, ni legisladores de nuestro sistema plural. No sé si manos oscuras movían a los mineros. Pero su gobierno reprimió a los de abajo.

Mal anda lo nuestro. Mala hora esta para contar en silencio cadáveres y fosas clandestinas, entre cuentas alegres de la estabilidad estancada y las predicciones de Standard & Poors. Mientras en el laberinto de redes sociales proliferan profetas del vacío que aseguran todo irá bien si renuncia Enrique Peña Nieto a la Presidencia y los ciudadanos renunciamos al voto. Mal anda Felipa que jura agua bebe, dicen los campiranos.